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Cuando los autos no dejan ver el género

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Una cosa es la fiscalización de las acciones de las autoridades y otra, muy distinta, escamotear la posibilidad de conocer las ofertas programáticas que se debaten con vistas a la próxima contienda presidencial.


Por María de los Ángeles Fernández*

El episodio del uso de autos fiscales por parte de dos ministras y una subsecretaria para asistir al acto donde las mujeres de los partidos políticos de la Concertación, junto con Océanos Azules, presentaron las bases programáticas de género para un futuro gobierno de la coalición debiera haber sido sólo eso, un episodio.

Una vez más, lamentablemente, un comportamiento que no es de aplaudir pero tampoco para convertirlo en una batahola eclipsa las posibilidades de conocer, a través de los medios, el contenido de las ideas que se debaten en la campaña presidencial. No deja de resultar chocante ya que no faltan por ahí los que se quejan de la ausencia de propuestas. Y es que una cosa es la fiscalización de las acciones de las autoridades y otra, muy distinta, escamotear la posibilidad de conocer las ofertas programáticas que se debaten con vistas a la próxima contienda presidencial.

No se sabe si la imposibilidad de conocer las propuestas programáticas, en este caso del comando de Eduardo Frei, es algo premeditado, lo que supone aceptar la plausibilidad de teorías conspirativas, o es que abunda demasiado la estulticia periodística. Lo cierto es que se trata de un asunto de proporciones y debiera intentar colocarse en una justa balanza una imprudencia injustificable como en la que incurrieron las autoridades, pero sin caer en la histeria de la derecha, especialmente conducida por Monckeberg y Allamand, que compiten entre sí por la cara más feroz e intransigente a la hora de encontrar en todo tipo de hechos el fantasma del intervencionismo electoral.

Se desperdició una buena oportunidad para conocer los pormenores de una nueva agenda para avanzar en la equidad de género que, dicho sea de paso, debiera interesar a una cantidad de público no menor ya que las mujeres constituimos el 52,1% del universo electoral. Además, los temas de género han cobrado visibilidad estratégica durante el mandato de la Presidenta Bachelet, aunque les cueste a algunos todavía reconocerlo. Por otra parte, se olvida que la equidad de género, como se dijo en el acto de las mujeres de los partidos políticos con Eduardo Frei, es un patrimonio de la coalición. Si bien se hubiera deseado apurar más el tranco, resulta indesmentible que los avances reconocibles y concretos para las mujeres se han producido durante los cuatro gobiernos concertacionistas y bien harían los llamados «autocomplacientes», que se ufanan en mencionar como logros de la coalición la drástica reducción de la pobreza, la duplicación del per cápita, la estabilidad política y el mejoramiento del bienestar general de los chilenos, añadir la mención de lo que ha sucedido, en estos diecinueve años, en materia de derechos de las mujeres.

Las bases programáticas presentadas en el «Mujerazo» están organizadas en un conjunto de ejes que reflejan las demandas más sentidas de las chilenas: fin a las brechas en el mercado laboral y corresponsabilidad en las tareas del cuidado de las familias, en cuyo marco se contemplan -entre otros-incentivos a la sindicalización femenina, ampliación de los instrumentos de fomento productivo, ampliación de los beneficios de sala cuna familiar a la clase media, desarrollo de sistemas de reconocimiento del trabajo doméstico y ampliación del beneficio de la educación preescolar de forma que los padres también puedan utilizarlos; erradicación de la violencia de género, enfatizando una política integral y una ley general que sistematice y coordine los cuerpos legales existentes; educación para la equidad de género a todos los niveles y en los medios de comunicación, incorporando la perspectiva de género en las carreras de pedagogía y otorgando un fuerte impulso a la educación sexual; participación política en la toma de decisiones políticas en una proporción por sexos del 60-40 (siguiendo la paridad española que se ha convertido en referente mundial) y garantía de los derechos sexuales y reproductivos, planteando la despenalización del aborto terapéutico en caso de existir riesgo para la vida de la madre, políticas de educación sexual y de prevención del embarazo adolescente y término de la discriminación de género en las regulaciones, planes y prestaciones de las isapres.

En materia de institucionalidad de género, se propone avanzar en una ley de igualdad efectiva de género, fortalecimiento de las funciones políticas y técnicas del Sernam y la creación de una instancia en la que las mujeres puedan denunciar la discriminación por género.

Frei se hizo cargo de las demandas planteadas y señaló que no «dará un paso atrás» con relación a lo logrado durante el gobierno de la Presidenta Bachelet. Si bien su comando proyecta un aspecto inquietantemente masculino, a nuestro juicio injustamente por cuanto no es real reflejo de su conformación sino de una aproximación selectiva por parte de los medios de comunicación que entregan los micrófonos privilegiadamente a los varones, no habría por qué no creerle: fue durante su anterior mandato que se promulgó el Primer Plan de Igualdad de Oportunidades, se reconoció a las familias diversas, se instaló el concepto de jefatura de hogar femenina y se promulgó la ley de filiación, entre otros logros.

El caudal electoral femenino se ha convertido en un campo en disputa. Fueron las mujeres las que le dieron el triunfo a Michelle Bachelet producto de una extraordinaria confluencia de voto ideológico, por cuanto las chilenas se están inclinando más hacia las propuestas progresistas tal como lo han demostrado los estudios de la Corporación Humanas para el caso de las elecciones municipales, con el de solidaridad de género. Frei, está claro, no puede aspirar a disputar por el segundo tipo de voto pero, sin lugar a dudas, tiene las mejores oportunidades para pretender el primero.

*María de los Ángeles Fernández es Directora Ejecutiva, Fundación Chile 21.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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