Publicidad

La triple crisis salmonera, el epílogo de un proceso de larga data

Lo que no resulta peregrino discurrir es que se está en el umbral de una reducción que puede llegar al tercio de los empleos directos e indirectos en la industria salmonera, de los cuales depende la economía de los territorios involucrados; proceso que la industria legitima …


Por Marcelo Charlin de Groote*

Desde el punto de vista del sector, la industria salmonera chilena ha definido la actual crisis que afecta a las economías occidentales, como una triple crisis: «sanitaria, financiera y de los mercados de exportación».

En las declaraciones que los medios recogen, los empresarios advierten implícitamente que, además de los más de 4.000 trabajadores que han sido despedidos desde el comienzo de la primera etapa (crisis sanitaria), a la fecha, es decir con el impacto simultáneo de las tres etapas sobre sus resultados operacionales, se espera que en total, los despidos alcancen a los 15 mil o más trabajadores.

Por otro lado, en el marco de esa crisis, los empresarios reconocen explícitamente y entre otros aspectos relacionados, que ella afectará las posibilidades que los trabajadores tienen de superar la pobreza (sic) y reflexionan en torno, al menos, a dos medidas posibles. Por una parte, dado que existen muchas familias donde los dos cónyuges trabajan en el sector y cuyos hijos siguen estudios en distintos niveles, otorgar becas de estudios para ellos. Por la otra parte, estrechar lazos con los sindicatos, en tanto éstos han abandonado sus prácticas confrontacionales.

Aparte de las denotaciones textuales que las declaraciones mencionadas expresan, una lectura plausible respecto de lo que ellas connotan, corresponde a su carácter de advertencias implícitas y/o explícitas.

La plausibilidad de dicha segunda derivada, por así decirlo, no nace de supuestos heroicos ni inferencias espurias. Más bien se asienta en la trayectoria de las relaciones sociales al interior de la industria, tal como ella se ha venido develando a través del debate público, en el que no sólo han participado trabajadores y empresas, sino también organizaciones e instituciones públicas y privadas, además de expertos y actores políticos desde variadas perspectivas de análisis e ideologías.

Se trata de una lectura que, aunque se hace en el momento de la coyuntura de la triple crisis, se sustenta en las características del proceso de desarrollo de una industria que ha venido creciendo al punto de, prácticamente, cuadruplicar sus volúmenes de producción durante la última década a partir -aunque no exclusivamente, sí de manera significativa- del menoscabo y deterioro de la seguridad y la calidad de los empleos y en consecuencia, de vida de los trabajadores, por una parte y, por la otra, el menoscabo y la calidad del medio ambiente donde esa vida se desenvuelve.

En suma, entre connotaciones y denotaciones, lo que no resulta peregrino discurrir es que se está en el umbral de una reducción que puede llegar al tercio de los empleos directos e indirectos en la industria salmonera, de los cuales depende la economía de los territorios involucrados; proceso que la industria legitima a partir de la triple crisis y la presión que ella impone sobre los niveles de productividad, definidos desde la lógica de las empresas y su marginación.

*Marcelo Charlin de Groote, Ph.D. en Sociología, York University, Profesor de la cátedra de Sociología del Trabajo, Instituto de Sociología, Universidad de Valparaíso.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias