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Refrescar la política chilena


Chile está experimentando, después de cincuenta años de estar intentando aplicar modelos de desarrollo absolutamente contrapuestos, un desgaste político natural.



En efecto, desde la promoción popular y reforma agraria de Frei Montalva, el socialismo de Allende, la feroz dictadura de Pinochet y el crecimiento económico de la Concertación, nos enfrentamos hoy día a desafíos nuevos, realidades con otras exigencias, estrategias diferentes. Pasamos desde un país que buscaba su camino a otro que está en franco crecimiento.



Aparecen como añejas, en consecuencia, las frases como «más participación», «queremos justicia» y tantas otras que gatillan inmediatamente la pregunta de «está bien, pero…y cómo?». Los discursos partidarios, además de estar obsoletos, son entre sordos, inútiles, desgastados. De ahí el deterioro del político. Como no se oyen, se gritan, y como no se ponen de acuerdo, se crea el personalismo y de ahí a las ganas de ser candidato son casi automáticas.



Como carecemos de líderes, lo atinado pareciera abrir las ventanas, refrescar la política, recuperar los partidos políticos hacia un rol cuerdo, aterrizado, discutiendo positivamente lo que deberíamos hacer.



Pienso que una de las estrategias para volver a creer en nosotros es partir desde la base misma, desde la comunidad, desde los problemas locales. Desarrollo territorial, desarrollo comunal, participación popular. Todos, con una actitud de bien común, de un mínimo de solidaridad, de una mínima conciencia de que constituimos una sociedad donde todos deben tener cabida.



En Chile hay dos extremos de chilenos que deben acercarse mutuamente. Unos, que creen que solo ellos existen. Primero ellos, segundo ellos y tercero ellos. Si ellos están bien, el resto del mundo puede hundirse. Los otros, son aquellos que el Gobierno debe darles todo, la fruta peladita y en la boca. Todo lo que pase en Chile es culpa del Gobierno, incluso los terremotos.



¿Por qué no nos juntamos en la comunidad, en el barrio, donde sea, y nos ponemos a hacer fuerza para solucionar nuestros propios problemas? Hay tantas cosas que podríamos solucionar sin mayor costo y sin la presencia de algún ministro o carabinero. El alcoholismo o drogadicción de nuestros hijos, la seguridad de la localidad en que vivimos, en la limpieza del canal de riego, en la eliminación del basural que está en nuestras narices.



Solo así saldrán los nuevos líderes que necesitamos. Aquellos que convocan con entusiasmo, uniendo y no dividiendo, trabajando con aquellos que más necesitan y no descalificando al resto o llorando porque ningún funcionario público le viene a solucionar su problema.



Necesitamos a los partidos políticos, pero con líderes que se formen en la base, que hayan sufrido los problemas reales y no como hoy día, en que un ciudadano que nadie conoce y logra un cargo de cierta importancia, diputado o intendente, y ya quiere ser Presidente de la República.



Dejemos a los Gobiernos dedicados a la educación, a la previsión, la salud y tantos otros de corte nacional y nosotros démosle a nivel de base. Los Alcaldes, los Concejales y los dirigentes de base que entiendan sus realidades, son los actores más importantes para reflotar esa plataforma política seria que tuvimos tanto tiempo y que ahora estamos perdiendo. Dejemos de lado el sectarismo partidario y trabajemos por lo que necesita el ciudadano común.



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Hugo Ortega T. Director Escuela de Ingeniería en Agronegocios. Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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