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Las mujeres avanzamos

Las políticas para las mujeres ya no son un sub-sector de las políticas públicas. Ya no están confinadas al final de los discursos junto a las demás políticas sectoriales. Hoy se ha transversalizado la temática de género en las diversas políticas.


Por Danae Mlynarz Puig*





Quiero comenzar compartiendo la siguiente reflexión: es impresionante lo que el país ha cambiado en los últimos cuatro o cinco años, y especialmente bajo el mandato de la Presidenta Bachelet. Fui una de las primeras en integrarme a su comando de campaña, allá hacia fines de 2004. Habíamos recién ganado la elección municipal de ese año, lo que significó un cambio de ánimo crucial para enfrentar la elección presidencial. Estoy segura que ahora pasará algo similar y que la derecha no ganará la presidencial.



Recuerdo que cuando empezamos la campaña de la Presidenta, íbamos a la calle y la gente se nos acercaba con cariño, pero con escepticismo. Mucha gente, mujeres incluso, nos decían: «ojala la dejen ser candidata».



Sin embargo lo logramos, como dijo la Presidenta esa noche en que ganó la elección: «Quién lo hubiera pensado». ¿Alguien pensó que Chile podría instaurar la paridad hombre – mujer en los puestos más altos de gobierno? ¿Alguien pensó que en el Mensaje del 21 de mayo se hablaría algún día de cáncer de mamas o píldora del día después? ¿Alguien pensó que de ahora en adelante los discursos comienzan con un saludo para «todos y todas»? ¿Alguien pensó que ahora las niñas de hoy no quieren ser enfermeras ni profesoras, sino que también Presidentas y alcaldesas?



Pese a los muchos problemas, este gobierno ha marcado una enorme diferencia, tanto por las políticas públicas que ha impulsado como por los simbolismos que ha acarreado. Es muy grande el cambio cultural que hemos vivido. Creo que aún es temprano para sopesarlo.



Desde el punto de vista de las políticas de gobierno, hemos logrado algo trascendental: las políticas para las mujeres ya no son un sub-sector de las políticas públicas. Ya no están confinadas al final de los discursos junto a las demás políticas sectoriales. Hoy se ha transversalizado la temática de género en las diversas políticas. Algunas más efectivas que otras, lo importante es que cada nueva política es analizada desde el punto de vista de cómo afecta a las mujeres.



El caso de la reforma previsional es un gran logro a señalar. Hasta ahora, la mujer era abordada de dos maneras: o se le consideraba una carga del marido y así se le trataba, como un accesorio al que se le debía algo de misericordia, o se le trataba bajo la óptica de la igualdad legal, pero no real. Los sistemas de pensiones nunca la consideraban en su individualidad propia, con su dignidad, pero considerando también su especificidad, como por ejemplo que tenemos mayor esperanza de vida, que salimos y volvemos del mercado laboral en la época de hijos pequeños, o que el trabajo en casa es un trabajo pesado que merece reconocimiento.



Recuerdo la famosa propuesta de Piñera de pensión para la dueña de casa: lo que proponía él era que el marido ahorrara en una cuenta aparte para de ahí sacar plata para su pobre mujer.



Pasa ciertamente en el esfuerzo enorme que se ha hecho en educación pre escolar y las 900 salas cuna por año. Estoy segura que sólo el paso del tiempo logrará dimensionar los alcances de este adelanto.



Y pasa en las políticas de violencia intrafamiliar. Hoy se habla de femicidio porque la Presidenta habló de femicidio. Antes la violencia doméstica era tratada sarcásticamente como «crimen pasional».



Y pasa en el trabajo: por primera vez hemos superado el 40% de participación femenina en la fuerza de trabajo.



En fin, son muchas las políticas, algunas con insuficiencias, otras exitosas. Pero lo concreto es que siento que la mirada de mujer atraviesa todo el campo de la acción del gobierno. Y eso es lo importante, porque en el fondo, significa que nuestra mirada es la que se ha incorporado al concepto de la política y la política pública.



Aun nos queda mucho que avanzar en el tema cultural y eso no nos cabe duda, cómo compartimos el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos. Porque para que las mujeres estemos más integradas en el mundo público tenemos que tener apoyo en el mundo privado y eso sólo lo podemos lograr con un cambio cultural que involucre a hombres y mujeres, ese creo es parte de nuestros nuevos desafíos.



Pero también nos gustaría hacer una reflexión acerca de la política en general. Yo debo reconocer que no me gusta el nivel del debate actual. No me gusta el permanente «cómo voy ahí» que ha tomado la política chilena. No me gusta la deslealtad. No me gusta que se cuestione el liderazgo que podemos ejercer las mujeres. No me gusta que los peores ataques que reciben algunos políticos vengan de sus propios compañeros de partido. No me gusta que no se discutan propuestas. ¿Conocen ustedes el programa de gobierno de Piñera? Lleva tres años de candidato y nadie sabe lo que quiere. No me gusta eso. Como tampoco me gusta que la Concertación no esté desde ya trabajando en una propuesta renovadora para el próximo año y que nos hubiese servido a los candidatos para difundir en estas elecciones municipales.



En fin, son muchas las cosas que no me gustan, creo que necesitamos un remezón y mejorar la política, porque ésta es la única herramienta que tenemos las mujeres progresistas para construir un mundo más justo.





*Danae Mlynarz es integrante del Observatorio Género y Equidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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