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Desarrollo con equidad


La gran aspiración política del año 1990, compartida por la inmensa mayoría de los chilenos, y que se transformó en un slogan importante del Gobierno de Don Patricio Aylwin, era lograr un Desarrollo con Equidad.



Han pasado ya casi dieciocho años y sigue gobernando el país la misma coalición política. Esto se puede interpretar por el hecho que realmente hemos crecido, pero no ha sido con equidad. La gente más postergada ya se empieza a cuestionar si a ella le tocará algún día la bonanza de algunos, a cansar y, por otra parte, el desgaste en el poder muestra ineficiencias notables.



Las preguntas lógicas de todo chileno son ¿hay que seguir esperando un poco? ¿la equidad es solo aplicación de leyes y normas más eficientes? ¿es solo ineficiencia gubernamental? ¿un gobierno de derecha sabe más de empresas, que es un motor importante del crecimiento y, por lo tanto, con ellos nos iría mejor?



Yo creo que ambos, Gobierno y Empresas, comparten las responsabilidades de este crecimiento desigual entre todos nosotros. Tenemos virtudes ambos, por algo hemos crecido significativamente en estos 18 años, pero también tenemos errores garrafales, como la concentración del ingreso, que nos podría provocar la pérdida de lo avanzado.



Las virtudes y defectos independientes en ambos sectores son innumerables y no es mi intención explayarme en ello.



Quiero concentrarme solamente en un mismo defecto de ambos. La visión y actuación político partidista del Gobierno y del sector privado, limitada, chata, egoísta, sin interés por un proyecto país. Seguimos exactamente iguales a los tiempos de los años 60 y 70 del siglo pasado. Centro, izquierda y derecha. Nuestro avance político a hoy día es centro derecha, extrema izquierda, derecha y extrema derecha. Ese es nuestro avance político.



Desde el punto de vista positivo, hemos crecido económicamente en forma exitosa. Eso significa que hay capacidad de gobernabilidad, por una parte, y capacidad de producción, por otra. Tenemos, en consecuencia, frente a este crecimiento logrado, la obligación ética y moral, en ambos sectores, de sentarnos en una mesa común, profesionales, empresarios y trabajadores, pero que tengan visión de país, no visión de gobierno y oposición. Este error le puede costar muy caro a todos los chileno y perder todo lo que hemos avanzado.



La Concertación ha hecho lo suyo, pero no es lo suficiente. Los buenos empresarios han hecho lo suyo, pero no es lo suficiente. Para lograr la meta final, un desarrollo harmónico y equitativo, es necesario actuar a un mayor nivel, más profesional, con más educación y capacitación, con más solidaridad, más organización. Todo esto, para que muchos se convenzan de que el desarrollo no es responsabilidad del Gobierno de turno solamente y para que otros no vean sus empresas como factor de enriquecimiento solamente.



Cuando implantemos un solo ideal de país entre empresarios, trabajadores y gobierno, a este país no lo para nadie. Por el contrario, si seguimos mirándonos con desprecio y descalificaciones entre centro, derecha e izquierda, nos estaremos farreando una oportunidad histórica que hemos construido durante los últimos 20 años de este país.



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Hugo Ortega T. Director de Escuela de Ingeniería en Agronegocios. Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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