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Desheredados de la Educación

Lo trascendente es que la demanda estudiantil representa un malestar con el proyecto de sociedad y con el ideal moderno que tiene acuñada la educación, referida a fomentar la movilidad social y por ende el progreso.


Este título, prestado de las palabras de P. Bourdieu y J. C. Passeron, permite mostrar que las tomas de colegios y las marchas de los estudiantes en diversos puntos del país son la expresión de una exigencia que no puede ser leída sólo como un reclamo por una educación con lucro o sin él, sino como un problema de fondo. Que el Estado tenga un rol primario o secundario en el funcionamiento de la educación, y que exista o no selección en el sistema escolar es parte indudable de la discusión, pero lo trascendente es que la demanda estudiantil representa un malestar con el proyecto de sociedad y con el ideal moderno que tiene acuñada la educación, referida a fomentar la movilidad social y por ende el progreso.



La educación hoy no está cuestionada por su capacidad de cobertura ni por su facultad de formación de seres acordes a los requisitos de la sociedad imperante, sino por ser un ente de reproducción de diferencias sociales, económicas y culturales entre clases sociales. Tal cuestionamiento obliga a las autoridades pertinentes a reflexionar medidas acordes para revertir la presente situación. Es así que una Ley Educacional para nuestros tiempos no debería tener como única función el proveer de un marco regulatorio para garantizar una educación de calidad para todos los miembros de la comunidad nacional, sino que también debería tener entre sus funciones el ser un instrumento para construir un nuevo proyecto de sociedad para Chile, con el cual disminuir las asimetrías sociales.



Si en su época la denominada Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (L.I.P.O.) contuvo el reclamo mayoritario de su ciudadanía, puesto que poseer un pueblo sin educación traería como consecuencia directa el estancamiento económico, político y espiritual del país. Hoy la Ley Educacional que busque superar la L.O.C.E. debería portar también la actual exigencia ciudadana, relativa con fabricar un nuevo proyecto de sociedad acorde al bicentenario de la nación, donde la educación juegue un rol vital en preparar seres que estén capacitados para aportar en el desarrollo y crecimiento económico del país. Donde la educación sea vista por el común de los ciudadanos como un espacio para el desarrollo personal, más que ser mirada como una entidad de reproducción de las desigualdades estructurales.



Para entregar una herencia a las futuras generaciones de estudiantes, el debate en torno a la educación y su marco regulatorio debería estar situado en discutir el proyecto de sociedad y de individuo que va a portar la educación para asegurar un sistema de educativo con oportunidades iguales para todos y con posibilidades reales de poseer, a través del perfeccionamiento educativo, una movilidad en la estructura social chilena.



*René Aguilera Barraza es sociólogo, docente de la Universidad Central.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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