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Modificaciones al AFI: avanzando hacia una mayor equidad

Hoy es imperativo señalar que el AFI, tal como existe actualmente, es un sistema socialmente regresivo y que no ha hecho otra cosa que entregar un mensaje desesperanzador a los jóvenes con mérito académico que no tienen posibilidades de estudiar en un colegio de calidad…


Por Sergio Torres*

Cuando faltan pocas semanas para que se rinda nuevamente la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y los planteles ya se preparan para recibir a sus nuevos estudiantes, un antiguo  debate se ha vuelto instalar en la opinión pública: la asignación del Aporte Fiscal Indirecto (AFI).

Hace sólo algunos días el Ministerio de Educación anunció su propuesta de modificar este sistema de financiamiento, que desde 1982 se entrega a los planteles que captan los 27.500 mejores puntajes de la PSU. Actualmente dicho sistema considera únicamente el test de ingreso a la universidad, mientras que la propuesta del Mineduc planea agregar las notas de enseñanza media y, más específicamente, el lugar en que se ubicó el alumno dentro de su promoción.

Este nuevo esquema asume en parte el voto de mayoría estipulado en el Informe del Consejo Asesor Presidencial para la Educación Superior, entregado en marzo de este año a la Presidenta de la República. En efecto, en lo que concierne al AFI una clara mayoría del Consejo se inclinó en mantenerlo como un subsidio a las instituciones, pero procurando que  las incentive a reclutar los talentos provenientes de los quintiles de menores ingresos. De esta manera, los recursos asignados, que son de libre disponibilidad de las instituciones que finalmente los reciben, permiten que se fomente una mayor inclusión y se reconozcan los talentos, con independencia de su proveniencia social.

Los detractores de la media aducen que se estaría alterando la esencia de este aporte, que fue creado para premiar a los planteles que captan alumnos con excelencia académica. El fundamento de esta posición es que la preferencia de los estudiantes sigue siendo un buen indicador de la calidad de la institución a la que se postula. Con los cambios, precisan, se estaría beneficiando a instituciones de menor calidad y restando recursos a las instituciones de mayor prestigio.

Es necesario advertir que el AFI es algo más que un inocente criterio de asignación de  recursos. La propuesta de modificación incomoda no sólo por las dificultades financieras que pudiese ocasionar, sino porque evidencia un conjunto de temas largamente pendientes en nuestro debate y análisis de lo que está pasando en la enseñanza superior y su relación con el sistema escolar. En efecto, los criterios con los cuales se mide el ingreso a las universidades impacta fuertemente en el desempeño de los jóvenes y docentes de la enseñanza media. Desde ese punto de vista, mantener la PSU como criterio esencial de asignación del AFI es reforzar la  percepción generalizada que el esfuerzo serio y constante de jóvenes –y la gran mayoría hoy se educa en colegios de bajo desempeño- no tendrá su recompensa, pues bien sabemos cómo serán los resultados de la PSU y su correlación con el origen socio económico de nuestra población.

Así las cosas, el debate del Aporte Fiscal Indirecto (AFI) es algo más que asignación de recursos a instituciones meritorias pues tiene un doble componente. Orienta el esfuerzo del desempeño del Sistema Escolar y, por otra parte, abre oportunidades más equitativas a los jóvenes, con independencia de su origen socio económico. ¿No es aquello algo medular en nuestra actual situación?
Por tanto –y aunque algunas instituciones se incomoden-  hoy es imperativo señalar que el AFI, tal como existe actualmente, es un sistema socialmente regresivo y que no ha hecho otra cosa que  entregar un mensaje desesperanzador a los jóvenes con mérito académico que no tienen posibilidades de estudiar en un colegio de calidad y que además saben de antemano que su esfuerzo no será recompensado.
Un cambio en esta estructura, por tanto, significaría un enorme avance en la en materia de equidad y podría significar que aquellos jóvenes de escasos recursos que poseen talento académico y  obtienen excelentes notas en la enseñanza media, puedan acceder a mejores oportunidades para seguir una formación en la enseñanza superior.

Valoro significativamente la idea de modificar el sistema de Aporte Fiscal Indirecto, no tanto por los recursos que esto pueda reportar a otros planteles con buen desempeño, sino porque constituye un  avance en la senda de brindar más y mejores oportunidades a los jóvenes que año tras año ven con impotencia cómo los aportes fiscales siguen beneficiando preferentemente a quienes han tenido la suerte  de nacer en una mejor posición económica y porque puede contribuir a impactar positivamente en el conjunto del sistema escolar.

*Sergio Torres es Rector de la Universidad Católica Silva Henríquez

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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