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Transparencia, desarrollo, bienestar y la brecha digital


En cualquier relación, valores como la confianza, la honestidad, la verdad y la probidad (u honradez) son esenciales para tener buenos resultados. Tolstoi decía que «no se puede ser la mitad de bueno». Y yendo en esa línea ¿Conocemos en qué contribuyen estos valores en nuestra sociedad? ¿Son tan relevantes como se presume? ¿Influyen en la prosperidad del país? ¿Pueden llegar a afectar la confianza en las inversiones, los negocios, la productividad, a tal punto que sean determinantes respecto del nivel de desarrollo de una nación entera?



La idea de las siguientes líneas es intentar mostrarles, con bases concretas y verificables, la relación directa que existe entre transparencia y desarrollo, como también lo bien o mal que lo podría estar pasando un país debido a ello, y por ende, el grado de dicha y bienestar que podrían tener sus ciudadanos.



Partamos por quienes están metidos de lleno en combatir la corrupción en el mundo. Transparencia Internacional confirmó que «Corrupción y pobreza están estrechamente ligados, correlacionados» (ver Transparency International Annual Repport 2006 I Global Priorities, pp.8).



De hecho, haciendo una revisión del «Indice de Percepción de Corrupción» (analizado para 163 países) se puede apreciar que los países más desarrollados (como Finlandia, Islandia, Dinamarca, Suecia y Suiza) aparecen en los primeros lugares. Chile ocupa el lugar 16ÅŸ, al igual que Bélgica y USA. Más atrás, por el 70ÅŸ, están Brasil, México y Perú, y en el 93ÅŸ, Argentina.



Por el lado del IMD, en su reporte anual «IMD World Competitiveness Yearbook 2007» (55 países medidos en total), nos señala que los países más desarrollados siguen compartiendo las primeras plazas. En nuestro ejemplo anterior, aparecen Dinamarca en el 5ÅŸ lugar, Suiza con el 6ÅŸ, Chile en el 26ÅŸ, USA es el 1ÅŸ, México el 47ÅŸ y de cerca Brasil con el 49ÅŸ; y Argentina con el 51ÅŸ.



En la línea del World Economic Forum, en su Network Readiness Index 2006-2007 (medido para 122 naciones), nuevamente los primeros lugares son compartidos por las potencias más desarrolladas. Dinamarca y Suiza ocupan el 2ÅŸ lugar; Finlandia el 4ÅŸ. USA el 7ÅŸ; Chile el 31ÅŸ; México, Brasil y Perú los lugares 49ÅŸ, 53ÅŸ y 77ÅŸ; y Argentina, el 62ÅŸ.



Y si seguimos con un ranking por el PIB per cápita, nuevamente se da obviamente que los primeros lugares son ocupados por países desarrollados como USA (6), Islandia (7), Suiza (8), Dinamarca (9). Chile se ubica en el lugar 34ÅŸ, Argentina 31ÅŸ, México 37ÅŸ, Brasil 39ÅŸ y Perú 45ÅŸ.



Cruzando todas estas variables, se aprecia notablemente la alta correlación que existe entre el nivel de desarrollo y el nivel de transparencia de un país. Es tan estrecha la ligazón que establece quiénes están en prosperidad y quiénes no. A mayor índice de transparencia, mayor es la prosperidad de la nación. Y en el otro extremo, quienes cuentan con menores índices de transparencia, presentan relevantes brechas sociales (como se ve en varios países africanos, centroamericanos y sudamericanos). Algunos de estos países que hoy se empiezan a preocupar del tema, están instalando agencias o ministerios «Anticorrupción».



Con estas denominaciones se puede apreciar la madurez de un país respecto de su nivel de transparencia. Quienes recién enfrentan el problema, principalmente lo identifican usando el término «corrupción», como tratando de hacer un llamado público y decirle a todos que se ha reconocido la existencia de ese problema y que se ha comenzado el trabajo para erradicarlo.



Quienes ya han ido madurando y avanzando, hablan más en la línea de formar consejos o equipos de transparencia (en Chile tenemos hoy la «Agenda de Probidad y Transparencia»), un término más amistoso y menos agresivo que corrupción, y que denota el estado del arte nacional en ese ámbito.



Entonces ¿cuál es la importancia que la señal de transparencia provenga del Estado? Si entendemos y aceptamos que es el Estado quien protege, cautela y garantiza los derechos ciudadanos, entonces, es el propio Estado quien no solo «tiene que serlo» si no que, además, «debe parecerlo», como dice el viejo refrán sobre la esposa del César. Y en esta dirección, hay países que han tenido la madurez política, social y económica para poder ver y reconocer (o al menos, intentarlo) el impacto de mostrar y demostrar la mayor honestidad de sus actos públicos. Querámoslo o no, en definitiva, la actitud de un Estado en cómo enfrenta sus actos, se traslada a todas las dimensiones, en la justicia, en el parlamento, en los negocios, en la educación, en la familia, en nosotros mismos. Y así lo muestran los resultados anteriores. Son datos duros.



El caso del Sistema de Compras y Contrataciones Públicas chileno (www.chilecompra.cl) no solo es un hito mundial tecnológico para hacer más eficiente el sistema de adquisiciones público: es mucho más que eso. Construyó un modelo institucional lo suficientemente robusto para dar a conocer el quién, cómo y cuánto era lo que compraba un Estado que por principio es descentralizado, donde cada «unidad de negocio», compra y contrata completamente independiente, con su propio presupuesto y gente. Y si quería, informaba o no de sus actos.



Siendo Claudio Orrego Larraín (hoy alcalde de Peñalolén) el secretario ejecutivo del Comité de Modernización del Estado del gobierno del Eduardo Frei, a finales de los 90 plantea, coordina, gestiona e impulsa con mucha pasión y fe, la primera etapa del sistema de compras públicas, con el espíritu de adicionar claridad y nitidez de un Estado al servicio de la gente. Todo ello en marco político que poco a poco iba entendiendo e internalizando el impacto que ello produciría a nuestro país.



No se deben escatimar los esfuerzos por mejorar cada día más este valor fundamental para un desarrollo próspero, que ya está radicado en el ADN de nuestra nación. La transparencia llegó y se instaló en todos nosotros. Nuestro deber es, responsablemente, contribuir en hacer todo lo que esté al alcance por perfeccionarla y mejorarla. Ello siempre nos hará mejor a todos. Y como dijo Aristóteles «Nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está totalmente alejado de ella».



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Cristian Ocaña (cocana@mi.cl) es Ingeniero Civil en Computación de la Universidad de Chile. Consultor internacional de la ITU, OEA y Banco Mundial, en gobierno electrónico, modernización del estado, desarrollo y competitividad territorial. Además, es Presidente del Consejo de Especialidad de Computación e Informática del Colegio de Ingenieros de Chile A.G.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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