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La política chilena tiene una lección que aprender

En Chile esta experiencia es digna de imitar. Dado que tanto la Concertación como la Alianza están compuestas por más de un partido, la unión antes de la elección es una medida fundamental para solucionar -al menos mediáticamente- los conflictos y rivalidades entre todos los referentes y partidarios para maximizar los beneficios de la votación.


Por Kenneth Bunker*



En Estados Unidos las convenciones políticas tienen un objetivo muy particular: unir las diferentes facciones dentro de los partidos para enfrentar las elecciones presidenciales con el máximo ímpetu y fuerza posible. La Concertación y la Alianza tienen importantes lecciones que aprender de éste método.



La Concertación y la Alianza son extremadamente parecidas al Partido Demócrata y al Partido Republicano en Estados Unidos. Si bien las coaliciones chilenas son conformadas por múltiples partidos, su larga trayectoria y éxito electoral, comparado con el resto de los partidos (e.g. Humanista, PRI, Comunista), hace que su comportamiento sea en efecto uno que corresponde a un partido político. Asimismo hay una serie de puntos que hacen que las experiencias políticas estadounidenses sean fáciles de imitar en el escenario chileno.



Por ejemplo, tanto los partidos en Estados Unidos como las coaliciones chilenas son los dos referentes más grandes de sus respectivos países, acumulando más de 90% de los votos. Asimismo acaparan casi el 100% de los escaños en el poder legislativo. Otra característica de similitud es que ambas son las dos grandes ideologías que representan dentro de sus respectivos países las diferencias y rivalidades en el eje económico liberal-conservador. De la misma forma funiconan los roles de los múltiples líderes dentro de sus partidos. Por ejemplo, los partidos en Estados Unidos cuentan con variados tipos de liderazgos y de votantes, no existe una sola corriente.



Tanto como hay referentes más bien moderados, hay referentes más bien rígidos. De la misma forma los votantes se dividen en blandos, moderados y duros. Esto es comprable con el caso chileno, porque tanto la Concertación como la Alianza tienen múltiples facciones y visiones sobre cuales son los mejores medios para obtener y ejercer el poder: las diferentes líneas de los partidos. Y por otro lado, el electorado también se divide por ideologías partidarias. Es decir, en Chile y Estados Unidos, el sistema de partidos se destribuye de una forma extremadamente similar.

Recientemente hubo convenciones de los principales partidos polticos en Estados Unidos. Tanto la Convención Demócrata en Denver, como la Convención Republicana en Minneapolis fijaron la agenda mediática por dos semanas en el pais. La decisión de los partidos por hacer este tipo de convención no es aleatoria, ni sus beneficios escasos. La principal idea es adoptar una agenda común, y fijar una plataforma única de donde todos los partidarios se puedan identificar con una misma línea determinada por el candidato proclamado. Así, se une a todos los líderes del partido, específicamente a aquellos que antes se habían mostrado como pre-candidatos rivales, para profesar unidad y espíritu de equipo. En esta instancia también se moviliza a los referentes mediáticos, se atrae a los votantes blandos, y se persuade a los indecisos.



En Chile esta experiencia es digna de imitar. Dado que tanto la Concertación como la Alianza están compuestas por más de un partido, la unión antes de la elección es una medida fundamental para solucionar -al menos mediáticamente- los conflictos y rivalidades entre todos los referentes y partidarios para maximizar los beneficios de la votación. Si el objetivo es una elección exitosa, el mejor camino es la unidad. Es la única vía que garantiza una votación tangible y masiva. Llegar a una elección con partidos políticos, o coaliciones divididas, es la peor estrategia posible. Un partido que no se pueda organizar internamente raramente va congregar a gente que vote por ella para que organice un país.



Sea Lagos, Bitar, Gómez, Alvear o Insulza el candidato de la Concertación, esta debe mostrar la mayor unidad posible antes de enfrentar la elección presidencial. Lo mismo sucede para la Alianza. Lavín, Longueira, Zalaquett, Piñera y Novoa, como referentes de sus sectores, deben mostrar que la unidad dentro de la Alianza es un tema primordial. Tanto la Concertación como la Alianza deben proyectar que están más interesados en hacer una política que sea beneficiosa por el país, que una política que sea simplemente por los votos y la lucha por el poder. En tanto se dejen atrás las rencillas y se logren concretar opciones únicas para asumir el poder, la gente va tener una mejor percepción y una mayor acogida a la política en sí.



Porque más que una opción es una estrategia, no solo es la última oportunidad en donde todos los grandes líderes podrán hacer campaña como un ente único, sino que es la única forma donde cada partido pueda por un lado unir mediática y masivamente a los díscolos bajo una sola línea, y por otro convencer a los electoralmente indecisos y desinteresados.





*Kenneth Bunker es cientista político y consejero de Independientes en Red.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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