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El aparato autoritario


Se creen el Estado, como el Rey Sol.
Recuerdan la Junta Militar de los martes,
pero se reúnen los lunes,
con el humor negro del Almirante Merino.



El aparato habla de ciudadanía,
pero ama el control.
Teme la elección de los gobiernos regionales,
tiene pesadillas con el federalismo.



Convirtió el arco iris en un claroscuro
olvidó el ideal democrático de la dispersión del poder
reconocía en dictadura que había «duros» y «blandos»
en democracia detestan a «díscolos», «críticos» y «disidentes».



El que se aparta recibe el epíteto de «derechistas»
Mientras corren a los cenáculos del poder
no acatan los fallos de la Dirección del Trabajo
y no se atreven a corregir el modelo de la desigualdad estructural



Tienen listas para todos los cargos
Les gusta nominar intendentes, seremis, asesores.
Que no se muevan las hojas sin que ellos sepan
Para eso están también las listas negras

Defienden y admiran el gigante chino
Se escondieron para no saludar al Dalai Lama
no conocen de la democracia en Taiwán
son la real política, cruda y dura.



Ya no hablan de la inscripción automática de los jóvenes
ni cambiar el binominal
la calculadora funciona
y la ética se disipa.



Gobernaban con las encuestas en la mano,
ahora piensan que están mal hechas
que el pueblo se equivoca
que ya volverán los buenos tiempos



El aparato perdió capacidad de asombro
no le entran balas,
la corrupción «no sería para tanto»
las pandillas serían un invento





Los señores del aparato reparten cheques como si fueran de ellos
no entiende el mal del clientelismo
el secuestro del alma nacional
olvidaron las palabras autonomía y emprendimiento



El aparato prometió pero no creó gobiernos metropolitanos
y ahora tiene insomnios con el Transantiago.
El aparato quiere hacerlo todo
ojalá sustituir la sociedad, los municipios, las regiones, los movimientos.

Confunden lealtad con disciplina ciega,
evaden el verbo discernir,
empieza a incomodarle el parlamento,
ese es un síntoma de una enfermedad degenerativa



El aparato vive del pasado,
no lo atrapa el futuro
pero el pasado es débil en la era digital
y los vientos mueven el agua al fin del mundo





Esteban Valenzuela van Treek. Diputado, Chile Primero-Rancagua

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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