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Pierde Moya


Las pérdidas de los fondos de pensiones desde el inicio de la crisis mundial alcanzaron a fines de agosto del 2008 a más de 14.000 millones de dólares, que representan casi un octavo del total. El fondo A invertido en acciones en el exterior ha perdido casi un quinto de su valor. El fondo E invertido en renta fija en el país no ha perdido nada. Los afiliados más informados vienen trasladando sus fondos a éste último. Sin embargo, ellos todavía representan una ínfima minoría de ingresos muy superiores al promedio.



Las pérdidas reales probablemente son todavía mayores, porque parte significativa de los fondos está invertida en papeles de dudosa liquidez. La autoridad continúa eliminando regulaciones. Fue advertida hace un año de lo que se avecinaba, sin embargo, no hace nada para proteger a la inmensa mayoría desinformada.



«Ni remotamente cerca del fondo.» De este modo, el Financial Times de Londres sintetiza su punto de vista respecto de la evolución de la crisis en su reportaje a un año del inicio de la misma. La economía mundial atraviesa un cuadro de turbulencia extrema. Los mercados bursátiles han venido cayendo en montaña rusa desde agosto del 2007.



Expresados en Euros, los países desarrollados han perdido un quinto de su valor y los emergentes un sexto, pero convergen rápidamente hacia los primeros. Chile se ha comportado como los segundos. Los principales analistas coinciden en que lo más probable es que continúen cayendo del mismo modo a lo largo de varios meses. Lo que empezó con la crisis inmobiliaria estadounidense se ha venido extendiendo al conjunto de la economía mundial, incluyendo el desplome de los precios de las materias primas, cuya burbuja está empezando a desinflarse.



Todo esto tiene repercusiones muy severas para Chile y particularmente sobre los fondos de pensiones, que nuevamente han alcanzado sus niveles de máximas pérdidas. La Superintendencia de Pensiones (SP) ha reconocido que al 31 de julio del 2008, las pérdidas en doce meses alcanzaban a 6.416 millones de dólares, equivalentes al 5,6% del total, mientras el fondo A perdía un 11,76%. Siendo enormes, dichas cifras subestiman significativamente las pérdidas desde el inicio de la crisis, por dos motivos.



Primeramente, el fondo alcanzó su nivel máximo el 25 de julio del 2007, por lo que al 31 del mismo mes ya presentaba pérdidas considerables. De este modo, la variación de cuota real entre el 25 de julio del 2007 y el 24 de agosto del 2008 informada por la propia SP alcanza a -12,69% para el conjunto y -18,72% en el caso del fondo A. El otro motivo es que los dólares se han depreciado significativamente en el año transcurrido, lo cual no se toma en consideración en la cifra de la SP.



En base a información oficial, CENDA viene mostrando diariamente las pérdidas reales en pesos del 25 de julio del 2007, calculadas en base a la pérdida de cuota aplicada sobre el valor del fondo de entonces. Luego, dichas pérdidas en pesos se corrigen por la variación de la UF convirtiéndolas en pesos de hoy, los que luego se transforman a dólares al tipo de cambio del día. El resultado es que entre el 25 de julio del 2007, cuando se inicia su desplome, y el 24 de agosto del 2008, las mismas sumaban 14.468 mil millones de dólares.



Con toda probabilidad, con subidas y bajadas como ha sido hasta ahora, dichas pérdidas van a continuar profundizándose a lo largo de muchos meses. Adicionalmente, es muy posible que sean hoy muchísimo mayores que lo que reconocen las cifras oficiales, puesto que parte importante de los fondos están invertidos en instrumentos de dudosa liquidez en este momento. ¿Cuanto valen hoy en el mercado, por ejemplo, los papeles del «Dimensional Fund Advisors» donde las AFP tenían invertido el 8,5% del total de inversiones en el exterior en julio del 2007? Es necesario tener presente que precisamente por la diferencia entre los valores nominales y de mercado de los instrumentos financieros en poder de los mayores bancos y compañías de seguros del mundo, estos han debido castigar hasta el momento 501.000 millones de dólares. Lo más probable es que varios de los instrumentos en que las AFPs han invertido los fondos de pensiones deban ser castigados del mismo modo.



Todo esto tiene gravísimas consecuencias para las pensiones. Como ha reconocido El Mercurio en su editorial del 17 de agosto, «un fondo cuyo valor cuota aumenta 50 por ciento a lo largo de cinco años, para luego caer 50 por ciento en los cinco años siguientes, entrega a sus afiliados una rentabilidad acumulada neta negativa, de -25 por ciento. Para que la rentabilidad acumulada neta sea nula, se requiere que la magnitud de las alzas supere a la de las bajas.»



Por otra parte, ese mismo editorial hacía notar que sólo el 0,6% de los afiliados tiene sus ahorros en el fondo E que ha demostrado ser seguro. Es interesante agregar que dicho fondo concentra el 2,9% de los fondos, lo cual indica que el saldo promedio de quienes se han cambiado al mismo es muy superior al promedio. En efecto, al 24 de agosto del 2008, los 56 mil afiliados que mantienen ahorros en dicho fondo exhiben un saldo promedio de 27,7 millones de pesos en su cuenta individual, mientras 99,4% de afiliados restantes que los mantienen en fondos más riesgosos tienen un saldo promedio de 5,7 millones de pesos.



De este modo, la masa que más están perdiendo es la que tiene fondos más modestos. No es raro, porque las AFP han venido insistiendo que la gente no se cambie «porque se trata de inversiones de largo plazo.» Esto es una soberana tontería, por decir lo menos, puesto que evidentemente las grandes pérdidas que sufren en este momento son perfectamente evitables si se guarecen hasta que amaine la tormenta. Por otra parte, cambiarse de fondo es una verdadera odisea en los sitios web de las AFPs, los que ponen todo tipo de trabas que dificultan el trámite.

Todo ello ante la impasividad de las autoridades, que han preferido esconder la cabeza haciendo oídos sordos a las advertencias que se les han hecho llegar. CENDA, en particular, ha enviado dos cartas a las autoridades pertinentes, el 29 de agosto y luego el 12 de noviembre del 2007, en que alertaba de esta situación y solicitaba se tomaran medidas para resguardar los fondos de pensiones.



Al revés, en cumplimiento de lo aprobado por el Parlamento en la reciente reforma previsional, la SP acaba de aprobar normativas que permiten a la AFP invertir los fondos en derivados y otros instrumentos, los mismos que en estos días una comisión del congreso estadounidense se propone prohibir a inversores institucionales, por las graves consecuencias de la especulación en los mismos. Las AFPs ahora pueden invertir prácticamente en los instrumentos que quieran mientras las «clasificadoras de riesgo» los califiquen de «seguros,» tal como hicieron con los «subprime.»



CENDA ha reiterado hace unos días ante la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados su planteamiento hecho hace un año al parlamento chileno y autoridades pertinentes, acerca de la necesidad de investigar las pérdidas reales de los fondos e intervenirlos para proceder a su repliegue ordenado a inversiones seguras en el país.



Mientras tanto, una vez más pierde Moya.



*Manuel Riesco es director de CENDA, Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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