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La Concertación, a tiempo de enmendar errores

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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El gran error de la Concertación al proclamar la candidatura de Frei fue subestimar estos procesos de transformación. Pese a que el candidato ha intentado modificar su discurso abriéndose al debate sobre el aborto, a las uniones civiles entre homosexuales y a la posibilidad de introducir una…


Por John Charney*

La Concertación se había caracterizado por leer con claridad (al menos con mayor claridad que la derecha) las necesidades y aspiraciones de los chilenos a la hora de elegir sus candidatos a la presidencia. Mientras Aylwin representó la carta de la prudencia en una época en que nadie se atrevía a arriesgar un año más de dictadura, Frei fue el pragmatismo económico y político tras un primer periodo de boinazos y senadores-comandantes. Después de su primera década en el poder y una vez que los temores se apaciguaron, la Concertación materializó en el slogan de «Crecer con igualdad» de Ricardo Lagos la búsqueda de los chilenos por un progresismo con mayor musculatura.

Seis años más tarde y con un Chile aburrido del autoritarismo, del golpe en la mesa y del dedo alzado, la Concertación supo leer magistralmente la apertura de espacios de rebeldía e innovación en el epílogo del gobierno de Lagos. Surge así la figura de Michelle Bachelet. Su mandato apostó, en buena medida, por abrir espacios para la crítica, el diálogo y la reflexión, elementos esenciales en el fortalecimiento de la democracia. Así surgió una nueva generación de chilenos que de a poco perdió el temor a opinar, se atrevió a desconfiar de los argumentos de los expertos y exigió con más fuerza el respeto por sus derechos. En resumen, el gobierno de Michelle Bachelet entregó herramientas para el empoderamiento ciudadano.

Es así que ya en el primer año de su gobierno surgen los pingüinos y los díscolos. Durante su mandato muere Pinochet, aparecen los pockemones y otras tribus urbanas, se materializa la revolución digital. Luego de 4 años Chile ya no es el mismo.

Hay procesos que no admiten marcha atrás. Lo que funcionó en su momento con Bachelet (el paso del autoritarismo a la participación) no funciona al revés. Y es que las condiciones que se han creado nos invitan a seguir avanzando, a seguir dialogando, a buscar nuevas formas y nuevos liderazgos que permitan profundizar las transformaciones sociales y políticas que ya han comenzado. Es en este contexto que surge el discurso del recambio generacional que se ha introducido con notable fuerza. Lo que los chilenos piden es un líder que comprenda esas transformaciones y que sea capaz de hablar en sus propios códigos.

El gran error de la Concertación al proclamar la candidatura de Frei fue subestimar estos procesos de transformación. Pese a que el candidato ha intentado modificar su discurso abriéndose al debate sobre el aborto, a las uniones civiles entre homosexuales y a la posibilidad de introducir una nueva Constitución; parece quedarse a medio camino. Es que su imagen es la del pasado, la de una etapa superada. Cuesta creer, por otro lado, que sea el puente entre las viejas y las nuevas generaciones.

La Concertación, a seis meses de las elecciones, se encuentra en el peor de los mundos. Si no es lo suficientemente lúcida para enmendar a tiempo sus errores e identificar a quien sea capaz de representar adecuadamente las transformaciones sociales y políticas que se iniciaron en el gobierno de Bachelet, corre el riesgo de sufrir su primera gran derrota.

*John Charney es abogado, U. De Chile. LLM, London School of Economics.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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