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El Gobierno capitula


La tragedia griega se caracteriza porque todos sus protagonistas están conscientes de que si los hechos siguen su curso, todo desembocará en una tragedia pero nadie hace nada por evitarlo. La Concertación ha tomado rumbo a la tragedia. Esta consistirá en que la derecha llegará al gobierno, no por un proyecto político que se ha hecho mayoritario, sino por la desafección respecto de aquél que era mayoritario. La derecha se hará del gobierno con los mismos o menos votos que los que ha sacado siempre.



Los más optimistas, como Edgardo Boeninger, hablan de una alternancia no traumática. Es decir, uno para la Alianza y uno para la Concertación; al fin lo importante es cuidar el modelo neoliberal. Demasiado optimismo. La Concertación perecerá. El gran ganador de las próximas municipales serán los nulos y blancos. La izquierda, también crecerá.



La Concertación podría salvarse si se produjera un cambio en la conducción y se hiciera un giro progresista en el gobierno. Eso ya no pasó. Un ciclo se cierra inexorablemente.



La objetividad de la crisis



La ecuación/contradicción nunca resuelta por la Concertación fue la de crecimiento e igualdad. Ningún proyecto político sobrevive en un Chile con más de un millón de personas ganando menos del miserable sueldo mínimo y simultáneamente tres familias entrando al superclub de los millonarios a nivel mundial. Todo ello teniendo como telón de fondo una clase política con sueldos millonarios autoasignados, que reparte cargos públicos entre sus parientes, que se reelige en los cargos de representación popular hasta el infinito, mediante un sistema electoral de dudosa validez democrática.



Las sociedades capitalistas europeas se muestran políticamente estables pues pudieron resolver esta ecuación. La injusticia social no es un problema ético sino político.



En el Indice Gini, método validado por Naciones Unidas para medir la desigualdad, Chile está en el lugar 121 de la desigualdad entre 142 países medidos, junto a nosotros se encuentran países del Africa Subsahariana.



La desigualdad es el hilo conductor en toda nuestra vida social; así en educación, transporte, salud, cultura, ingresos, viviendas. La desigualdad entre el pequeño ciudadano/consumidor y la poderosa alianza entre clase política y el gran empresariado desata los abusos. Así en todos los consumos básicos, luz, agua, teléfonos, gas etc…



El BancoEstado le presta dinero a los bancos más poderosos para que compren otros bancos y lo sean aún más, luego el vicepresidente del Banco del Estado pasa al directorio del banco que recibió el crédito.



El fin de la Concertación no es asimilable al fin de al dictadura. La Concertación hizo grandes cosas para Chile. Da hasta un poco de tristeza que el más exitoso proyecto colectivo de la política chilena no haya sido capaz de reinventarse. En todo caso, su herencia de realizaciones es de las más grandes dimensiones.



Capitulación



El que avanza, recluta jóvenes; el que se repliega, hace lo contrario. El cambio de gabinete no fue sino un atrincheramiento en el pasado más conservador.



No se produjo el nuevo cuadro ministerial a partir de la intervención institucional de los partidos sino de fracciones de éstos. Que el gobierno valide lógicas fraccionales es un error mayor que no dejará de producir efectos.



El gobierno de la Presidenta Bachelet ha capitulado. Sus orientaciones progresistas ya no tienen ninguna posibilidad de implementarse. Del liderazgo inclusivo, la paridad en los cargos, «nadie se repite el plato» y la protección social, ya no queda nada.



El gobierno parece resignado a llegar a sus plazos legales de expiración y dejar como sola impronta el que una mujer haya ocupado la Presidencia de la República. La derecha, de su parte, baja la presión y espera su momento.



Cual deudor en bancarrota el gobierno se ha subido a un carrusel de concesiones a la derecha. Las celebraciones por el triunfo de Bachelet fueron multitudinarias y llenas de esperanza, en vez de apoyarse en esa ciudadanía ilusionada, la presidenta ha optado por la vieja nomenclatura igual opción hizo una vez Isabel Martínez de Perón.



La subjetividad de la crisis



Los proyectos políticos en su decadencia se caracterizan por: pérdida de sintonía con la ciudadanía; voracidad por el dinero, sin importar los procedimientos, legales o ilegales; pérdida de los valores ideológicos que constituyeron el proyecto original, todo se hace sin tapujos; nepotismo desatado; cristalización de una clase en el gobierno, con el consiguiente envejecimiento de los cuadros dirigentes.



El plan Transantiago, al que algunos pretenden echarle la culpa como causa única y excluyente, de todos los males, no fue un rayo en un día claro. Transantiago expresa de manera central y concentrada todos los síntomas decadentes de las políticas públicas de la concertación, entregadas ya sin tapujos al neoliberalismo.



A saber:
1. Construido sin escuchar a los usuarios ni a sus ejecutores modestos: choferes y pequeños empresarios; orientado por la idea de concentrar en pocas manos un negocio que era de miles de pequeños empresarios.
2. Los nuevos y grandes capitales extranjeros, establecieron una alianza estratégica con la clase política, así el vicepresidente del partido de la Presidenta de la República pasó a ser presidente del directorio de Alsacia.
3. Ante la voracidad de los nuevos comensales, empresas extrajeras, banco y clase política, había que aumentar las ganancias con menos buses y usuarios más apretujados.
4. Por si todo fallara, el reparto no debía correr riesgos, es decir, rentabilidad mínima asegurada con el dinero de todos los chilenos, te pago prestes servicios o no. Esto no es ya capitalismo salvaje, es capitalismo con otro apellido.



¿De qué manera puede expresar este cóctel impresentable, lo que era el espíritu de miles de chilenos que fueron casa por casa en 1988 pidiendo respaldar un no que crecía esperanzado por la alegría ya venía?



Un principio elemental de la política dice que hay que sumar fuerzas no restarlas. En la DC su presidenta tiene otro criterio. ¿Para qué tener parlamentarios si ellos nos serían otra cosa que subordinados del jefe partidario? El parlamento es un lugar de debate democrático, no una junta de accionistas empoderados de acuerdo al monto del paquete accionario. La señora Alvear chapotea en la irracionalidad política y al expulsar a Adolfo Zaldívar ha sacado el ladrillo de la represa.



Lo racional siempre perece.



Roberto Ávila Toledo. Miembro del Comité Central del Partido Socialista de Chile. Concejal Cerro Navia

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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