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El Colegio y la formación de los periodistas

El argumento del Colegio es simple y banal: dado a que el mercado profesional se encontraría «saturado», invita a los estudiantes a reflexionar e investigar mucho al momento de optar por ser periodistas. Se trata de instalar –furtivamente- una desconfianza que -siendo muy válida…


Por Guido Lagos*

Por segundo año consecutivo el Colegio de Periodistas se lanza en una sospechosa campaña de defensa corporativa de sus «puestos de trabajo», encubriéndola en un discurso pseudo académico que pretende incentivar a los estudiantes egresados de la educación media a prestar atención a la calidad de las «ofertas» que la Educación Superior al respecto tiene. El argumento del Colegio es simple y banal: dado a que el mercado profesional se encontraría «saturado», invita a los estudiantes a reflexionar e investigar mucho al momento de optar por ser periodistas. Se trata de instalar –furtivamente- una desconfianza que -siendo muy válida- no tiene que ver, sin embargo, con la dificultad de acceso a «puestos de trabajo». Porque si de desconfianzas se trata, es todo el Sistema de Educación Superior del país el que está en cuestión, no sólo el periodismo.

Varias reflexiones pueden surgir de las declaraciones que en este sentido ha emitido el Colegio y su Presidente. La principal de todas tiene que ver con el estatuto del conocimiento que se genera en las instituciones de educación superior. El conocimiento surgido  y socializado en nuestras universidades ¿necesariamente debe estar pragmáticamente vinculado al mercado laboral? ¿La universidad es una entidad «profesionalizante» y estructurada en lógica de ascenso y de movilidad social? ¿El conocimiento es sólo un «instrumento/herramienta» para acceder a un puesto de trabajo? Son esas las preguntas de fondo que no han sido siquiera formuladas ni por el Colegio ni tampoco por las «comisiones», leyes y otras dinámicas que surgieron post  «revolución pingüina». Abrimos las preguntas y las dejamos ahí, porque no es nuestro tema aquí.

Nuestro tema es el Periodismo y, por lo tanto, los futuros periodistas. ¿Qué significa ser periodista en los inicios del siglo XXI? Respondido eso, ¿cómo se estructura la formación del conocimiento necesaria para preparar a ese periodista?

Respecto de la primera pregunta, la «respuesta» (que no da, por cuanto no se la plantea) que se deduce de la declaración del Colegio y de su Presidente sólo hace alusión -muy desconfiada y casi reaccionariamente- al asunto de las nuevas tecnologías de la información. Internet, blogs y todo eso. Y claro, indudablemente que la irrupción ciber náutica cuestiona, pero no sólo al periodismo. Es todo el mundo el que se encuentra en transformación y las consecuencias de ese proceso -la misma  cibernética nos lo dice- son fuertemente aleatorias, azarosas y, por tanto, impredecibles. Sobre las consecuencias de esa «inter-net-ización», cualquier certeza es simplemente una profecía vaga. Entonces el cuestionamiento respecto del periodismo no puede anclarse solamente en los «cambios tecnológicos». El periodista del siglo XXI no puede ser -ni será- el «viejo, heroico y abnegado reportero» que ahora maneje -muy profesionalmente- las nuevas tecnologías de la información. Lejos de eso, preguntarse por la formación del periodismo hoy día significa responder cuestiones bastante más profundas. La primera de todas -ya la dijimos- es sobre el estatuto y valor del conocimiento en general. Sólo a partir de allí podremos partir a la búsqueda de las especificidades para la «formación periodística». Sin pretender agotar el tema, y más bien como modo introductorio y provocador a ese necesario debate, pautearemos algunos esbozos de respuesta.

1.-  Una muy sólida formación en la dimensión ética de la «humanidad» de la persona. Ello tiene que ver con el desarrollo de creatividades, actitud crítica y reflexiva, pasión por el conocimiento, responsabilidad con el otro y con todos. También está ello vinculado al desarrollo y potencialidad de las capacidades de observación y meta observación, asunto que -en el caso del «periodista»- adquiere una muy particular relevancia.

2.- Un muy profundo conocimiento e interés por saber observar y descubrir el «lado comunicacional» de cualquier proceso. Si a la globalización le agregamos el avance de las llamadas ciencias cognitivas en las últimas décadas, no es muy difícil percatarse que hoy, en el mundo entero, la clave del «entendimiento» y «operacionabilidad» del ser humano, radica en saber ver las relaciones que se esconden en todo lo que aparentemente sucede. La comunicación, en tanto disciplina científica, es precisamente ello: un conocimiento/saber transdisciplinario que centra su mirada en las relaciones. La comunicación no mira ni se centra en los «objetos». Su ámbito de pertinencia es precisamente la generación de puentes que conectan los aparentes objetos. (Gregory Bateson)

3.- Una muy sólida formación que apunte a la comprensión -crítica y reflexiva- del mundo que vivimos. El conocimiento de la sociología, de la psicología social, de la lingüística/semiótica, de la antropología, etc., no es sólo asunto de la «formación general» para la estructuración de un periodista. El saber «contextualizar» lo que se observa, es una posibilidad estética que nos abre a la ética de lo humano en el momento de asignar sentido a aquello que aparentemente está sucediendo. Saber dimensionar el rol del «contexto» de lo que sucede amplía el arco de percepción de todo aquello que se mira.

4.- Por último, y no por ello menor, un muy buen manejo/operacionabilidad de «instrumentos/herramientas» específicas de y para su accionar. Con ello no sólo estamos haciendo alusión a elementos de «redacción», «interpretación», «destreza técnica», «audiovisualidad y digitabilidad» y/o prácticas escriturales. Hay todo un mundo de otras acciones comunitario-ciudadanas que se abren como campo de posibilidades para el periodista, que dicen relación con la perspectiva de la comunicación aquí desarrollada. Redes ciudadanas a construir, organización de la sociedad civil en torno al rescate y desarrollo de la cultura, desarrollo local y comunitario. Relaciones públicas en la buena acepción de ese concepto. Creatividad en la generación de su propio desarrollo profesional, es también un sólido «instrumento» para el periodista que estamos formando.

El lector podrá hacer aquí la observación de que ninguno de los aspectos que prescribo son privativos de la formación periodística: efectivamente, no lo son, y es de esperar que en la formación que brindan las universidades para todas las disciplinas, nunca lo sean.

*Guido Lagos es docente de la Escuela de Periodismo, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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