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Educación Sexual: la mayor deuda de la Concertación

La DC tiene miedo de avanzar en políticas de libertades individuales porque algunos fieles votantes pueden irse al otro bando (el temor del centro a izquierdisarse) y que tiene su cuota de poder político instalado en el Ministerio de Educación. De ahí que la política educacional en materia de


Por Leonardo Arenas*

El 2004, el ministro de Educación de la época, señor Sergio Bitar, convocó a una Comisión de Expertos para evaluar y hacer recomendaciones respecto de la Educación Sexual en Chile, la que luego de seis meses de trabajo emitió un Informe Final en marzo del año siguiente.

La primera “Política de Educación en Sexualidad” de los gobiernos democráticos data de 1993 y es recordada por las Jornadas de Conversación sobre Afectividad y Sexualidad, más conocidas como las JOCAS; las que se han transformado en el imaginario colectivo como la gran experiencia en materia de Educación Sexual, incluso en aquellas/os que al momento de su implementación, por la edad que declaran, deberían haber estado en la educación pre-escolar o con el chupete en la boca.

 Las JOCAS son “una estrategia educativa para el curriculum transversal” que se implementa a través de una metodología de un evento autogestionado por el establecimiento educativo, en el que participan estudiantes, madres, padres, apoderados y docentes. Se desarrolla en tres días, organizándose pequeños grupos de conversación. De acuerdo al folleto informativo de aquel entonces “…esta estrategia se sustenta en un enfoque pedagógico centrado en los sujetos… a partir de vivencias y saberes que son portadores los participantes… se promueve la problematización, la búsqueda de información para la reflexión y el discernimiento informado…”. Y fue evaluado por la Comisión de Expertos en forma positiva y de “suma importancia”.

Pero esta estrategia ha estado penando en las políticas públicas desde el alboroto que levantaron los sectores conservadores y ha quedado estigmatizada de provocadora y de influir en las/os jóvenes en relación al inicio sexual o prácticas sexuales.

Bitar acogió las recomendaciones de la Comisión y dio a conocer el Nuevo Plan de Educación en Sexualidad y creó la Secretaría Técnica de Educación en Afectividad y Sexualidad dependiente de la División de Educación General. Este plan contemplaba tres fases con fecha de término en 2010, es decir, hasta el Bicentenario.

Esto es lo que ya no existe. Se ha integrado todo lo referido a la Educación Transversal en un nuevo Departamento denominado “Formación para la vida”. Aquí entran temas como convivencia estudiantil, resolución de conflictos, seguridad escolar, drogas, deportes y sexualidad. Y la explicación oficial es que la oferta del Ministerio llegaba desordenada y el establecimiento era bombardeado por diferentes programas. Con este departamento se espera que exista una mejor distribución de la oferta en las temáticas transversales.

Lo cierto es que el tema de la sexualidad es un tema no resuelto en la sociedad chilena y menos en la educación. Primero, porque la administración del Estado está en manos de una coalición política que tiene a sectores de iglesia que ven con malos ojos la educación sexual, para no hablar de diversidad sexual, métodos de anticoncepción y uso correcto del condón. La DC tiene miedo de avanzar en políticas de libertades individuales porque algunos fieles votantes pueden irse al otro bando (el temor del centro a izquierdisarse) y que tiene su cuota de poder político instalado en el Ministerio de Educación. De ahí que la política educacional en materia de sexualidad se ha movido con extrema cautela, ojalá con planes pilotos, experiencias aisladas.

Lo segundo es que tampoco la sociedad civil ha sido proactiva en estas materias. Algo se escucha de las organizaciones con trabajo en VIH-SIDA, que tienen gran experticia en dicha materia, pero que son ignorantes de los procesos educativos; por lo cual, el Ministerio de Educación reconoce como sociedad civil a los Centros de Padres y Apoderados y al Colegio de Profesores; y quizás a los sostenedores o a la FIDE. Pero es indudable que las organizaciones no tienen peso político para llegar a incidir en las políticas de educación en materia de sexualidad, como lo tienen los operadores políticos de la Iglesia Católica. Y los centros de estudios de la educación muchas veces se sienten amordazados o se autocensuran porque son, al mismo tiempo, proveedores del Estado, participando de las licitaciones para estudios o implementación de metodologías, son los “think tank” de la educación, así que no esperemos muchos de ellos tampoco.

Pero tenemos oportunidades, porque Chile fue uno de los veinte países firmante del Documento “Prevenir con educación” que es el resultado de la “Primera Reunión de Ministros de Educación y Salud  para detener el VIH e ITS en Latinoamérica y el Caribe”, que se realizó antes de la XVI Conferencia Internacional sobre SIDA en agosto pasado en la ciudad de México. Y el V Foro Latinoamericano a efectuarse en Lima, entre el 3 y 8 de mayo próximo, será la oportunidad de conocer los avances en las materias de sexualidad y educación; en especial lo referido al objetivo de reducir el número de escuelas que no tienen institucionalizada la educación integral en sexualidad, a lo que agregaría “fundamentada en evidencia”.


*Leonardo Arenas es Secretario Ejecutivo de la Coordinadora de ONG’s de las Américas sobre SIDA, Cárcel y Encierro, COASCE.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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