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Cómo se originó esta crisis

En general pienso que hay que partir por donde partió el incendio, por el sistema financiero, salvo que, como se quemaron los dedos, estén renuentes a prestar con prontitud como es el caso chileno…


Por Pedro Lizana Greve*

Estábamos tan tranquilos, con otras preocupaciones, siempre las hay, pero sin ningún indicio que pudiera anticipar un trastorno mayor, como la crisis que nos está azotando.

Sectores en algunos países muy importantes, como Estados Unidos,  la construcción navegando a toda velocidad, con las propiedades subiendo de precio desmesuradamente, de tal forma que era rentable comprar a crédito y vender al año siguiente a un valor mucho mayor. Cuando los negocios son demasiado buenos no duran mucho, sobretodo si son financieros, su caída puede ser muy abrupta.

El auge en la construcción permitió una gran generación de hipotecas que se empezaron a transar en mercados secundarios, se vendían los papeles no sólo de un banco a otro, sino de un continente a otro. Cuando se copó el mercado de inmuebles y bajaron las ventas, no se pudo colocar la gran oferta de viviendas, estas bajaron de precio y empezaron a valer menos que las hipotecas que  habían respaldado su financiamiento. En esta situación los compradores que vieron que estaban pagando más de lo que valía la vivienda, dejaron de pagar y entregaron muchas propiedades al banco que los financió. (Esto en Chile no es posible o es más complejo).

Cuando los bancos u otras instituciones financieras vieron que sus papeles eran sólo papeles sin valor, empezaron a caer en insolvencia porque ese «dinero falso» no respaldaba los créditos o las compras de papeles que habían hecho.

Siendo lo dicho, simplificadamente, el origen de la crisis, es parecido a que alguien le prendiera fuego a parte de los billetes que están guardados en los bancos, y no hubiera billetes para hacer nuestras transacciones.

¿Cómo se afronta, esto que se llama falta de liquidez? Prontamente, los bancos  centrales  tienen que inyectar créditos o billetes para suplir esta quemazón que se ha producido. Si demoran, como creo que fue el caso en Estados Unidos, o titubean en apoyar a bancos o empresas  en peligro, la confianza pública lleva a que la gente se retraiga, compre menos, caen las ventas, a las empresas le sobra gente, vienen los despidos y con ello la espiral descendente de la crisis.

Una vez empezado el descenso de la actividad y al grado que llevamos hoy en día, hay que echar mano a todas las herramientas disponibles para aceitar el sistema. Dinero y más dinero, que es lo que hace fluir los mecanismos atascados. Créditos baratos, subsidios, bajas de impuestos etc., pero en general pienso que hay que partir por donde partió el incendio, por el sistema financiero, salvo que, como se quemaron los dedos, estén renuentes a prestar con prontitud como es el caso chileno.

*Pedro Lizana es concejal de Providencia; empresario, y ex presidente de la Sofofa.

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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