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El minuto feliz de Piñera

Para todos los efectos, la candidatura de Sebastián Piñera tomó velocidad en la derecha, y se encuentra en un punto de no retorno como dice la jerga aérea: despega o se estrella. Y esto último aparentemente solo puede ocurrir por errores o incapacidad propia del candidato y sus equipos…


Por Santiago Escobar*

El apoyo unánime que el Consejo Directivo Ampliado de la UDI dio a la candidatura presidencial de Sebastián Piñera es el hecho político más relevante que pueda presentar la derecha en muchos años. Porque unido a los resultados de las elecciones municipales en las principales ciudades del país y a la posición que Piñera ostenta en las encuestas, resulta evidente la perspectiva cierta de un triunfo presidencial para ella.

Tal situación es independiente de las dificultades que internamente debe resolver la Alianza, entre ellos el perfil programático propio de la UDI y los acuerdos de competencia parlamentaria.

Lo actuado por la dirigencia de la UDI demuestra que la tienda gremialista está analizando el escenario con la cabeza fría, y que aun cuando deberá explicar a sus adherentes la derrota transitoria de su modelo de partido popular y el apoyo a un candidato que representa todo lo contrario, su esfuerzo se concentrará en el triunfo presidencial. El resto de los problemas deberán resolverse en su debido momento, siguiendo la lógica central del gran acuerdo sobre el candidato único  presidencial.

De ahí que no tiene mucho sentido detenerse a especular acerca de la ratificación del apoyo en el próximo año por la Consejo General del partido. Ello es apenas un procedimiento secundario en las actuales circunstancias. Para todos los efectos, la candidatura de Sebastián Piñera tomó velocidad en la derecha, y se encuentra en un punto de no retorno como dice la jerga aérea: despega o se estrella. Y esto último aparentemente solo puede ocurrir por errores o incapacidad propia del candidato y sus equipos, antes que por condiciones de los aliados. Y hasta ahora lo ha hecho de manera impecable. 

Eso obliga a reflexionar sobre los límites y las oportunidades que el escenario actual le brinda al empresario. Es evidente que pasado el minuto feliz de la unidad a pecho abierto, requiere de una enorme finura política para construir, en primer lugar, un poder delegado para sí y para un ejecutivo de campaña que construya el colchón parlamentario y programático del acuerdo presidencial.

 No cabe duda que el tema parlamentario será reivindicado por la UDI como la compensación de su apoyo y la garantía de su permanencia política como partido. El fondo de su decisión de apoyar a Piñera está en el reconocimiento expreso de que con el actual padrón de electores las cuentas finales de una eventual segunda vuelta no cuadran. Cosa que, por lo demás, varios dirigentes de la UDI, entre ellos Pablo Longueira, han sostenido reiteradamente.

La UDI está consciente que en la especie de parlamentarismo espúreo generado por el sistema binominal, el poder parlamentario es inclaudicable. Él se juega en el mismo momento de la presidencial y quien debe hacer el gasto de unidad es el partido del candidato, el cual luego puede ser compensado en la composición del gobierno por su cercanía con el mandatario electo. 

La posibilidad de un triunfo presidencial genera mayor holgura a la negociación parlamentaria. Pero pone una enorme tensión en la primera vuelta. Y tiene un límite objetivo que es la estrechez del sistema binominal que le impide a la derecha -a menos que sacrifique liderazgos en los partidos mayores- negociar y obtener el apoyo de otras fuerzas políticas.

No es extraño entonces que la apuesta de Sebastián Piñera, a lo que también apunta el apoyo de la UDI, sea a un triunfo categórico en primera vuelta, producto de un programa de renovación y cambio más que de un acuerdo político.

Ello pone el punto sobre un segundo aspecto, que es el programático y sobre el cual Sebastián Piñera ha  puesto enorme énfasis a través del Grupo Tantauco, bautizado así en honor al parque ecológico que el empresario compró hace algún tiempo en Chiloé.

En septiembre del año 2007 se dio el vamos a ese equipo, a cuya cabeza quedaron instalados Felipe Morandé, Harald Bayer, Felipe Larraín y María Luisa Brahm como macrocoordinadores. El en la actualidad tienen cerca de mil profesionales trabajando en propuestas y hace pocos días anunció su constitución como acción política 2.0 en una estrategia de marketing político digital hacia toda la ciudadanía.

Es decir Piñera trata de crear un escenario que lo desvincule de la imagen de una negociación de apoyos políticos, y sentar la idea pública de una inmensa marejada de innovación y modernidad. Con ello tratará de evitar su lado más débil, que es el de la transparencia en torno a los vínculos entre política y negocios, y que tiene detractores incluso en la propia derecha. Para muchos no es lo mismo tener un candidato que represente intereses empresariales a tener uno que sea un gran empresario. En ese instante, los controles y equilibrios tradicionales se rompen.  

Es evidente también que para la Concertación la noticia del candidato único de la derecha no es alentadora. Aunque en el oficialismo ya hay un candidato potente con la designación unánime que hizo la Junta Nacional de la DC de Eduardo Frei, no cabe duda que la lentitud y ambigüedad del resto de la coalición, y la especulación sobre la falta de unidad en la derecha, ha generado una imagen de comodidad y lentitud burocrática que no la ayuda para enfrentar a la Alianza.  

Con todo, aunque el péndulo parece dirigirse hacia la derecha, aún hay una fosa electoral que esta debe salvar. No es claro que ella apruebe la inscripción automática y el voto voluntario que pide su candidato, porque desajusta la actual ingeniería electoral parlamentaria y esa es la base del acuerdo con la UDI.

También, en el actual escenario de crisis económica internacional, el péndulo de la opinión pública se mueve hacia la sensación de inseguridad y demanda de mayor protección, especialmente en los sectores medios que serán los más golpeados. Y no es precisamente un empresario el que tiene más oportunidad de demostrar vocación protectora y de derechos garantizados.

Es un hecho que las democracias estables son mesocráticas y el candidato DC aparece como una buena receta para disputar en ese campo. Parte de su éxito dependerá de los aciertos y errores del gobierno frente a los impactos de la crisis y de la inevitable campaña de la derecha sobre acusaciones de intervencionismo electoral.

* Santiago Escobar es abogado y analista político y de defensa.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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