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Política intensa y a pleno sol

Las dos consecuencias inmediatas son: que su bajada deja al PS en cueros y a pleno sol, sin nada que negociar ante sus aliados, y que repone a Eduardo Frei -recargado de energía- en la política nacional, y con viento de cola para enfrentar a la derecha. La lenta y trabajada alza en la candidatura…


Finalmente se bajó, como todos -a estas alturas- esperaban. Las vacilaciones de José Miguel Insulza (por más de un año) para dejar la Secretaría General de la OEA y asumir la pre candidatura presidencial del Partido Socialista, apagaron tempranamente cualquier fervor inicial en torno a su persona.

Insulza es un político tocado por el carisma público y la imagen de potencia y autonomía política. Así lo demostró, especialmente, como ministro del Interior en el gobierno pasado,  donde llevó el peso de la agenda gubernamental en los primeros años. Incluso contra corriente de la opinión del Primer Mandatario, como ocurrió en el caso de la Agenda Pro Crecimiento que firmó con la derecha para viabilizar los proyectos legislativos en el momento de mayor debilidad del gobierno de Ricardo Lagos.

Pero también quedó demostrado que es un político de cenáculos, que no le acomoda la competición y prefiere las opciones negociadas, aunque ellas sean difíciles. Y que su ejercicio de poder, que puede alcanzar tonalidades brillantes, es delegado. No contempla ni la competición ni del roce que implica la política electoral propiamente tal. 

El azar contribuyó a catapultarlo a la OEA, luego que el Secretario General electo, el costarricense Miguel Ángel Rodríguez, quien le había derrotado previamente con el apoyo de Estados Unidos, renunciara por problemas de probidad durante su Presidencia en Costa Rica entre los años 1998 y 2002.

Instalado en esa Secretaría General, luego de una dura brega con Luis Ernesto Derbez, Canciller de México y con el beneplácito norteamericano a regañadientes, dio la impresión de llegar para quedarse, al decir «ahora el candidato de Estados Unidos soy yo».

El 2006, en el más puro estilo burocrático, el presidente del PS lo declaró candidato presidencial del partido apenas unos pocos meses después de instalada Michelle Bachelet en La Moneda. Es posible que Camilo Escalona, tal vez su principal viuda política, tratara simplemente de disminuir la imagen de Ricardo Lagos, en un momento en que los desaciertos del gobierno Bachelet devolvían las miradas de manera nostálgica al período anterior.

Pero su insistencia en apoyar la candidatura de Insulza, con diversos mecanismos y proclamaciones, contrarió a muchos militantes del PS. Era evidente que Insulza  no quería competir de precandidato con Ricardo Lagos; de hecho esperó que éste abandonara expresamente su candidatura para asumir públicamente, todavía de manera  muy condicional, que estaría dispuesto a ser candidato del PS en unas eventuales primarias concertacionistas.

Pero la postura de Insulza siguió siendo ambigua y puso tales condiciones de apoyo al llamado bloque progresista PS-PPD que todo el mundo estaba claro no serían satisfechas, creando barreras que inevitablemente lo bajarían de la carrera presidencial.

Las dos consecuencias inmediatas son: que su bajada deja al PS en cueros y a pleno sol, sin nada que negociar ante sus aliados, y que repone a Eduardo Frei -recargado de energía- en la política nacional, y con viento de cola para enfrentar a la derecha.

La lenta y trabajada alza en la candidatura de este ex presidente ha dado al traste con los diseños burocráticos del oficialismo. Alvear, Lagos e Insulza, quedaron en nada.  

Aunque Frei dista mucho de ser una figura nueva en la política, ha dado una lección de humildad y perseverancia que le puede significar un segundo aire a una Concertación que pasa por momentos difíciles.

Su candidatura se alzó con un apoyo transversal en la Concertación, y se perfila capaz de crecer hacia la centro derecha del espectro político para disputarle a Sebastián Piñera la presidencial en su propio terreno. No es solo el carisma clase mediero del ex Presidente. También debe tenerse en cuenta que en sectores de la derecha pervive un eje doctrinario en torno al partido popular, con un clivaje muy cercano a sectores guatones de la DC.

El verano viene caliente y con una instancia burocrática menos: todo indica que no habrá primarias en la Concertación.

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