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Errónea estrategia del pequeño productor agrícola


El pequeños productor agrícola chileno comete un grave error en su estrategia de producción, sobre todo aquel que ocupa suelos de alto potencial productivo, que consiste en dedicarse a un solo cultivo o rubro. Las causas de este error parecen radicar en las asesorías tradicionales de los profesionales correspondientes, la de concebir a la gran empresa similar a la pequeña empresa.



Una gran empresa, que maneja grandes cantidades de capital financiero y recibe, en consecuencia, altos ingresos, les permite enfrentar en relativas buenas condiciones, los períodos malos.



Un pequeño agricultor, sin embargo, con un solo rubro y con malos precios de venta o alguna catástrofe climática, queda prácticamente en bancarrota por uno o más años consecutivos.



Las heladas del invierno pasado, sobre todo en paltos y cítricos, de una inmensa cantidad de productores, enfrentan hoy día un verdadero drama de sobrevivencia. ¿Quién los aconsejó? ¿Cuál es la filosofía empresarial que hay detrás de eso? La respuesta es una reflexión muy sencilla y, lamentablemente, muy común en nuestro país. Darle con «el palo al gato» con un rubro muy rentable y lograr el mayor ingreso posible en un solo año. En otros términos, copiar al grande, creyendo que son estrategias similares.



¿Cuál es la filosofía empresarial del pequeño productor en los países desarrollados y con climas similares a los nuestros del valle central? En Europa, por ejemplo, se busca estabilización, achicar riesgos de todo tipo, agregar valor lo más artesanal posible y principalmente extrayéndole la perescibilidad a los productos. Carnes ahumadas, frutas y hortalizas deshidratadas, jugos, conservas, etc. Para esto, establecen estructuras productivas con cinco, ocho o más rubros a la vez, con trabajo familiar y con alta calidad de sus productos, vendiendo principalmente en los mercados locales. Por supuesto que no logran grandes fortunas, ni tampoco las buscan, solo desean estabilidad, con un margen de rentabilidad que les asegura una calidad de vida normal.



Revisemos nuestras estrategias empresariales para el pequeño productor, sobre todo las de fomento productivo fiscal. Nosotros, los profesionales del agro, podemos ser los causantes principales de estos errores de los pequeños agricultores. Las grandes promociones para transformar a todo el mundo en inversionistas y exportadores y las líneas de financiamiento a disposición de tareas que no están al alcance de los pequeños «empresarios», parecen ser las causas de que solo el 5% de los pequeños han logrado acceder a mercados más rentables en forma más o menos estable.



Hugo Ortega. Director de Escuela de Ingeniería en Agronegocios. Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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