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Chile y China en medio de una crisis

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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China cuenta con reservas en moneda que superan el trillón y medio de dólares estadounidenses, mas ha implementado medidas tendientes a identificar oportunidades de inversión para sus empresas estatales en los campos de la minería, agroindustria, energía, medio ambiente y conectividad…


Por Mario Ignacio Artaza*

Chile es el país latinoamericano que cuenta con la mayor cantidad de instrumentos jurídicos y de mecanismos de cooperación bilateral ya negociados, rubricados y aprobados, orientados a servir como las bases para edificar una relación de largo aliento con la República Popular China.

Un Tratado de Libre Comercio en bienes que ha impulsado el intercambio bilateral a superar los US$16 mil millones en el 2007 y, en los primeros nueves meses del 2008 ya se encumbra por sobre los US$14 mil millones (más de un 80% del comercio bilateral directo desde Chile a China depende del cobre, principal consumidor global de dicho recurso minero); acuerdos de cooperación en materias laborales, PYMEs y medio ambiente; 15 convenios entre ciudades/provincias chinas con pares en Chile; el establecimiento de dos Institutos Confucio para el aprendizaje del idioma chino y el conocimiento de la cultura china en nuestro país (Santiago y Viña del Mar); un Consejo Binacional de Negocios; el primer banco latinoamericano en contar con una oficina de representación en Beijing (Banco de Chile); una Granja Experimental con frutales y más de 5,000 árboles que provienen de semillas chilenas; un acuerdo suplementario en servicios concluído y una institucionalidad que potencia la interacción parlamentaria bilateral, son algunos de los hitos recientes de la historia de dos países del Pacífico que son socios en APEC y, por cierto, del sistema multilateral de comercio a través de los aportes que genera el G-20.

 Ciertamente, dicho status es compartido con un puñado de países del planeta, muchos de los cuales tienen relaciones que revisten un mayor grado de compromiso estratégico para China que Chile. En tal condición se encuentran – por ejemplo- Japón, Corea del Sur, los Estados Unidos y, actualmente en nuestro continente, Brasil (soja y una planta para la fabricación de aviones); Cuba (por su cercanía los Estados Unidos y su vinculación ideológica); México (por su extensa e interactiva frontera con los Estados Unidos y el NAFTA), y Venezuela (petróleo).

De ahí que, en momentos que la mayor cantidad de naciones del orbe atraviesan por la incertidumbre que trae consigo una crisis financiera que ha mermado severamente las confianzas en la banca internacional, Chile presenta condiciones favorables para aprovechar positiva y constructivamente y a) consolidar de una vez por todas su condición de exportador de productos agroindustriales de calidad y con precios competitivos a China y b) atraer de una vez por todas mayores flujos de inversión directa proveniente del país que presenta hoy, la más alta fluidez en materia financiera en el planeta.

China cuenta con reservas en moneda que superan el trillón y medio de dólares estadounidenses, mas ha implementado medidas tendientes a identificar oportunidades de inversión para sus empresas estatales en los campos de la minería, agroindustria, energía, medio ambiente y conectividad, entre otros rubros. Este punto es de especial importancia para Chile, pues resulta inexplicable que el monto total invertido directamente por China en los últimos 30 años no supere los US$100 millones (US$440 millones indirectamente según cifras del Ministerio de Comercio chino), en circunstancias que nuestro país ha percibido más de US$70 mil millones en el mismo período de tiempo (de acuerdo al Comité de Inversiones Extranjeras). El motor para alcanzar el desarrollo necesariamente requiere, hoy más que nunca, de los flujos de dinero asociados a inversión directa desde países como China, incluso para el caso de Chile.

Junto a lo anterior, el reciente paquete de medidas adoptadas por el gobierno central, las cuales tienen un valor que superará los US$600 mil millones, tiene ribetes que deben motivar a las autoridades chilenas a visualizar la implementación de programas de cooperación y de provisión de servicios en las zonas rurales chinas, en atención que localmente se busca a) dotar a las zonas agrícolas de mayor tecnología y de procesos eficientes de cultivo (rendimiento) como así también en toda la cadena de distribución y comercialización, y b) incorporar al campesinado al proceso de globalización a través de políticas en materia de vivienda, educación y salud, todas las cuales Chile tiene una trayectoria probada de más de 30 años de experiencias positivas.

