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El Papa y la Presidenta


La visita de la Presidenta Bachelet al Papa atrajo la atención de la prensa en Chile. Los comentarios han sido muchos, pero hay algunos, hechos desde un punto de vista católico tradicional, que llaman la atención. Me refiero por ejemplo a la columna de Cristóbal Orrego donde sostiene que le da risa «que Chile entero se crea la «emoción» y la sintonía» de la Presidenta Bachelet con el Papa Benedicto XVI, cuando, «la verdad pura y dura es que su régimen promueve en Chile exactamente lo contrario de lo que la Iglesia ha dicho mil veces que sirve al bien común». Y a continuación lista la píldora del día después, la incentivación de una sexualidad irresponsable, en síntesis, el continuar «la obra de descristianización acelerada de Chile». La recepción aparentemente amable del Papa, no nos engañemos, es sólo «infinita caridad», «esmerada delicadeza de la diplomacia vaticana». Habitualmente me seduce leer a Orrego. Raras veces estoy de acuerdo con lo que dice, pero me gusta su candor y honestidad, su pasion por lo que cree, sus salidas sorpresivas que descuadran las expectativas. Pero aquí creo que se equivoca profundamente.



No se trata solo de la desmesura de acusar a la Presidenta de continuar (tal vez un eufemismo para significar «encabezar») la obra de descristianización acelerada de Chile. Está también en juego la concepción del cristianismo y del bien común. Ä„Qué reducida visión del cristianismo una que solo habla de la moral sexual! Ä„Qué reducida concepción del bien común una que lo haga depender de la moral sexual! Pareciera que todo lo que la Presidenta busca hacer por la justicia, por los excluidos, por los discriminados no cuenta ni para el cristianismo ni para el bien común, solo importa el problema del sexo. Hay aquí un reduccionismo del cristianismo a la moral y de la moral a lo sexual. En esta cadena de reducciones no veo el mensaje evangélico. Se habla tanto de la «agenda valórica», pero no se tiene una real «escala de valores». ¿Quién podría decir que la agenda valórica del Evangelio tiene que ver fundamentalmente con la moral sexual?



Pero hay algo más. Se infiltra en Orrego la actitud condescendiente de aquellos que se sienten poseedores absolutos de la verdad y que «toleran» las relaciones con los «otros» solo por diplomacia o buena educación. Pero no creen ni confían en ellos como personas. Pareciera que los católicos no tienen nada que aprender de los demás porque un no católico no tiene nada profundo ni genuino que contribuir. No debemos creer en la «sintonía», no podemos ser engañados por la «emoción» de Bachelet, menos aún por la humana y genuina amabilidad del Papa porque lo que aquí se juega es la descristianización acelerada de Chile que Bachelet se supone que promueve. Es esta actitud de una soberbia increible y tan ajena a las acciones de Jesús la que desconcierta. Duro, frío y poco humano el catolicismo del columnista Orrego. Por el contrario, a mi me da la impresión que el Papa verdaderamente aprecia lo que Bachelet representa y trata de hacer. No dudo que tenga diferencias con ella, pero no la mira como el agente del mal ni reduce su programa a la píldora del día después. Si lo hiciera, si concibiera el cristianismo de la manera estrecha como lo hace Orrego, no la habría recibido. En esto prefiero el catolicismo del Papa al de Orrego.



Universidad Alberto Hurtado y están escribiendo bastante. Va aquí otra columna de Jorge Larrain phd Sociología.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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