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Voto obligatorio: Otra pirueta más…


Recientemente el ministro José Antonio Viera Gallo anunció que en marzo se pondrá urgencia al proyecto de ley que modifica el actual sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio.



Enhorabuena, porque antes del receso veraniego la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado aprobó esta iniciativa instaurando un nuevo sistema de inscripción automática y voto voluntario.



Preocupa, sin embargo, que la urgencia vaya a ponerse para la tramitación con la inclusión de una reciente indicación del Ejecutivo que establece que esta inscripción automática esté acompañada del voto obligatorio y la desafiliación de los registros electorales de manera voluntaria.



Bien por el Senado, mal por el Gobierno. La indicación gubernamental es, por así decirlo, una curiosa manera de ampliar la democracia. Es posible que la propuesta dé cuenta de cierto «realismo político» que, por lo demás, se presenta en momentos inadecuados y se echa de menos en tantos otros.



Convengamos que esta seria una solución a la chilena, que sólo se explica por el hecho de que algunos parlamentarios de la Concertación no estén disponibles para una reforma más radical que hiciera de la inscripción obligatoria una herramienta de eficiencia democrática y dejara en la voluntariedad del voto la consagración del derecho igualitario del sufragio.



Claro no es, además, una mala propuesta para esa alianza conservadora que es más amiga de las obligaciones que de los derechos, si las cosas se dan bien para el Gobierno esta debiera ser una medida para implementar en las presidenciales del 2009, donde el «problema» de la territorialidad del voto no sea determinante.



No es por echarle «pelos a la sopa», pero creo que desde esta visión práctica de la política el asunto no podría ser tan esperanzador para el sistema político. Porque se aseguran votos, más votos, se entregan espacios para la incertidumbre de toda elección, pero ¿tendremos, con esta reforma, ciudadanos más contentos con esta obligación?.



En el PPD estamos por la búsqueda de soluciones que hagan ciudadanos más felices, dudo que ello sea así después de este cambio.



Veamos. Todas las encuestas nos indican que existe gran recelo y desconfianza hacia las instituciones políticas, en particular con el Parlamento. Muchos ciudadanos quisieran poder tener la libertad de no cumplir con la odiosa y onerosa obligación de levantarse a sufragar. Claro, se nos podrá argumentar que ello no le hace nada bien a la democracia, que mientras más opinen y participen más sólido el sistema. Pero, aclaremos las cosas ¿más gente votando por temor es garantía de participación?, ¿desde cuándo la política del garrote tiene que ver con una mejor democracia?



Se ha planteado, además, que los chilenos podrán desafiliarse de los registros electorales cuando ellos quieran y eso es mostrado como un avance democrático. Bien sabemos que la misma desidia para inscribirse voluntariamente en estos días se hará presente en esta «conquista». En la práctica, aquellos que no han querido inscribirse por una cuestión de principios o porque no están lo suficientemente motivados para hacerlo, se verán de la noche a la mañana obligados a ser parte de un sistema del que no querían formar parte. Insisto ¿eso mejora nuestro sistema democrático? ¿Devuelve la confianza en las instituciones o huele a una forma encubierta, propia de los «oscuros políticos», de volver a perjudicar a los renuentes a votar?



Hay que entender de una vez que estas soluciones alambicadas y propias de los pasillos del poder, estas piruetas de Palacio, no hacen sino más insana la relación de los chilenos con sus políticos.



Para los que somos más jóvenes y no tenemos la sabiduría de la experiencia, sabiduría que nuestros políticos han ganado a punta de traumáticas experiencias y una dolorosa dictadura, nos resulta tan evidente que es mejor ser valiente de una vez y enfrentar las cosas por su nombre.



Muchos queremos un sistema de inscripción automática y el voto voluntario. El que quiere participar que lo haga, que tenga el derecho y no la obligación de hacerlo. En ese sentido, han votado favorablemente los senadores del PRSD y Renovación en la mencionada comisión, que les vaya bien en la discusión en sala, que es el trámite siguiente.



Justamente después de esa discusión tendríamos muy claro quienes son los partidarios de mayores derechos y quienes creen que obligando a todos estos «irresponsables que no se inscriben hoy» se lograrán avances.



Los ciudadanos juzgarán ¿por qué no erradicar ese miedo de hacer las cosas como se debe? ¿por qué no mostrar la situación como es y dejar de inventar eufemismos como éste?.



Hace poco leí que Sebastián Piñera estaría disponible para apoyar una reforma que posibilitara la inscripción automática y el voto voluntario, coincidente con ello votó el senador Espina. Pero, no entiendo nadaÂ… o mejor dicho, me resisto a entender lo que estoy entendiendo.



Es hora que desde la Concertación tengamos más valentía para plantear las cosas, la Presidenta Bachelet ha dicho que quiere gobernar para la próxima generación, una reforma a este sistema, asentada en los derechos de las personas, ayuda a ello. Esta propuesta debe nacer desde la Concertación, cualquier malabarismo negociador no vale la historia de conquistas democráticas de los últimos diecisiete años.





Francisco Molina Henríquez. Dirigente Jóvenes Progresistas de la JPPD.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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