China se ha puesto una meta tangible a corto plazo: concentrar sus esfuerzos en el desarrollo de un mercado interno seguro y sustentable tanto para el productor como para el consumidor. He ahí una área de trabajo en donde Chile también puede contribuir con conocimiento, tecnología y/o su aplicación, más -a través de la presencia activa de empresas chilenas en terreno chino – contribuir a la gradual incorporación de China a un mercado más amplio en rubros donde Chile ya presenta un alto grado de competitividad, léase en el ámbito forestal, el minero, pesquero y en algunos servicios complementarios.

 Más allá de pensar en los posibles impactos de la crisis financiera en productos o servicios chilenos en el mercado chino, debiéramos considerar los siguientes elementos para a lo menos visualizar una carta de navegación para nuestro país en un país que, por su ordenamiento institucional, no va a permitir que su población a) se enfrente a una cesantía creciente, con todo lo que ello conlleva para la estabilidad del sistema político y económico post apertura hace 30 años y b) cuenta con la suficiente demanda, availability de fondos frescos y, por cierto, confianza, para sobreponerse a los ribetes negativos que usualmente conlleva un reordenamiento de la institucionalidad internacional en materia financiera. Porque, al igual a como lo hizo en 1997, China será uno de los pilares para la recuperación global. Parte de su motivación por incorporarse al Banco Interamericano de Desarrollo – BID – pasa por aportar recursos (US$350 millones) para financiar proyectos o medidas orientadas a paliar los efectos de la crisis financiera global en países menos desarrollados de la región latinoamericana.

Veamos, entonces, qué debe incluir la carta de navegación para Chile, en China:

 

a.      Elaborar y distribuir en niveles de toma de decisiones, un dossier con oportunidades concretas para la inversión directa china, redactado en chino por supuesto;

b.     Promover la realización de misiones prospectivas de parte de ciudades o de regiones hermanas a sus pares en China, previstas del anterior documento y que éste sea producido sobre la base de las fortalezas que presenta dicha ciudad o región, para su contraparte en China;

c.     Ir más allá del triángulo compuesto por Shanghai – Guangzhou y Beijing. En momentos de crisis, todo el mundo irá por lo mismo. Se debe anteponer a lo común e ir hacia aquellas ciudades emergentes que también se presentan como atractivas para Chile, léase por ejemplo Dalián, Harbín, Tianjin, Xiamen, Nanning, Qingdao, Chengdu y Chongqing, ésta última la ciudad más poblada del planeta, con más de 30 millones de habitantes. Promoción sí, pero porqué siempre donde están todos ya, algunos con más recursos humanos y financieros disponibles para competir con nuestros bienes y servicios? En las ciudades enunciadas también quieren conocer nuestro vino y frutas (hay que concentrarse en uno o dos bienes, no «disparar a bandada» en China;

d.     Darle «diente» a lo que ya está suscrito a nivel bilateral. Hay acuerdos y relaciones institucionales que no cuentan con sustancia o trabajo a corto, mediano y a largo plazo. A modo de ejemplo, en el 2004 se sentaron la bases para un sistema de consultas en materia minera y sólo en el 2008 realizó una visita a China una delegación del Ministerio de Minería encabezada por su titular;

e.      Pensar a China «estratégicamente» y no sólo como un lugar para ir de turismo o de compras. Hay que pensar y actuar como lo que somos en el contexto latinoamericano con nuestros vecinos (Chile, Pais Plataforma) y con China en su interacción con ellos;

f.       Proponer a China «Un Nuevo Trato de Cooperación»: «China recuerda siempre a sus Amigos», es una constante en este país, más aún con la serie de «Primeros» que define la palabra Chile, en China. Porqué no formar parte de la ecuación para la solución – en conjunto – de problemas similares que afectan nuestro desarrrollo y el bienestar de nuestras sociedades. Ambos países han logrado cumplir sus Metas del Milenio pero aún persisten en sus comunidades, serias deficiencias en materia de distribución y de pobreza. China requiere de inputs y experiencias. Las valorará si acaso provienen desde Chile. Los acuerdos de cooperación ya existen. ¡A ponerlos en marcha!

Seis tareas concretas para evaluar. Queda poco tiempo si acaso las queremos poner en práctica, pues no estamos solos en esta carrera por atraer a China ni vender nuestros bienes u ofrecer nuestros servicios, o requerir de sus inversiones. La propuesta está sobre la mesa. Qué decidimos hacer?

 

* Mario Ignacio Artaza es primer secretario del Servicio Exterior y Director de la Oficina Comercial en Beijing.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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