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Hacia un nuevo acuerdo democrático

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Si queremos una Constitución verdaderamente democrática, un país con una educación pública de calidad en todos sus niveles, un sistema de salud igualitario, negociación colectiva efectiva en el campo laboral y una reforma tributaria en favor de una mayor equidad distributiva, necesitamos una gran…


Por Álvaro Cabrera*

Una verdad de perogrullo: el sistema binominal constituye uno de los obstáculos más importantes de remover a la hora de pensar en superar la vieja institucionalidad heredada de la dictadura.

El binominalismo disminuye la competencia democrática, genera una subrepresentación de la primera mayoría electoral (la Concertación), una sobrerrepresentación de la segunda mayoría (la derecha); la exclusión de minorías importantes (la izquierda y otras fuerzas que no pertenecen a ninguna de las dos grandes coaliciones) y la imposibilidad de que surjan nuevas alternativas. Este efecto termina por distorsionar la soberanía popular e impide la tramitación y aprobación de diversas iniciativas que permitirían un conjunto de cambios clave para asegurar el ejercicio y resguardo efectivo de los derechos ciudadanos. Lejos de dar estabilidad, finalmente el binominal está ahogando la democracia en Chile, lo que representa un grave peligro para el país.

Porque seamos claros: si queremos una Constitución verdaderamente democrática, un país con una educación pública de calidad en todos sus niveles, un sistema de salud igualitario, negociación colectiva efectiva en el campo laboral y una reforma tributaria en favor de una mayor equidad distributiva, necesitamos una gran mayoría parlamentaria.

Del mismo modo, para que exista derecho a sufragio de todos los chilenos, reconocimiento de los pueblos originarios, una Defensoría del Pueblo y un sistema electoral proporcional requerimos que las diferentes fuerzas políticas democráticas puedan confluir en un gran  acuerdo democrático. Este acuerdo debiera apuntar a elegir 72 diputados, lo que permitiría asegurar los quórum necesarios en el parlamento para realizar los cambios antes mencionados.

A juzgar por las votaciones anteriores, la Concertación, el Juntos Podemos y el resto de las fuerzas democráticas y progresistas del país podrían elegir 75 diputados en diciembre, permitiendo además la incorporación al Parlamento de aquellas fuerzas excluidas producto del sistema binominal.

En este sentido, el pacto contra la exclusión -entre la Concertación y el Juntos Podemos Más- representa un esfuerzo valioso en aras de alcanzar el objetivo de derrotar a la derecha, haciéndola retroceder a sus niveles históricos de representación (más o menos un 35% de la votación). Sin embargo, para que ese esfuerzo sea fructífero, es imperioso ampliar sus alcances, incorporando una mayor cantidad de actores.

Chile requiere un nuevo acuerdo democrático, basado en la generosidad, flexibilidad, racionalidad y visión de largo plazo de las diferentes fuerzas políticas que lo integren. Este acuerdo debiera abarcar al menos 25 distritos y tres circunscripciones senatoriales. Ello permitiría que ingresen por primera vez en el Parlamento diferentes partidos y movimientos políticos progresistas actualmente excluidos; al tiempo de posibilitar a la Concertación conservar su número actual de escaños, manteniendo también a los parlamentarios «descolgados» de este conglomerado que postulan a la reelección.

Esta estrategia puede impulsarse a través de más de una fórmula (omisión, apoyo entre bloques y entre partidos, inclusión de independientes), con la sola condición de que ninguna fuerza democrática obstruya -en función de su interés particular- el diseño global del acuerdo.

Si bien hoy no es posible doblar la votación de la derecha en todo el país, la evidencia indica que sí es posible doblegarla por una mayoría democrática abrumadora. Que sea éste el primer paso para llevar a cabo las transformaciones políticas, económicas y sociales que Chile necesita.


*Álvaro Cabrera M. es Presidente Nueva Izquierda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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