Publicidad

La apreciación del peso y su efecto castrador


La caída del tipo de cambio o la apreciación del peso respecto al dólar ha sido ampliamente comentada en las últimas semanas. La verdad es que esta apreciación se viene dando en forma sistemática en los últimos años pues desde enero-septiembre del 2007 a igual periodo del 2003 dicha apreciación ha sido de un 26%. Las turbulencias cambiarias de octubre solo adquieren dramatismo pues contra todas las opiniones de los expertos en estos asuntos, el tipo de cambio perforo el piso de los $ 500 por dólar.



Los factores relevantes que explican la apreciación del peso son conocidos. Primero el sostenido alto precio del cobre (y la celulosa) que genera un importante superávit en la balanza comercial y que alienta a su vez la entrada de divisas al país. Segundo, el peso se aprecia como muchas otras divisas pues el dólar se debilita a causa de las perspectivas de desaceleración de la economía estadounidense y el arrastre de un importante desequilibrio externo. Por último se ha instalado un importante diferencial de tasas de interés (125 puntos base) entre Chile y EEUU lo cual estimula las entradas de capital de corto plazo al país (capitales golondrinas) de no residentes o de chilenos que tienen sus capitales en los paraísos fiscales (especialmente en las islas Cayman) atraídos por significativas ganancias especulativas sobretodo si predominan las expectativas de futuras apreciaciones.



Dada esta situación se pueden deducir dos consecuencias. La más inmediata es que el diseño de política económica actual queda fuertemente entrampado y corre el riesgo de hacerse cada vez menos eficiente, a menos que cambie la situación descrita. En efecto, tal diseño esta apoyado en tres pilares: disciplina fiscal vía superávit estructural y congelamiento de las excedentes del cobre a tasas de rentabilidad muy bajas; política monetaria con metas de inflación a dos años y uso de la tasa de interés de referencia para lograrlo; por último un tipo de cambio flotante que según las autoridades del Banco Central es el que acumula menos distorsiones y a la larga es el más seguro.



Ahora bien, para enfrentar las actuales presiones inflacionarias, creadas hasta ahora en buena medida por el aumento del precios de la energía y el precio internacional de los alimentos (trigo y leche), el Banco Central debe aumentar la tasa de interés de referencia para castigar expectativas futuras de inflación y también alinearse frente a las presiones del mercado financiero y las clasificadoras de riesgo. Sin embargo al ejecutar esta política en un momento además en que la debilidad del dólar se acrecienta y el banco central de los EEUU puede continuar bajando su tasa de interés, se corre el riesgo de que el diferencial de tasas de interés entre Chile y EEUU crezca e induzca con ello a mayores expectativas de apreciación del peso y con grandes ganancias especulativas derivadas de ello, sobretodo si se produce una burbuja en los precios de los activos chilenos.



En teoría la apreciación del peso induce a mitigar las presiones inflacionarias abaratando las importaciones (y aliviando también el endeudamiento en dólares de las empresas). Pero esto es parcialmente cierto pues cuando el aumento de los precios internacionales (petróleo y alimentos) es más fuerte que la apreciación el efecto en los precios de estos bienes sigue siendo positivo. Por otra parte cuando la demanda esta creciendo significativamente es más difícil que la baja en los productos importados se traspase al consumidor, ello tiende a ocurrir solo donde existe mas competencia (automóviles, electrónicos). Sin embargo, la apreciación del peso si puede generar un alivio importante en los costos de aquellas empresas exportadoras o empresas que destinan su producción al mercado domestico y que tienen un alto componente importado de bienes intermedios.



La segunda consecuencia de la situación descrita es que se ha instalado en el país la idea de que la apreciación del peso llego para quedarse e incluso que ella tendería a continuar pues esta apreciación es menor que el de otras monedas (por ejemplo el real), o que el precio del cobre continuara en su cima debido al fuerte crecimiento de las economías de China e India, o bien que la incertidumbre de los coletazos de la crisis hipotecaria de la economía estadounidense persistirá y el dólar continuara devaluándose frente a otras monedas pues por el momento se ve difícil una intervención del G7(Canadá, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido) para sostener el dólar como lo ha hecho en otras ocasiones.



