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Los últimos 100 días

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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En ninguna de las 4 elecciones presidenciales anteriores, los últimos 100 días de campaña han producido cambios sustantivos en las preferencias electorales. Los importantes acomodos de las preferencias se han dado en la primera parte de la campaña y la recta final es más bien de consolidación que…


José Miguel Zapata*

La encuesta CEP del mes de agosto entregó una radiografía de la realidad electoral que en términos generales es muy similar a la retratada en la encuesta anterior. Si se toma en cuenta el margen de error, prácticamente no existen cambios entre ambas mediciones y los que hay son menores.

Como en los 100 días entre las dos encuestas CEP, la realidad electoral cambió tan poco, existe la duda de cuánto pueden cambiar las preferencias electorales en los 100 días que restan antes de las votaciones.

Me inclino a pensar que los guarismos ya están establecidos y que no observaremos cambios importantes en lo que queda de la campaña. Dos de los tres candidatos principales son más que conocidos por los ciudadanos y ninguno de ellos parece tener algún un arma secreta para hacerle algún daño importante al otro. Por otro lado, el tercero, el único candidato que representaba algo nuevo en esta campaña, es evaluado por la ciudadanía como con muy pocos atributos como presidenciable como para empinarse mucho allá de los buenos porcentajes que ya ha obtenido.

Hasta ahora, en ninguna de las 4 elecciones presidenciales anteriores, los últimos 100 días de campaña han producido cambios sustantivos en las preferencias electorales. Los importantes acomodos de las preferencias se han dado en la primera parte de la campaña y la recta final es más bien de consolidación que de cambio. Aunque siempre ha existido un porcentaje no despreciable de personas que manifiesta que su decisión podría cambiar, dicho cambio hasta ahora nunca se ha observado y los electores parecen ratificar más que modificar las decisiones electorales que han adquirido en las etapas iníciales de la campaña.

No digo que no vaya a haber cambios, sino que los cambios serán de menor cuantía y como las diferencias entre los candidatos son bastante ostensibles, el orden de los candidatos en la primera vuelta parece estar predicho.

Así pensadas las cosas, parte del esfuerzo estratégico de las campañas deberá estar orientado a generar el mejor escenario para enfrentar la segunda vuelta asumiendo que de lo que suceda en estos últimos días puede condicionar poderosamente lo que pase en enero.

Para ninguno de los dos front-runners, esto resulta sencillo. Piñera tiene la gran dificultad de que una negociación con ME-O es improbable y la posibilidad de tener éste llamando a votar por Piñera, derechamente inexistente. Aunque el porcentaje de votos que Piñera necesitará para ganar será bajo, esos votos los tendrá ME-O, y ante la ausencia de capacidad de negociación, lo que le restará será la exhortación directa a ese electorado, tarea no fácil si es que el «dueño» de esos votos quiere otra cosa.

El 2006 por ejemplo, prácticamente todos los votantes por Lavín votaron por Piñera a pesar de que encuestas realizadas incluso muy poco antes de la primera vuelta indicaban que cerca de un 25% de ellos declaraba que votaría por Bachelet en una segunda vuelta con Piñera y cerca de un 20% que se abstendría. Sin embargo no lo hicieron. Eso muestra que los electores no quedan a su libre albedrío entre la primera y la segunda vuelta y la decisión del líder es clave para modificar y conducir las intenciones electorales que han manifestado antes de la primera vuelta.

La fortaleza de Piñera para la segunda vuelta es que comparte con ME-O la idea del cambio y especialmente el fuerte sentimiento en un sector de la población -e incluso en un grupo de ex concertacionistas- que simplemente no quieren más Concertación. Esto le puede dar a Piñera los pocos puntos que necesitará para ganar, independientemente de lo que haga ME-O en la segunda vuelta.

La tarea de Frei tampoco es fácil. Su posibilidad de ganar va a depender de obtener la gran mayoría de los votos de ME-O a sabiendas que parte de ese electorado ha sido construido sobre la base de un discurso pro-cambio y anti-Concertación.

La gran fortaleza de Frei es que tiene un importante espacio de negociación con ME-O y la posibilidad de un entendimiento es bastante plausible. Sin embargo, el entendimiento entre ambos será sólo una condición necesaria aunque no suficiente de un buen resultado para Frei en la segunda vuelta. La posibilidad de que Frei gane dependerá finalmente de la capacidad que tenga ME-O de convencer y conducir eficazmente a la parte de su electorado que ha declarado que Piñera es su mejor opción para la segunda vuelta, al modo que Lavín lo hizo  con Piñera el año 2006.

Sin embargo, ello requiere de ciertos atributos del líder, que en el caso de ME-O, aún no son tan evidentes.

*José Miguel Zapata es Analista Político y MPA de la Universidad de Harvard.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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