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Por qué no va a ganar Piñera (o las posibilidades del PRI)

Christian Buscaglia
Por : Christian Buscaglia Periodista El Mostrador
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El exceso de voluntarismo de la Locomotora, muy útil en la vida económica, constituye su principal lastre en la actividad política. Declaraciones de dirigentes de la UDI muestran que esta actitud es contagiosa. Todos ellos parecen no comprender que el acuerdo con el PRI no…


Por Eric Palma*

De mantener la estrategia electoral actual, resulta altamente improbable que Sebastián Piñera alcance la jefatura de la República. Su invitación al PRI y a Chile Primero para configurar un nuevo referente muestra una inexcusable falta de comprensión de la política chilena y sus actores.

El exceso de voluntarismo de la Locomotora, muy útil en la vida económica, constituye su principal lastre en la actividad política. Declaraciones de dirigentes de la UDI muestran que esta actitud es contagiosa.

Todos ellos parecen no comprender que el acuerdo con el PRI no depende de su voluntad y de la de Zaldívar, depende, por el contrario, de la coyuntura electoral, de las masas, muchedumbres en las que Piñera desconfía y a las que teme (se organizan en sindicatos, realizan denuncias en la Dirección del Trabajo, piden aumentos de salarios, en fin, un auténtico problema en la estructura de costos de la empresa).

Las masas, cuerpo electoral en la democracia, no son máquinas de emisión de votos, tienen conciencia política y tradición electoral: no compran ni consumen candidatos, votan, es decir, reflexionan (aunque sea superficialmente). Piñera y su equipo confían demasiado en el marketing político y no parecen entender que no basta con querer una alianza con el PRI. ¿Cómo conseguirá Piñera llegar a la conciencia de un electorado que se forjó en política en la lucha contra economistas como él? ¿Como explicarán Zaldívar o Mulet la necesidad de votar por un empresario que es símbolo del modelo económico que ellos proponen superar? Es necesario convencer a los electores de este partido de la legitimidad y conveniencia de la unión electoral.

Zaldívar y Mulet han declarado que su objetivo es «conquistar al centro político y a todos los decepcionados de la Concertación y la Alianza». Para ello necesitan poner a la Concertación a su izquierda, y a la Alianza  por Chile, a su derecha. Si el PRI se derechiza, lo que haría si entra en el pacto de Piñera, no tendrá mayores posibilidades de ganar identidad política como partido de centro.

Renovación Nacional aspira a ocupar el mismo centro aprovechando la debacle de la DC, luego, ¿por qué podría estar interesado el PRI en fortalecer la candidatura de Piñera? ¿serán tan torpes sus líderes para vigorizar a una de sus principales amenazas políticas?

 De seguro Zaldívar y Mulet lograrán lo que Fra-Fra consiguió: diputados en una contienda electoral contra la Concertación  y la Alianza por Chile (que aglutina a las derechas). Sin embargo, hay una gran diferencia entre el Partido de Centro-Centro y el PRI, éste tiene políticos ambiciosos y profesionales: cabe presumir que no han perdido de vista la desastrosa experiencia de Frei Bolívar, otro célebre descolgado de la DC, y que comprenden perfectamente que no tendrán ninguna posibilidad de crecimiento si se integran a la Alianza.

De hacerse efectiva en las elecciones parlamentarias esta victoria electoral se configurará una realidad al alcance del sentido común: el PRI no es de derecha, ni de izquierda dirán ellos, es el partido de centro del sistema.

Su principal desafío como partido de centro será reeditar los tres tercios de la política chilena, si lo logran, sus dirigentes se sentarán a recibir los dividendos por este acierto.

Cabe presumir que Zaldívar ya sacó las cuentas y comprendió que si quiebran el sistema binominal y se instalan como partido visagra, conservarán figuración política relevante. Seis años son un suspiro en política. Si no caen en la trampa del binominalismo, seguramente veremos en el 2014 a un consolidado PRI con un Mulet o un Zaldivar candidato a la presidencia de la República, aglutinando ellos, y no como pretende hoy día Piñera, allegados a la centro derecha chilena.

Este escenario no cambiará sea que ganen las derechas o la Concertación en la próxima elección presidencial: si gana la Alianza se debilitará la DC y el PRI esperará por esos electores; si gana la Concertación el PRI esperará por los electores de Chile Primero y de algunos díscolos de Renovación Nacional (varios de ellos interesados en pasar cuentas a la UDI por su conducta del 2008, cuando cuestionaron las posibilidades de Piñera).

Sin embargo, se cierne una amenaza sobre el PRI: la ambición a veces desmedida del colorín. Mulet, como auténtico Pepe Grillo, debe velar por la cordura y la coherencia del discurso. Si son plenamente consecuentes y no votan por las derechas, si logran diferenciarse de la Alianza, tal como lo hizo Fra-Fra, se transformarán en el partido estrella de la década del 2010.

¿De donde sacarán las derechas el 14% que les falta para llegar a la presidencia? Seguramente no del partido de Zaldívar.

Que le den tribuna a Schaulsohn, el político más depreciado de los últimos años, para mostrar las posibilidades de la ampliación de la Alianza, constituye un notable nuevo error

Como se aprecia, la invitación al PRI y la apuesta por Chile Primero, muestra una ceguera del equipo de Piñera que es expresión de una falta de capacidad de análisis político. Incapacidad que permite dudar de su habilidad para alcanzar la presidencia de la República y que alienta los esfuerzos de la UDI por posicionar un candidato propio.

*Eric Palma González es doctor en Derecho, profesor de la U. de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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