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Año Escolar 2009

Este es un año en el que existirá una importante discusión parlamentaria en torno a tres leyes. La Ley General de Educación, ya aprobada en la Cámara y muy adelantada en el Senado. La Ley sobre el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad, que ya ha sido parcialmente estudiada en el Senado…


Por Juan Eduardo García-Huidobro*

Ayer la Ministra de Educación inauguró el Año Escolar 2009. Es un rito anual en el cual la sociedad renueva su confianza en la educación. Imposible no conmoverse con la alegría y esperanza expresada en los rostros de los papás y mamás que llevan a sus hijos por primera vez a la escuela o con los buenos propósitos de tantos estudiantes que se prometen que este sí será un buen año. Los docentes, desde las parvularias hasta los profesores y profesoras de las universidades, también renuevan su voluntad de servicio a la formación de niños, niñas y jóvenes. Se prometen renovar sus esfuerzos, individuales y como parte de sendos equipos de educadores, para apoyar a sus estudiantes a crecer en lo personal, en lo académico y en su participación ciudadana.

Además de la repetición de una práctica habitual cada año marca el inicio escolar con su peculiaridad. El actual está marcado por la incertidumbre de la crisis. Frente a ella es importante el compromiso que el gobierno ha tomado de ayudar para que ningún joven deba suspender sus estudios por motivos económicos y para que muchos que no encuentran trabajo puedan aprovechar esta dolorosa restricción para capacitarse.

2009 está marcado también por la política educativa. Hay un cierto ámbito de la educación que es independiente de la política. Con malas políticas puede haber buenos profesores y profesoras y las buenas políticas no aseguran que todos los docentes hagan las cosas bien. Sin embargo, hay muchos aspectos del funcionamiento de los establecimientos educacionales y de la práctica docente que se pueden facilitar con políticas adecuadas. Hay además otros ámbitos, como la igualdad y la equidad educativa, donde las políticas son indispensables. Sin ellas, el legítimo cuidado por el bienestar de nuestras familias, puede sobreponerse al interés general.

Este es un año en el que existirá una importante discusión parlamentaria en torno a tres leyes. La Ley General de Educación, ya aprobada en la Cámara y muy adelantada en el Senado. La Ley sobre el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad, que ya ha sido parcialmente estudiada en el Senado y que debe seguir su camino y la más reciente Ley de Fortalecimiento de la Educación Pública. Es importante la opinión y atención de la ciudadanía para que estas leyes respondan lo más posible a las aspiraciones de la mayoría.

Es un año de elecciones. Habrá debates y promesas. Ya las candidaturas presidenciales enumeran las limitaciones de la educación actual para incluir propuestas en sus programas. Este puede ser un ejercicio ciudadanamente enriquecedor si no nos restamos a dar con claridad y responsabilidad nuestras opiniones.

* Decano Facultad de Educación, CIDE, Universidad Alberto Hurtado.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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