Publicidad

Paz y calentamiento global

Chile es el país de América Latina que más ha aumentado sus emisiones per capita desde la década del 90, superando las de China. Un chileno medio emite 4 toneladas anuales de carbono, mientras un suizo es responsable de 5 y un norteamericano de 20. Es decir, los chilenos tenemos emisiones parecidas a uno de los países con mejor calidad de vida, lo que comprueba que ser responsable no implica necesariamente andar a oscuras.


Por Ximena Abogabir*



A partir del otorgamiento del Premio Nobel a Al Gore y al Panel Internacional del Cambio del Clima -IPCC-, la humanidad dejó atrás la pregunta si el clima efectivamente estaba cambiando en el planeta Tierra, para debatir cómo mitigamos dicha transformación y, lo más difícil, como nos adaptamos a sus consecuencias.



Asumiendo que el planeta ha vivido cambios intensos en el pasado, es preciso reconocer tres cosas:



-En el proceso, muchas especies perdieron las condiciones que hacían posible su existencia, por lo que esta vez podría tocarle el turno de desaparecer a la especie humana.
-Nunca un cambio había sido tan acelerado como el actual.
-No existió entonces una especie «inteligente» que comprendiera el fenómeno, que entendiera que ella misma lo estaba originando y conociera las medidas que debía adoptar para minimizarlo, lentificarlo, detenerlo o revertirlo.



Según nos informa el IPCC, si hoy tomáramos medidas drásticas en el presente, el pool de emisiones igual seguirá impactando por siglos porque las moléculas siguen activas por 100 años. Por ello, dado que la temperatura del planeta ya ha subido dos grados, la propuesta de los científicos es reducir al 50% las emisiones a la atmósfera para el año 2050.



Como siempre ocurre, el debate tiende a buscar a los responsables en la vereda del frente: que los norteamericanos son derrochadores, que ahora los chinos están entrando a la sociedad de consumo. Si bien lo anterior es efectivo, lo relevante es que cada uno asuma que toda opción tiene consecuencias, por lo que todos requerimos cambiar en los más diversos ámbitos de la vida.



Chile necesita con urgencia comenzar a adaptarse al cambio climático. No sólo por el impacto que el aumento de la temperatura tendrá en la agricultura, en la salud de las personas, en la infraestructura, sino también en el ámbito comercial. Muchos supermercados norteamericanos ya están comenzando a limitar el porcentaje de productos transportados por vía aérea. Dada la lejanía de Chile de los mercados compradores, la vulnerabilidad de nuestros productos, medidos en huella de carbono, es superior al resto. Tradicionalmente la presión de los consumidores ha probado ser más eficiente incluso que los acuerdos internacionales.



Por otra parte, según el Índice de Desarrollo Humano del PNUD sobre cambio climático, Chile es el país de América Latina que más ha aumentado sus emisiones per capita desde la década del 90, superando las de China. Un chileno medio emite 4 toneladas anuales de carbono, mientras un suizo es responsable de 5 y un norteamericano de 20. Es decir, los chilenos tenemos emisiones parecidas a uno de los países con mejor calidad de vida, lo que comprueba que ser responsable no implica necesariamente andar a oscuras.



Los países inteligentes ya han promovido el cambio cultural para hacer un uso eficiente de la energía, sumado a que el avance tecnológico permite reducir el consumo con la misma prestación. Por ejemplo, las ampolletas eficientes, los electrodomésticos etiquetados de modo que el consumidor pueda incorporar criterios ambientales en su decisión de compra, el transporte sustentable, la incorporación de criterios energéticos en la edificación, entre otros.



Ya es sabido que sólo la suma de voluntades personales y colectivas dará el resultado deseado. La colectividad de naciones requiere generar los acuerdos internacionales que permita acordar la ruta del largo plazo así como los mecanismos financieros que posibiliten la transferencia tecnológica.



Por su parte, se necesita que el Estado fije los incentivos y genere los espacios para promover el cambio cultural de la ciudadanía. Asimismo, es urgente hacer un análisis de vulnerabilidad y difundir mensajes de mitigación diferenciados. Por cierto, este no es un tema que afecte a todos por igual: los impactos mayores los van a sufrir los países más pobres y las personas más desposeídas en ellos. También las posibilidades de adaptación serán distintas: así como un grupo lava su ropa en una artesa, otro la lava en una máquina y otro lava y seca con máquina.



También se precisa que las empresas privadas aporten soluciones tecnológicas con menor impacto, para lo cual deben explorar el potencial de las fuentes energéticas más limpias y renovables.



Dado que en Casa de la Paz entendemos que existe una amenaza real a la supervivencia de la humanidad, similar al holocausto nuclear que dio origen a la institución en 1983, lo que nos interesa es «bajar» el tema al nivel personal. Mal que mal, el individuo tiene una doble responsabilidad porque:
-El problema global requiere un urgente cambio de conducta en los 6 billones de seres humanos; y
-Las decisiones políticas están en manos de gobernantes elegidos en su mayoría democráticamente, por lo que tienden a escuchar las prioridades de sus electores.



Una importante herramienta educativa al alcance de todos es el cálculo de la huella de carbono: en www.ceroco2.cl cada persona puede calcular su aporte y proponerse disminuir su impacto. En Casa de la Paz nos hemos comprometidos a hacerlo, planteándonos una meta a nivel personal y como institución.



Cuando Al Gore recibió el Premio Nobel recordó un antiguo proverbio: «Si quieres ir rápido, anda solo. Si quieres ir lejos, anda junto con otros». Esta vez necesitamos ir lejos y rápido a la vez, por lo que es preciso aliarnos para sumar.





_________________________________________



*Ximena Abogabir es directora de la Casa de la Paz.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias