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Taximetro en Cero

Carlos Correa B.
Por : Carlos Correa B. Ingeniero civil, analista político y ex Secom.
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La CEP muestra estancamiento de ambos, pese a los millonarios recursos invertidos por uno y el despliegue gubernamental a favor del otro, incluyendo la incorporación de personas del entorno de la Presidenta en período del trabajo de campo de la CEP. La campaña centrista de Piñera y la foto de la Presidenta no serán suficientes para convencer a quienes son los más díscolos, tienen mayor información y mayor desconfianza de las coaliciones.


La última encuesta CEP dio una luz clara de cómo termina la primera vuelta. Independiente del esfuerzo que ha realizado el diputado Marco Enríquez- Ominami, tiene cuesta arriba la clasificación a la próxima etapa. Es muy difícil que logre sacar a Frei más puntos de los ya logrados, pues la misma encuesta CEP muestra que este candidato posee  votación extremadamente leal y difícil de convencer: sectores rurales, adultos mayores, personas con menor grado de escolaridad.

A Marco le quedan dos caminos: apostar al voto útil, diciendo que es más competitivo en segunda vuelta o intentar sacarles electores a Piñera, con el argumento de que él es efectivamente el cambio. Ambos requieren que MEO sea capaz de superar lo que un panelista de Tolerancia Cero calificó como «El Síndrome de Bonvallet»: todos comparten sus críticas a la situación del fútbol, pero nadie lo pondría a cargo de la Selección. Aún logrando convencer que es capaz de gobernar, el tiempo será el enemigo.

Quienes se enfrentarán en segunda vuelta, empezaron a hacer sumas optimistas y con números mágicos. Quedé impresionado por el twitter de una figura DC que ocupando matemáticas desconocidas para mi, supone que dos terceras partes de la votación de Enríquez-Ominami se iban automáticamente para Frei. Demasiado optimismo, tal como el que supone que los seis puntos de diferencia de Piñera sobre Frei en segunda vuelta, ya instalan a la Coalición por el Cambio en el gobierno.

La segunda vuelta es una incógnita. Todo pronóstico es un sueño que no tiene basamento alguno en lo que entrega la encuesta CEP o alguna de las otras que han salido en estos días. Un símbolo claro de la incertidumbre es el notorio aumento de los indecisos entre primera y segunda vuelta. En la primera  estos suman 14%, mientras que en el escenario MEO – Piñera aumenta a 28% y en el escenario Frei – Piñera llega a un 24%. Nadie, salvo ludópatas muy enfermos,  apostarían fuertes sumas a uno u otro candidato con estos números, más allá de las declaraciones ganadoras y cada vez menos creíbles que normalmente se emiten con posterioridad a la encuesta.

En la segunda vuelta hay demasiada información aún desconocida para los electores, entre las que se incluyen las reacciones de los actores políticos de esa compleja noche que será el 13 de diciembre. Ese día Frei y Piñera tendrán que armar otros discursos para quienes no cruzaron el río hacia sus orillas.

Quienes seguramente se alegrarán de la derrota de Marco Enríquez- Ominami tendrán que tragarse su fiesta y rendirle los homenajes que merece. Creer, como muchos en la Concertación quieren creer,  que hay dos tercios asegurados, es simplemente desconocer todo lo que ha pasado este tiempo y suponer que los votantes de Marco simplemente se guiarán por su signo ideológico y no por sus deseos futuros para Chile.

Tampoco el efecto ganador que escuché de una analista política cercana a Piñera es garantía de victoria en segunda vuelta. Por algo los votantes de Marco prefirieron marcar su rechazo al candidato oficial votando por él, y no por quien en realidad es opositor al gobierno. Y nada garantiza que el rechazo a la manera en que la coalición  gobiernista maneja la candidatura de Frei, se traduzca en votos para Piñera.

Quienes votan por el díscolo diputado lo hacen por admiración a él, pero también por un cuestionamiento profundo a la clase política. Vale la pena recordar que tenemos una campaña con dos candidatos que lo son desde el año 1989, que los partidos designaron sin primarias realmente competitivas y democráticas. Con ellos es difícil pedir mística y corazones comprometidos, incluso entre quienes comparten posiciones. Nadie se entusiasma con las consignas del frente antiderechista ni tampoco con la teoría del desalojo, salvo quienes temen la pérdida del poder o ansían llegar cuanto antes a él para satisfacer décadas de travesía por el desierto.

La CEP muestra estancamiento de ambos, pese a los millonarios recursos invertidos por uno y el despliegue gubernamental a favor del otro, incluyendo la incorporación de personas del entorno de la Presidenta en período del trabajo de campo de la CEP. La campaña centrista de Piñera y la foto de la Presidenta no serán suficientes para convencer a quienes son los más díscolos, tienen mayor información y mayor desconfianza de las coaliciones. El taxímetro está en cero y empieza otra elección, que tendrá que ser con mucho más contenido y soluciones concretas.

Quedará también recurrir, para la segunda vuelta, a los parlamentarios elegidos, reconociendo de una vez por todas lo que se instaló esta semana en el Congreso con el rechazo al Presupuesto: la República Parlamentaria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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