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PS y libertad de opinión


Las cosas se tornan difíciles para la propuesta de que el socialismo chileno debe ser un tranquilo e incondicional administrador del neoliberalismo en el plano interno y un dócil y resignado actor internacional que acepta la hegemonía del Imperio norteamericano.



América Latina tiene un claro rumbo izquierdista y la situación social chilena se carga de problemáticas de máxima gravedad y urgencia: los mapuches, subcontratistas, estudiantes, posible racionamiento de luz y gas, el eterno Transantiago, los focos de corrupción.



El gobierno da una mirada policial a la sociedad y sus problemas, luego fija su divisa: orden público.



El PS, organización con historia, debería colaborar con el gobierno procesando teóricamente los conflictos por venir, asumiendo un papel en ellos y proponiendo soluciones. Se opta por el otro camino: disciplina, obsecuencia, incondicionalidad. Esta línea empieza a llevar los problemas a nuestro propio seno. Creer que los problemas del PS se resuelven con un cupo parlamentario es quedarse con las apariencias y no con la realidad de las cosas.



El socialismo chileno tiene en su ADN ideológico el respeto a la libertad de opinión. Esto tiene causas históricas claramente perceptibles. El Partido Socialista surge teniendo como causas histórico, entre otras: la cruel dictadura militar de Carlos Ibáñez del Campo que en su conculcamiento de la libertad de expresión le había puesto la guinda a la torta asesinando al periodista Luis Meza Bell; la deformación estalinista del socialismo soviético que no sólo conculcaba el derecho a la libertad de opinión de la militancia bolchevique, sino incluso su integridad física.



A partir de estas y contra estas realidades se conforma el socialismo chileno.



La prensa ha informado que se está pidiendo al expulsión del PS del presidente del regional América Latina, el sociólogo Esteban Silva, bajo acusación de haber formulado declaraciones en solidaridad con el dirigente peruano Ollanta Humala.



Lo primero, ¿en el PS se debe consultar antes de emitir una opinión a título personal; nos habremos hecho niños y tenemos padres que desconocíamos?



Segundo, no es efectivo que Silva haya tomado el nombre del PS de Chile para ponerlo en una declaración de solidaridad con Humala emanada del foro de Sao Paulo, como lo ha hecho toda la izquierda latinoamericana, incluido el presidente de Brasil. Tal declaración del Foro nunca se emitió, según relata el propio secretario ejecutivo del Foro, el encargado de relaciones internacionales del PS de Brasil. Esteban Silva no pudo hacer lo que nunca existió.



Con mucha generosidad de espíritu, pues los hermanos y el padre de Ollanta han dicho lo peor de Silva en tanto chileno, éste ha solidarizado frente a un juicio que se transforma en un procedimiento violatorio a los derechos humanos. El peruano está sometido a un juicio que, violentando todas las normas del debido proceso, pretende mandarlo al exilio por más de 15 años por un hecho en el que no tiene ninguna responsabilidad.



Se argumenta una amistad histórica con el APRA peruano, pero ello no es efectivo. En los ’60, el PS de Chile y en particular Salvador Allende rompieron con el APRA y Raúl Haya de la Torre por su distinta valoración de la revolución cubana, que los peruanos repudiaban y los chilenos admiraban. Luego, el PS tuvo como aliado privilegiado al PS Revolucionario del Perú y a su líder, Leonidas Gutiérrez que, fue el sustento político del gobierno del presidente Velasco Alvarado. En los ’80, el aliado fue el alcalde de Lima, Alfonso Barrantes. El APRA desaparece de las amistades del socialismo chileno.



Quien precisamente descongeló las relaciones del PS con el APRA, a partir de 2003, fue Esteban Silva, organizando la visita a Chile de los líderes apristas Jorge del Castillo y Armando Villanueva. Pero, además, hay que distinguir entre la amistad política y los pactos de silencio, sobre todo cuando se trata de una situación que involucra derechos humanos.



Esteban Silva ha abierto y consolidado las relaciones del PS con toda la izquierda de América Latina, mucha de ella en el gobierno. Eso no sólo sirve al partido, sino a Chile en una realidad tan globalizada. Si la razón rigiera el mundo, debería estar prestando sus valiosos servicios en la Cancillería, donde hay embajadores que no conoce nadie, que no agregan plus alguno a su cargo y que, en definitiva, sólo recargan el erario fiscal.



El procedimiento de expulsión contra este dirigente no sólo es injusto jurídicamente sino muy imprudente políticamente, pues las tensiones acumuladas en el socialismo pueden hacer punto de ebullición en este caso. Lo que hoy debe hacer el PS frente a los problemas es aumentar la cantidad y calidad de su discusión, en definitiva, más democracia. Cómo vamos a hacer un Congreso productivo y fraterno, con sus participantes bajo petición de expulsión.



Hace algunas semanas el senador Jaime Gazmuri renunció a la presidencia de la Secretaría de Relaciones Internacionales, precisamente por problemas con la mesa partidaria.



La actual dirección tiene la obligación de entregar el partido unido a la próxima conducción. Confío en que exista mayor sabiduría que la desplegada en otros partidos aliados. Estamos en dificultades: unidad, sumar, dialogar, escuchar, no restar. La historia política esta llena de ejemplos en que una arbitrariedad bajo pretensión de acto de autoridad no ha hecho sino desatar la tormenta.



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Roberto Ávila Toledo. Miembro del Comité Central y de la Secretaría de Relaciones Internacionales del PS.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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