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Temporada de caza

«Si votar sirviera para algo, estaría prohibido». Esto no deja de ser cierto, en la medida que nuestro sistema político se ha anquilosado y ha perdido la capacidad de soñar y de actuar para conseguir esos sueños. Esta fotografía la tienen clara los jóvenes a quienes hay que capturar/cazar…


Por Raúl Zarzuri Cortés*

La caza del voto juvenil es la nueva tarea de los comandos presidenciales, particularmente los de Frei y Piñera. Así, se intenta dar caza y «casa» a esos jóvenes que no están encantados con la política y la clase política actual, intentando proveer de cobijo a estos, a través de los pórticos que se han levantado al alero de las diferentes campañas.  Parte de esa caza, ha sido el maquillaje juvenil que se han dotado estos comandos donde aparecen jóvenes en puestos de visibilidad, en un intento de juvenizar las campañas  para verse juveniles, pensando que eso será atractivo para los jóvenes.

Cazar siempre ha sido una actividad marcada por la incertidumbre. Y esto puede adquirir dimensiones monumentales, cuando desde el mismo sistema se escucha lo aburrida y tan poco deseada que está la política. Esto se lo acabamos de escuchar al ex presidente Sr. Lagos, quien señaló que actualmente no participa en la política chilena, debido a lo aburrida que se puso. Entonces, ¿cómo se puede cazar/encantar a los jóvenes y que estos participen, si dentro de la misma política hay gente que está aburrida y desencantada? Y decimos cazar y al mismo tiempo encantar, porque precisamente, la cuestión no es que los jóvenes no estén ni ahí con la política, sino que, están desafectados, faltos de cariño, han tomado distancia de ella. Están descariñados con una política que tiene un tiempo y un espacio que son distintos y también extraordinarios al tiempo y al espacio de la vida cotidiana, donde son los especialistas los que pueden hacer política y no la gente común y sencilla.  Entonces, el diagnóstico que hacen los jóvenes, es que la  política ha sido secuestrada, o que al menos está extraviada o perdida de lo cotidiano.

Frente a esto, algunas recomendaciones para salir de caza y encariñar. Partamos señalando que para la mayoría de los jóvenes chilenos la democracia es vista como un buen sistema de gobierno, siempre y cuando esta se relacione con la justicia social colectiva o individual. Han hecho un diagnóstico certero de la incapacidad del actual sistema político para ofrecer cohesión social y para conducir y modificar la vida social y de las personas. Por lo tanto, no basta que los candidatos presidenciales aseguren gobernabilidad, hay que asegurar cohesión social, respecto de las inequidades y desigualdades del sistema chileno.

Una segunda cuestión que hay que considerar, es que para estos jóvenes, la política y la participación, es una cuestión más de emotividad, de deseo y de seducción, estructurándose entonces, una razón emotiva/afectiva más que racional a la hora de pensar en participar. Por lo tanto, apelar al gran discurso heroico y grandilocuente de la política -cuestión añeja por cierto-no tiene tanto efecto. Hay que apelar a una política micro, aquella de las causas acotadas, claras y distinguibles que impactan en la vida cotidiana de los jóvenes y de los no tan jóvenes también.

Una tercera cuestión, es que la invitación a la participación de los jóvenes, no debe estar solo circunscrita al voto, o sea, a hacer una rayita en un papel. Entonces, participar es actuar, pero no sólo a través del voto, cuestión que se grafica bien en un  graffiti escrito en las paredes del centro de Santiago que dice, «No vote, Actúe!!«. Pero ese actuar invita también a la  imaginación y a soñar. Soñar un país con menos inequidades, desigualdades, con más tolerancia y menos discriminación, con más oportunidades, con más justicia. Entonces hay que encantar con las posibilidades de soñar, pero en el entendido que hay que actuar para alcanzar esos sueños.

Otra cosa a la cual hay que prestar atención, es que, para los jóvenes la participación en la política es una cuestión de coherencia entre el discurso y la práctica. Es más, la máxima juvenil, es ser fiel a sí mismo y a sus sueños. De ahí que se pueda entender que los jóvenes quieran ser recordados como alguien que fue fiel a sus sueños y vivió de acuerdo a lo que se propuso, según un estudio del PNUD. Entonces, exigirán coherencia y ser fiel a sí mismos.

Por otro lado, el discurso de la diversidad es algo central para los jóvenes, cuestión que trae aparejada el conflicto, la discusión de posiciones, no el ocultamiento de ellas. Así, político que es incoherente y rehúye  el conflicto, es mal visto por lo jóvenes, como también quien no respeta la diversidad, valor fuertemente apoyado por estos.   

Por último, cerramos con una verdad a medias escrita en un graffiti en la zona oriente de Santiago: «Si votar sirviera para algo, estaría prohibido». Esto no deja de ser cierto, en la medida que nuestro sistema político se ha anquilosado y ha perdido la capacidad de soñar y de actuar para conseguir esos sueños. Esta fotografía la tienen clara los jóvenes a quienes hay que capturar/cazar y encantar. Por lo tanto, los candidatos tienen que demostrar que votar ahora en estas elecciones -lo cual supone para muchos jóvenes inscribirse en los registros electorales y lo más importante, no votar nulo por lo menos en la primera vuelta- sirve para algo y no sólo para reproducir el sistema de castas en la política chilena.  

*Sociólogo. Director e investigador del Centro de Estudios Socio-Culturales CESC

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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