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No tropecemos con la misma piedra


El IPC anual en Chile está encumbrado en 7,4%. Entonces, las preguntas relevantes son porqué tenemos un IPC tan alto y cual será el comportamiento de la inflación en una tendencia de largo plazo, digamos 24 meses.



Una reacción inmediata de corto plazo ha sido subir la tasa de interés, de manera de contener las expectativas de crecimiento en el gasto privado: consumo, inversión y exportaciones netas. Al cabo de unos 18 meses y una vez concluidos los efectos de esta medida, efectivamente habrá bajado el IPC. No obstante lo anterior, la solución resulta ser bastante mecanicista, al no considerar los aspectos relacionados con las causas de la inflación, como tampoco los costos de largo plazo asociados con la intervención monetaria.



El alto IPC de este año se debe a que han aumentado los costos de producción, donde confluyen múltiples aspectos negativos, como el desabastecimiento de gas natural argentino, el aumento de los precios internacionales de las materias primas, incluido el petróleo, y un retraso estacional en la producción de hortalizas.



¿Qué irá a pasar más adelante? Es muy difícil poder asegurarlo, pero, sin embargo, lo más probable es que esta situación no siga empeorando y las presiones de costo tiendan a desaparecer en el largo plazo. En otras palabras, el IPC de largo plazo sigue siendo bajo y está contenido en la meta inflacionaria del Banco Central.



Por otro lado, de continuar aumentando la brecha de tasas de interés con los Estados Unidos, principal centro financiero global, entrarán más capitales especulativos al país. Actualmente, la competitividad de los productores nacionales está afectada gravemente en el corto plazo, sobre todo la de los exportadores «no tradicionales». Es sabido que ganar un mercado externo significa un esfuerzo empresarial de muchos años y perder la confianza de los clientes impedirá el desarrollo exportador de aquellos productos con más valor agregado.



Finalmente, no debemos olvidar que justo hace 10 años el Banco Central dejó que la tasa de interés subiera hasta las nubes y, lo que debía haber sido un mero ajuste de expectativas especulativas para el sistema bancario, terminó transformándose en una recesión.. Por lo tanto, la situación para los próximos meses amerita un actuar muy prudente y cauto de la autoridad monetaria. No vaya a ser que terminemos tropezando con la misma piedra.



Juan Carlos Scapini es director de Ingeniería Comercial en la Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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