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Giro regionalista o estancamiento


Esta vez fue el afamado economista Michael Porter: Chile necesita activar su economía y dar autonomía a sus regiones. Hace tres años se firmó un protocolo con los diputados que impulsamos el royalty minero a cambio de una fuerte inversión en polos tecnológicos regionales, y sólo existe un esbozo de cluster. Hace cinco años fue la OECD que señaló la falta de educación de calidad, investigación y descentralización.



Hace siete, el alemán Messner advirtió que Chile era el único país de desarrollo medio alto del mundo que no elegía sus gobiernos regionales y no dinamizaba el nivel meso (intermedio) de competitividad económica. Hace una década, la Concertación prometió crear Gobiernos metropolitanos y elegir gobiernos regionales, y no hay nada (ni siquiera se puso urgencia a la elección de los consejeros regionales y sólo tendremos elecciones municipales).



Desde la década de los sesenta, los países emergentes siguen el ejemplo de los desarrollados, obligando a las macrociudades a asumir sus externalidades negativas, encarecer los costos en las capitales e incentivar las regiones. En el Chile de hoy se congela el pasaje de transporte en Santiago a 380 pesos, con viajes de 15 kilómetros en promedio, mientras en Rancagua y otras ciudades, el pasaje sube, se empina sobre los 300 pesos por trayectos de cinco kilómetros. Sí, como gritan Los Federales, las regiones subvencionan el centro…y después se nos denosta porque rechazamos con nuestro voto esa injusticia estructural y estratégicamente errada para la ciudad contaminada.



No se confía en los propios santiaguinos para que elijan su intendente y que el pueblo con su voto eleve las exigencias a un gobierno metropolitano que asuma políticas sustanciales en lo ambiental, la equidad territorial y el mejoramiento del transporte con «rostro humano».



Sigue el paternalismo castrante que no permite a las regiones elegir sus gobiernos y recibir una parte significativa de los impuestos que generan. No se permite hacer sus propias apuestas de desarrollo, fomentar la cooperación público-privada, hacer sus «puentes» y «pasos internacionales», generar capitales semillas más allá de los cluster que definen algunos tecnócratas-burócratas, que pretenden definir las «vocaciones» de los territorios: ¿No es hora que las regiones hagan sus pactos sociales, compitan y puedan innovar en el mundo globalizado haciendo dinámicos sus territorios, con permiso a equivocarse como lo suele hacer el Gobierno central y sus pesadas agencias?.



Los que festejaban a Porter por alabar la conducción macro-económica de Chile, ojalá tengan la humildad, la sabiduría y el coraje de asumir el subdesarrollo político chileno en pleno siglo XXI que él denuncia: es hora de que las regiones elijan para enriquecer Chile y darle aire.-





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Esteban Valenzuela, diputado de Chile Primero por Rancagua

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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