Publicidad

Elecciones municipales: sin alternativas

No es fácil que los municipios puedan fiscalizarlos por el alto grado de dependencia que muestran tener algunos alcaldes respecto de los poderosos intereses inmobiliarios. El de Vitacura aprobó un plan masivo de construcción de torres impulsadas por una empresa de un cuñado…


Por Carlos Huneeus*

Las elecciones municipales están nuevamente dominadas por la personalización de las campañas, con candidatos que esconden su partido, temiendo ser perjudicados si lo hacen. Se inició esta tendencia en los años 90’ con criterios de marketing y se mantiene aunque es una recomendación irrelevante: la gente vota tomando en cuenta a los partidos, especialmente por ser un país dividido por la dictadura, y también considera la calidad del candidato. Por muy atractivo que sea el cartel de un pinochetista, no conseguirá convencer a los votantes concertacionistas y viceversa.

Esta medida publicitaria ha perjudicad a los partidos, que debieran actuar con coherencia, sin esconderse, y deben evitar el culto a la personalidad de figuras que después no controlan porque priorizan sus intereses personales. Ha favorecido el cinismo político, porque la noche de la elección cada colectividad se apropiará del porcentaje de votos obtenido por sus candidatos que no usaron su nombre.

No todo es responsabilidad de los publicistas y asesores de campañas, que hinchan su pecho cuando su candidato triunfa y se esconden en la derrota, escudándose luego en la mala memoria de los chilenos para volver a “asesorar” campañas futuras. Los partidos son responsables porque han promovido este estilo de campaña.

Hay otro problema en esta elección: la ausencia de propuestas sustantivas por parte de los partidos. Los partidos tienen la función de agregar intereses de la sociedad, identificando problemas comunes, para entregar alternativas de solución a ellos. Ahí se pone de manifiesto otra debilidad. El PPD es un partido instrumental, sin orientaciones programáticas y que maximiza la búsqueda de los votos, aun quebrando a la Concertación. La UDI tampoco tiene una propuesta programática, más allá de buscar “la sociedad libre”, un objetivo pintoresco para una colectividad fundada durante el régimen militar por sus principales colaboradores civiles. El PS hace tiempo dejó de lado sus planteamientos sustantivos y destacadas figuras están muy lejos del socialismo y más interesadas en sus buenas relaciones con los grandes empresarios. Y el PDC definió una propuesta programática en su Congreso el 2007, pero su directiva ha mostrado carecer de la inteligencia y la fuerza política para traducirla en un proyecto alternativo, como lo hicieron Patricio Aylwin y Gabriel Valdés en los años 80.

El resumen hecho por su presidenta, la senadora Soledad Alvear, en La Tercera hace un par de semanas era un cajón de sastre por la variedad de temas y la ausencia de prioridades en ellas.

La realidad municipal muestra problemas nacionales, ante los cuales los partidos debieran tomar posiciones, como el daño que provocan en las ciudades los grandes proyectos inmobiliarios, con viviendas de mala calidad y provocando caos viales. La proliferación de torres en la capital, y en las grandes ciudades, recuerda el programa de construcción de viviendas por la dictadura comunista de Erich Honecker en la República Democrática Alemana, especialmente en Berlín, provocando hacinamiento y  pésima calidad de vida.

No es fácil que los municipios puedan fiscalizarlos por el alto grado de dependencia que muestran tener algunos alcaldes respecto de los poderosos intereses inmobiliarios. El de Vitacura aprobó un plan masivo de construcción de torres impulsadas por una empresa de un cuñado, que fue detenido no por una decisión del ministerio de la Vivienda o de los parlamentarios, sino por una iniciativa ciudadana de Rodolfo Terrazas, flamante candidato a alcalde, apoyado por la Contraloría.

Las elecciones municipales no tienen que ver sólo con personas; tienen que ver con proyectos que afectan la vida de sus ciudadanos, es decir, con políticas. Los partidos debieran aprovechar esta oportunidad y no desecharla.

 

*Carlos Huneeus es director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias