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Sobre Ecosocialismos (I)


En El Mostrador.cl se difundió hace poco un documento del economista Marcel Claude, que busca aportar a sentar en Chile las bases teóricas de una visión que el autor llama «eco-socialista», adscribiéndose así a una tendencia ideológica que ha adoptado esa denominación en el mundo. Me parece un esfuerzo importante para levantar un pensamiento político propio desde el campo de la crítica a la devastación de la naturaleza. Lo considero además muy oportuno en estos tiempos. Hoy pululan en nuestros medios ciertos personajes que, para mantenerse vigentes, no dudan en transformarse en maquilladores, aplicando «ungüentos verdes» a los políticos que dirigen o han dirigido la depredación. Es sano, por lo tanto, como lo hace Claude, ayudar a esclarecer las responsabilidades, que hoy está tan de moda eludir.



Claude describe el proceso de acumulación de riquezas de los grandes poderes económicos en Chile y nos muestra con cifras cómo este se ha acrecentado durante los últimos gobiernos de la Concertación. Nos muestra también cómo esta acumulación tiene su raíz en la sobre explotación del trabajo humano, recogiendo así la tradicional crítica marxista, pero también en la sobre explotación de la naturaleza, integrando entonces la crítica ecologista. Nos parece que esta «ampliación» de la crítica marxista es un avance hacia una mirada más integradora y por lo tanto más explicativa de la realidad. Sin embargo, a nuestro juicio, resulta aún unidimensional para dar cuenta de la magnitud del desafío de preservar la vida en la Tierra.



En efecto, el análisis de Claude se reduce sólo al ámbito de la producción y concluye en el momento en que el capitalista vende su mercancía haciendo su ganancia a costa de trabajador y naturaleza. Pero resulta que ahí empieza la otra parte del ciclo económico: el consumo. Marx no profundizó en la fase del consumo. No es justo criticarlo por ello. La realidad que él percibía era la de pequeñas élites despilfarradoras y grandes masas de trabajadores carentes de lo esencial. Preocuparse de los impactos del consumo habría sido más bien una frivolidad intelectual en aquellos años. Pero hoy, cerca de 150 años después, las cosas son muy distintas.



La externalizacíon de los costos ambientales, implica que el capitalista puede producir pagando menores costos, por lo tanto, puede cobrar menores precios y con ello, maximizar el consumo social. Gracias a que los productores de celulosa envenenan los ríos, puede producirse papel barato, que por serlo, queda disponible fácilmente para nuestro uso y abuso.



En síntesis, una parte del deterioro de la naturaleza se la embolsan los capitalistas y la otra, los consumidores, entre los cuales estarán los mismos trabajadores. Esa es, a mi juicio, una visión que da cuenta en mejor forma de la complejidad del proceso económico, logrando inter-ligar sus distintos aspectos. Al hacerlo, muestra una realidad bastante diversa de la que ofrece un socialismo ecologizado.



El no considerar adecuadamente la fase del consumo en el análisis económico, tiene a mi juicio dos consecuencias políticas muy peligrosas. La primera, es no visibilizar que el consumismo tiene un efecto narcótico sobre los que a él acceden. La segunda, quizás con mayores implicancias éticas, es que no muestra las responsabilidades de cada uno de nosotros, en tanto partícipes de los procesos de consumo, en los daños que está sufriendo la Tierra. Como consecuencia, minimiza el papel del cambio conductual personal.



En relación al primer punto, resulta interesante evaluar el postulado que hace Claude, desde una clara inspiración socialista, al reafirmar «como sujeto de la historia a los trabajadores». Cabe preguntarse si los trabajadores chilenos de hoy, se corresponden más con aquellos proletarios que «sólo tenían cadenas que perder», a los que exhortaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, o si más bien tienden a parecerse cada día más a aquellos que según Marcuse, han perdido el interés en cambiar las cosas, de tanto tomar cerveza viendo el fútbol en la tele (hoy en su buen plasma) o de tanto sacarle brillo al autito. Probablemente, se trata de una mezcla.



Pero de ser válida, al menos en parte, la idea marcusiana de la domesticación de amplios sectores de trabajadores, quizás sería necesario una reflexión más profunda que permita vislumbrar más claramente a aquellos sectores que efectivamente tienen contradicciones con la actual forma de dominación y depredación y que podrían liderar cambios que apunten a la justicia social y a la sustentabilidad. Seguramente, ciertos sectores de trabajadores. Quizás los migrantes, un sector cada vez con más peso en Chile. Especialmente, nuestras naciones originarias, que reivindican alternativas de vida distintas al etnocéntrico mito del «desarrollo» y que hoy encabezan procesos políticos refundacionales de estados latinoamericanos, como en Bolivia y Ecuador.



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Luis Mariano Rendón, Coordinador Movimiento Acción Ecológica, Profesor de Derecho Ambiental y Etica Ecológica. lmrendon@accionecologica.cl.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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