Publicidad

Lo importante es el relato


Por Arturo Arriagada I.



Más allá de los anuncios y la cantidad de recursos que serán invertidos en el país, en su discurso de ayer Michelle Bachelet perdió la oportunidad de invitar a los chilenos a pensar y creer en el Chile del futuro. En tiempos donde escasean los relatos que conecten a actores políticos y ciudadanos en un proyecto común de país, ya no basta con la sola enumeración de medidas y beneficios para cumplir con las expectativas y visiones de futuro de los chilenos. De esta manera, Bachelet cumplió su profecía de terminar su gobierno antes de tiempo, y de paso, demostrar el vacío existente en la clase política para liderar este desafío.



Los discursos del 21 de Mayo muchas veces reflejan los estilos y objetivos gubernamentales. De ser un momento esperado sólo para una rendición de cuentas públicas al país, los discursos del 21 de Mayo también han pasado a ser también el espacio para enumerar los objetivos del gobierno de turno. Si para Aylwin lo importante fue comunicar los desafíos de la Concertación y la importancia de volver a vivir en democracia, Frei se encargó de explicarle a los chilenos la relevancia de la modernización del país y la apertura hacia nuevos mercados. Independiente de los casos de corrupción que afectaban su gobierno, Ricardo Lagos utilizó sus discursos para difundir las medidas destinadas para «crecer con igualdad», su gran relato, materializado en esa mezcla de Estado y mercado.



En 2006, Bachelet ocupó su primer 21 de Mayo como gobernante para analizar sus primeros 100 días de gobierno. Así transformó el «estoy contigo» de su campaña en una de especie de «contigo aprendo». Ese mismo año ignoró las demandas de los estudiantes secundarios y pagó las consecuencias. En 2007, intentó contarle a los chilenos lo que era administrar un Estado abundante en recursos, con el Transantiago sobre los hombros, pero sin un discurso que explicara los objetivos centrales de su gobierno.



Ya en su tercer discurso del 21 de Mayo, Bachelet nuevamente olvidó construir un relato que acompañe los anuncios gubernamentales. Más allá de los montos a invertir o los subsidios por entregar, lo que puede marcar la diferencia entre un gobierno que está o no en sintonía con la ciudadanía, es el relato el que le da un hilo conductor a esos anuncios. En eso los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos fueron exitosos. Invocando la importancia de construir un nuevo Chile en democracia, superando la pobreza e integrando al país al mercado internacional, los tres primeros gobiernos de la Concertación construyeron una agenda más allá de la contingencia que afectaron sus mandatos.



Aunque Bachelet intentó instalar la idea de participación ciudadana como el relato central de su gobierno, luego derivó en la protección social. Pero más allá de las reformas en esta área, terminó sobrepasada por las demandas estudiantiles y el transporte público en Santiago. Así, con su discurso de ayer, y ante la ausencia de un relato que cautive a políticos y ciudadanos en torno al Chile del futuro, las demandas de diversos sectores sociales -por confusas que sean- seguirán siendo un foco de atención más atractivo para los medios de comunicación y la opinión pública que los anuncios de Bachelet.



Si bien la televisión transmite todos los años la cuenta anual del gobierno de turno, éstos no han podido adaptar sus mensajes al medio de comunicación que más utilizan los chilenos para informarse. Desde la duración de los discursos -que no generan los mismos incentivos para ver una transmisión igual de larga que la película Titanic- hasta la poca originalidad en la dirección televisiva, a futuro los gobiernos podrían interesarse en generar una propuesta atractiva para cautivar a las audiencias y así difundir sus relatos. Por esta razón, los anuncios y «ofertas» se convierten en los únicos estímulos para que los medios de comunicación construyan noticias. Y en esta lógica, los gobiernos quedan expuestos a los distintos criterios que tengan los medios de presentar los anuncios presidenciales.



Por eso el pasado 21 de Mayo -aparte de ser recordado por tener el discurso más largo pronunciado por Bachelet en sus 3 años de gobierno- no dejó en los chilenos un relato para reflexionar. Y en tiempos donde los medios han tenido más habilidad que el gobierno para imponer sus temas, es difícil que exista otra ocasión como ésta para que Bachelet invite a los chilenos a creer en su gobierno a través de un relato que genere optimismo y confianza en el país que estamos construyendo.





*Arturo Arriagada I. es profesor de la Escuela de Periodismo de la UDP.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias