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Aprobada con reparos


Por Arturo Arriagada I.*



Al cambiar el eje de la discusión desde la corrupción hacia la desigualdad y la discriminación, Yasna Provoste se presentó como la primera víctima del desalojo de la Concertación. Pero esa estrategia comunicacional -que aprobó con reparos al igual que la acusación constitucional en su contra-, no servirá de nada si Bachelet insiste en reforzar la idea del femicidio político. Ahora el desafío para el gobierno es demostrarle a los chilenos que puede mejorar la calidad de la educación, en vez de llorar por el recuerdo de aquellos que cayeron en el intento.



En tiempos donde la política se hace tangible para la ciudadanía a través de los medios de comunicación, las interpelaciones parlamentarias son un instrumento de fiscalización discutible. Ya que su uso capta el interés de los medios masivos, también se convierte en un incentivo para políticos con bajo rating que en ocasiones tienden a confundir el entusiasmo por fiscalizar con las ansias de figurar. En ese escenario, el diseño comunicacional planteado por Yasna Provoste puede ser calificado como exitoso para el timming de los medios y la interpelación.



Al convertir en un reality sus días de exiliada política, Provoste logró hablarle a las «señoras juanitas», quitándole protagonismo a la Alianza y dejándolos como los malos de la película. Y como la Alianza adolece de claridad y sentimiento para comunicar sus mensajes, sólo se quedó en la necesidad de transparencia y castigo a la falta de probidad. Desde el otro lado, Provoste siempre enfrentó los ataques contando su historia personal. En sus discursos y apariciones mediáticas recalcó su condición de mujer, que llegó al gobierno fruto de su propio esfuerzo, además de ser representante de una minoría étnica. Pero también reflejó las ansias por continuar una carrera política que nació de la mano de los partidos y los cuoteos. Y a través de apariciones públicas en la iglesia, rezando, con niños minusválidos y llorando en el Congreso, la destituida ministra de Educación siempre apareció como víctima más que como la responsable de irregularidades en su ministerio.



La principal ganadora con esta estrategia fue la presidenta Bachelet, ya que reforzó su teoría del femicidio político. Pero como los gobiernos se evalúan por sus logros y no por sus lamentos, sólo en el corto plazo podrá usar este argumento para justificar sus errores. Porque será recordado como el gobierno que tuvo a la primera ministra destituida desde 1973, Bachelet debe comunicar su intención de mejorar el sistema educacional público, dejando de lado la victimización para cumplir con el desafío. La opinión pública valorará a quien mejore la calidad de la educación y no a las víctimas que cayeron en el intento. Por ello, si bien la estrategia comunicacional de Provoste minimizó sus costos políticos achacándole la autoría del femicidio a la Alianza, no logró imponer una visión de futuro para el problema de la educación en Chile.



Al decir que seguirá trabajando por un país que genere mayores oportunidades, Provoste refleja una de las gracias de la política: la capacidad de reinvención de sus actores. Para ello deberá convertir su estrategia de victimización en propuestas de futuro para la educación de los chilenos. Por esto, lo peor que puede hacer la ex ministra es aceptar cargos políticos que no tengan relación con esa tarea. Así seguirá siendo una víctima del desalojo y no un ejemplo más del femicidio político.

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*Arturo Arriagada es profesor de la Escuela de Periodismo de la UDP

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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