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La desidia ambiental en regiones y la responsabilidad

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Acciones ciudadanas ante la indolencia inclemente de las autoridades que parecen esperar una catástrofe en regiones para comenzar a actuar. Quizás falte otra década para que hagan los planes, los decretos, las glosas presupuestarias. No hay patria justa para regiones.


Por Esteban Valenzuela*

Sin inmutarse el director de la COREMA de la Región de O’Higgins reconoció que por un año más  no habrá ninguna medida concreta para las comunas de la provincia de Cachapoal declaradas zona de «saturación ambiental». La negligencia es grave («un años más que se va, cuántos se han ido ya», reza la cumbia corrosiva). Hace quince años en la Municipalidad de Rancagua iniciamos las primeras mediciones de calidad del aire con resultados horrorosos (lo que motivó pactos locales para reestructurar el transporte, arborizar, pavimentar y movilizar a la comunidad para presionar por los filtros a las chimeneas de la Fundición de Caletones).

Estudios recientes demostraron, al igual que en Temuco y otras capitales regionales, que los ciudadanos viven en invierno bajo una atmósfera tóxica, pero las autoridades centrales, con la desidia de la «delegación imperial» (intendencias), se muestran impertérritas para decir que no hay planes ni recursos para hacer nada. La insensibilidad, falta de previsión e ineficiacia es total. El 18 de diciembre, junto al diputado Jaime Mulet, visitamos a la Ministra Ana Lya Uriarte, para pedirle para las capitales regionales contaminadas que estuvieran listos los planes de descontaminación con recursos para comenzar a actuar. Simplemente hay declaraciones de «zonas saturadas», pero como no hay planes, no hay recursos ni voluntad política para hacer lo obvio, que sí se realiza hace más de una década en la zona metropolitana: prohibición de ciertas industrias, control de quemas agrícolas, recursos para estimular la reconversión de panaderías y otras pequeñas industrias para uso de tecnologías verdes, regulación de la leña (o al menos, obligatoriedad para sistemas de doble combustión), lavado de calles con recursos centrales para disminuir el polvo en suspensión.

La pregunta es de perogrullo: ¿Acaso los habitantes de provincia somos ciudadanos de segunda clase? ¿El centralismo no permite sensibilizarse con la salud pública de miles de niños que concurren a centros asistenciales al respirar mugre en La Unión, Temuco, Padre Las Casas o Rancagua? ¿Hay intereses económicos que inhiben certificar la calidad de la leña? ¿Por qué no se destinan recursos adicionales para algunas medidas de mitigación ambiental en regiones mientras existe abundancia para Santiago?

Oficiamos, con escepticismo, al director nacional de CONAMA, preguntándole si harán algo en Rancagua. Si no hay respuestas realizaremos protestas con grupos regionalistas, ambientalistas y ciudadanos. 

Nos queda nuestra propia responsabilidad (y nos incluimos): llamar a los productores agrícolas a usar sistemas alternativos de rehúso del rastrojo sin hacer quemas, comprar leña seca, limpiar las veredas en el frontis de las casas mojando para minimizar el polvo el suspensión, bregar por acciones de escala municipal… Acciones ciudadanas ante la indolencia inclemente de las autoridades que parecen esperar una catástrofe en regiones para comenzar a actuar. Quizás falte otra década para que hagan los planes, los decretos, las glosas presupuestarias. No hay patria justa para regiones.

*Esteban Valenzuela es diputado independiente.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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