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Camino a las coaliciones electorales


El fin de semana político pasado, ad referéndum de los resultados electorales de octubre, podría haber marcado la existencia de cuatro candidatos presidenciales fuertes para la primera vuelta del año 2009. Sebastián Piñera por RN; Pablo Longueira o Joaquín Lavín por la UDI; Soledad Alvear o Eduardo Frei por la DC; y Ricardo Lagos o José Miguel Insulza por el PS/PPD/PR.



Ello significa también que la etapa de las coaliciones programáticas definitivamente terminó. Y que se ha abierto la de las coaliciones electorales, cuya lógica está dominada por la búsqueda del mayor éxito electoral individual de cada fuerza política. Que permite negociar los premios políticos que se pagan con cargos en el Estado y componer las mayorías de gobierno.



Por lo tanto, lo más probable es que no habrá Concertación de un solo candidato, a menos que un resultado electoral inesperado lo obligue; y que la derecha volverá a competir entre sí en primera vuelta, como ya lo hizo el 2005.



El escenario político quedó compuesto como un ring en el cual aún se requieren ciertas definiciones preliminares antes del match de fondo. Pero cuya lógica política está dominada por un cálculo totalmente centrado en la búsqueda del poder propio, para definir todo, incluida la carrera presidencial.



En la derecha parece evidente que su mayor partido, la UDI, no podría omitirse de tener un candidato presidencial en primera vuelta si desea hacer una campaña que le permita defender su actual poder parlamentario. Porque éste será clave a la hora de negociar su presencia gubernamental, ante un eventual triunfo presidencial del candidato aliado.



Si no presenta candidato, prácticamente licua su posición de poder frente a Renovación Nacional, sin ninguna ganancia real. Porque en estricto rigor, el Programa de Gobierno de la Alianza no existe. Es todavía un debate por hacerse entre RN y la UDI, mientras que lo actual es un claro juego de poder y posiciones.



En la DC pasa algo similar. Es el principal partido de la Concertación y se le va la vida en la próxima elección presidencial. Lo que su Consejo General acordó el fin de semana fue posponer una decisión presidencial a la espera de los resultados de octubre. Pero ya están marcados los dos candidatos principales, Frei y Alvear, con la dificultad de esta última de que cada vez le es más difícil controlar la agenda de su partido. La preliminar en la DC puede no resultar pacífica si efectivamente se comprueba que se han manipulado los padrones electorales.



La decisión del Partido Socialista, aparentemente la más audaz, en realidad tiene el riesgo de ser una jugada terminal para la Concertación, a menos que abdique a su candidato en favor de uno DC. Único caso en que habría continuidad en la coalición de gobierno.



La temprana proposición como candidato de Ricardo Lagos en el Pleno del Comité Central socialista más parece una manera anticipada de bajarlo que de proclamarlo, debido a que el ex Presidente ha dicho en numerosas oportunidades que no competirá en primarias. Menos en los partidos a los que él pertenece como militante. Él desea ser candidato por unanimidad de toda la Concertación. Para negociar un candidato único o ir con dos candidatos al PS le gusta más José Miguel Insulza, pues tiene imagen y hechura de candidato, pero más vocación de mesa de diálogo antes que de competición.



En tales circunstancias, parece evidente que en la derecha no existe una afectio societatis fuerte para que exista un sólo candidato, ni en la Concertación tampoco, a menos que sea un DC. Y la lógica de los sistemas políticos es que todos los mecanismos van a ser usados, y en este caso la primera vuelta electoral no ha dado todo su jugo, en un sistema caracterizado por los premios estrechos, las mayorías precarias y, ahora, las coaliciones volátiles.



Y en ese caso, entran a jugar todos los elementos centrífugos del escenario. En primer lugar los resultados de las elecciones municipales. Luego, los desórdenes del PPD y el PR; el PRI; los colorines; la izquierda extraparlamentaria; el MAS y los disidentes socialistas; y todos los competidores libres que apuestan a desordenar el escenario para obtener mejores condiciones de negociación o transformarse en instrumentos balanceadores de la política.




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