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La leva de Canal 13


Nos preguntamos, en el hipotético caso de que la señal de Canal 13 llegara a la súper pantalla de plasma de Dios Padre Todopoderoso, ¿qué opinaría de su nuevo reality «Amor Ciego»?



El canal católico ha montado por estos días uno de los espectáculos más aberrantes que hayamos visto jamás. Una mujer sola, que exuda feromonas por todos sus poros, es asediada por una jauría de chicos impopulares, que intentan conquistarla con los más torpes métodos y una pobreza de recursos que delata su nula formación intelectual y humana.



El retorcimiento es una característica de la hipocresía eclesial, es cierto, pero crear esa leva de muchachos, calientes como el candado del infierno, babeando tras la exquisita perrita-modelo de pasarela, es un engendro definitivamente repugnante. Son cabros de la pobla, muchos de ellos abiertamente flaites. No saben hablar y si lo hacen es con modismos que casi nadie comprende, por fortuna.



Obviamente, «Amor Ciego» se trata de una copia, cómo no, una réplica de un reality gringo de gran éxito, al que los creativos del 13 han agregado lo suyo: clasismo, ridículo, calentura, sadismo, tontera. Una serie de condimentos para el gusto malsano de un país sin corazón, que se solaza en el absurdo y la desgracia ajenas.



Pareciera que el casting fue hecho en una escuela de niños limítrofes, varios de ellos víctimas de obesidad mórbida, a los que vemos asesando frente a la apetitosa chica. Da pena y asco.



Más allá de las ideas que profesen sus autores, se trata de un programa canallesco, un diseño que transgrede límites sutiles, hacia un terreno abiertamente malvado. La clásica truculencia de los beatos calientes. Hay un correlato pornográfico evidente tras cada escena de ese programa, obscenidad sociológica, en que la palabra amor (cómo iba a estar ausente) intenta edulcorar la maldad que implica encerrar a una sola mujer con un tropel de muchachos atiborrados de testosterona.



El primer eliminado fue el judío. Los demás siguen en carrera escribiendo a la abeja reina unos versitos oligofrénicos que delatan la ausencia total y absoluta de las lecturas más elementales. ¿Habrán ido alguna vez al colegio esos niños? ¿A cuáles? Pero, bueno, esos pobres cabros de la pobla no están pensando con la cabeza. Y los creadores de ese programa infame tampoco. Naturalmente se harán los lesos. Apelarán a que no se muestra nada indebido, nada indecoroso.



Personalmente, creo preferible exhibir una película porno dura, con escenas de sexo oral, anal, tríos y orgías, antes que esa inmundicia soterrada donde las diferencias sociales y culturales, mezcladas con el deseo sexual y la conquista hacen un cóctel indecente. Ojala que no lleguen las ondas del 13 a los tronos celestiales. El pro gran canciller, algunos obispos y directivos del canal se quedarían automáticamente sin pega.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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