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Burns & Simpson, Nuclear Chile S.A.

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Si algún día en Chile hipotéticamente se decide, ojalá democráticamente, levantar una central nuclear para la producción de electricidad, ¿cuál es la estructura de gestión que ella tendrá? Por ser un asunto estratégico, ¿estará en manos del Estado, en un Ministerio de Energía o en un Ministerio de


Por Pedro Serrano*

En mi última columna publicada en El Mostrador.cl, sobre algunas razones por las cuales en Chile la electricidad producida con energía nuclear de fisión está fuera de tiempo y no es recomendable, aparecieron interesantes comentarios del sector pro nuclear criollo. Se vislumbra que no les gustó mucho la alegoría hecha desde un conocido programa de televisión, que por supuesto no nombré, y que por lo visto todos conocen perfectamente.

Siendo una columna de opinión y no un documento científico a indexar, la sátira resulta una excelente herramienta, lo indican los resultados. Evidentemente la popular serie sugerida es una muy eficiente e ingeniosa sátira de la variadísima sociedad norteamericana. Es más, una sátira hecha por ellos mismos, lo que la hace por demás valiosa.

El asunto aquí es aportar ideas y comparaciones para una discusión de los pros y contras de la energía «nucleoeléctrica» como posibilidad en nuestro país. Asumo, por supuesto, mi lugar en la contra. De todas maneras, si la discusión abierta e informada y las acciones democráticas llevan a aprobar la construcción de una central termonuclear en Chile, pues me sumaré a la mayoría y sin perder la actitud crítica, admitiré mis equívocos.

Antes de seguir, me permito dos aclaraciones para que la lectora y el lector contextualicen este asunto, la primera es que esta discusión es sobre el uso de una central de fisión nuclear para generación termo eléctrica. La segunda, es que esto difiere bastante del excelente trabajo desarrollado por la Comisión Chilena de Energía Nuclear en campos como la agricultura, salud, forestal, minería e industria. Efectivamente como fue dicho para una hipotética central eléctrica termo nuclear no tenemos suficientes técnicos, ingenieros y doctores preparados.

De lo anterior surgen las preguntas al modelo que derivan en la sátira empleada: si algún día en Chile hipotéticamente se decide, ojalá democráticamente, levantar una central nuclear para la producción de electricidad, ¿cuál es la estructura de gestión que ella tendrá? Por ser un asunto estratégico, ¿estará en manos del Estado, en un Ministerio de Energía o en un Ministerio de Energía Nuclear?, ¿será asunto de seguridad nacional?, ¿será una instalación militar? o siguiendo la nueva tradición nacional de ser una de las economías de mercado más ortodoxas del planeta, ¿será esto licitado a algún conglomerado transnacional?

Como no tenemos la gente capacitada en el tema, no dominamos la tecnología, no tenemos los planos, no poseemos el combustible, ni tenemos experiencia local alguna, lo más probable es que la solución sea la última descrita, con alguna mezcla empresarial local y es de esperarse algún control y regulaciones desde el Estado. Ante esto, aparece el fantasma irónico de Burns & Simpson Nuclear Chile S.A.

La justificación de la ironía es que efectivamente todos los accidentes nucleares mayores que han ocurrido en el mundo han sido fallas humanas, ya sea en el diseño, la construcción o los complicados procedimientos de operación, vale decir fallas desde la gestión, conducida por personas y las ejecuciones de tareas, que también son hechas por humanos. Burns & Simpson anidan en alguna parte de todos nosotros. Se recalca aquí que las fallas anotadas en el mundo han sido en países con vasta experiencia nuclear.

Si hacemos esto al estilo nacional, como lo hemos hecho con el desastre ambiental social y de salud animal que incluye una epidemia de virus ISA que vive hoy la industria salmonera, o como el accionar de las grandes mineras respecto de las aguas, glaciares y contaminación con relaves, como el caso en proceso de Pascua Lama. y el hecho, que todavía nos duele: la destrucción del borde costero en la zona de Chañaral, o el tranque de relaves del Mauro, o las inconsistencias del proyecto de HidroAysén. Pues a la luz de la acostumbrada falta de regulaciones en el ambiente nacional, Burns & Simpson Nuclear Chile S.A. tiene las puertas abiertas y es por cierto una posibilidad.

Lo grave es que, en el escenario planteado, una falla en el contexto de una central nuclear tiene consecuencias para la vida y la salud de las personas que aún no tienen arreglo.

«El 2005, el Informe del Forum de Chernobil, en que participaron el Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, los gobiernos de Bielorrusia, Rusia y Ucrania, hizo público que las víctimas directas del accidente llegarán a 4 mil, incluyendo los 31 trabajadores que murieron radiados durante el accidente, los 15 niños evacuados que murieron de cáncer de tiroides, todo esto sumado con las 600 mil personas que recibieron las mayores dosis de radiación. El 2006 el Informe indica que 6,8 millones de personas en Europa han sido afectadas, lo que produciría unas 9 mil víctimas más de cáncer». Esto no está superado como sostienen algunos.

Lo de Chernóbil fue falla humana y eso no tiene arreglo.

 

*Pedro Serrano es presidente de Fundación Terram, académico UTFSM.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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