Además hay dos hechos que también pesan en la creación de este escenario. Uno es la pasividad (los más subversivos hablan del autismo) del Banco Central frente a la situación, y otro es el blindaje que tiene actualmente nuestra economía. Para hacer honor a la verdad las autoridades del Banco Central han anunciado que ellos intervendrán solo «cuando se registre un tipo de cambio real desalineado con los fundamentos». Es cierto también que este tipo de cambio real que mide la competitividad global de la economía, a la diferencia del tipo de cambio nominal, su variación ha sido baja y se sitúa hoy todavía en un 18% por arriba del período en que estuvo más bajo (1996-97). Pero también no hay nunca que olvidar que este indicador es un indicador promedio y habida cuenta de la heterogeneidad de nuestra estructura productiva y a fortiori de la canasta exportadora no refleja correctamente la realidad. Es posible que existan sectores que viven una baja importante de su competitividad debido a la caída interna del precio del dólar y acompañado de una disminución o estancamiento en el valor expresado en dólares de los productos que exporta, y que además es intensivo en mano de obra (parte del sector frutícola actual). Respecto al blindaje de la economía chilena es cierto pero es una mirada de corto alcance respecto de ella; Chile puede enfrentar con facilidad un déficit externo pues tiene los recursos en divisas para ello, el problema es si eso no significa castrar el potencial de crecimiento futuro de la economía. Abordar simultáneamente los temas de los necesarios márgenes de equilibrio que deben buscarse en toda economía con los temas del desarrollo productivo en una economía emergente no esta en el ADN de la dirección conservadora de la economía. Prudencia no rima con no mover nada para que todo siga igual.



Llegamos finalmente al punto central pues independiente de las turbulencias inmediatas que desata la apreciación y que afectan de manera desigual al sector exportador o a las empresas que venden al mercado doméstico, (aunque las que más sufren son las pequeñas empresas en ambos casos), lo que importa también es como se afectan a futuro las perspectivas de desarrollo productivo. En efecto si se instala en el país un escenario de apreciación permanente del peso y en márgenes que superan el crecimiento de la productividad, entonces la economía chilena estaría condenada a producir solo cobre, celulosa y algunos otros productos con escasa elaboración de recurso naturales. ¿Dónde quedó el encadenamiento productivo y el rol de las pymes en ello? ¿el empleo de mayor calidad y el necesario aumento del capital humano? La razón es muy simple. Por ejemplo con un dólar entre $480 y $500 seguramente las decisiones de inversión y la diversificación futura de la estructura productiva se concentraran en recursos naturales altamente rentables. Es notable que ya en el último catastro de inversión elaborado por la Corporación de Bienes de Capital esta idea esta presente. En efecto los proyectos considerados en este catastro arrojan una inversión total para los próximos años de US$ 76.323 millones, y de ello un 60% de los proyectos de inversión se concentran en energía y minería y otro 18% son proyectos de construcción habitacional. De instalarse una permanente apreciación del peso este perfil de inversión en principio tendría que acentuarse aún más.(salvo que el precio del cobre se caiga estrepitosamente).



Alguien con justa razón podría plantearse, bueno, y ¿Qué podemos hacer? Lo primero es que el Banco Central se preocupe del tema y no muestre tanta displicencia. Lo segundo, que esta institución use su artillería pesada no para volver a un régimen de tipo de cambio fijo, sino para sacar al peso de su actual situación para lo cual debe salir a comprar dólares al mercado y colocar bonos para retirar la liquidez que dicha operación implica. La magnitud y la oportunidad con que se haga esta operación eso deberían saberlo el Banco Central. Todos los bancos centrales lo hacen. No hay flotación limpia en ninguna parte. Por último, y tal vez lo más importante, la formulación de una estrategia de desarrollo acordada entre el sector privado y el sector publico para elevar el actual esfuerzo de inversión que se sitúa en torno al 24% del PIB y gradualmente llevarlo mas cerca a un tercio del PIB. Esto naturalmente ayudaría al Banco Central en su tarea y nos aproximaría a una estructura productiva más diversificada y menos heterogénea. Los recursos además existen tanto en el sector privado vía AFP y en los excedentes del cobre. Lógicamente un escenario de esta naturaleza supone un cambio de política que no esta en el horizonte.



_____________





Alexis Guardia. Economista

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias