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Violencia de género en la juventud

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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La violencia hacia las mujeres jóvenes tiene importantes elementos socioculturales relacionados tanto, con el orden desigual de género predominante que legitima su ejercicio en contra de las mujeres, como con elementos de jerarquías etarias adulto-joven.


Por Heidi Fritz*

La violencia hacia las jóvenes tiene importantes elementos socioculturales relacionados con el orden desigual de género predominante que legitima su ejercicio en contra de las mujeres y como con elementos de jerarquías etarias adulto-joven.

La presencia de violencia psicológica es reportada por el 13% de la población joven con pareja y en un 8% en el caso de la violencia física (INJUV, 2007). Además, son las mujeres jóvenes, entre 18 y 30 años, el grupo de edad con mayor porcentaje de femicidios al 2006: un 33% de un total de 51 casos (Carabineros de Chile, 2007). De acuerdo a esta misma fuente, los sujetos agresores son en mayor proporción hombres maduros (41-50 años) y le sigue en importancia el segmento de hombres jóvenes de entre 18 y 30 años. Estos datos no pueden comprenderse sin situarlos en su contexto cultural. Con esto me refiero a cómo la cultura y la sociedad dan sentido y significado a la violencia hacia las mujeres, en el marco de relaciones que son jerárquicas y de poder: relaciones desiguales entre mujeres y varones, y relaciones desiguales entre personas adultas y personas jóvenes.

En este sentido, la violencia contra las mujeres no se explica únicamente a partir de factores individuales que llevan a un varón a la agresión, sea física o psicológica. Sin embargo, esto no aparece de forma tan evidente ya que involucra estructuras sociales asumidas como naturales. Por ejemplo, en el tratamiento que se hace de la imagen de las mujeres jóvenes en la prensa y en la publicidad. Es indudable que las imágenes estereotipadas de las mujeres como «sujetos pasivos que requieren protección» las hacen más vulnerables frente al ejercicio de la violencia. Derivado de los procesos de socialización diferenciales según el sexo, las mujeres pueden percibirse como más vulnerables y, en definitiva, los varones concebirlas como subordinadas y posibles objetos de dominación y de violencia. Esto se refuerza con la educación que reciben los hombres asociada a comportamientos de riesgo, con el refuerzo de la agresividad, el honor, la fuerza, la violencia y el dominio. Es por ello, que la violencia como camino para resolver los conflictos, es un patrón tan extendido en nuestra sociedad.

Por otra parte, nuestra sociedad ubica a las personas jóvenes en posiciones subordinadas respecto del mundo adulto. Esto significa que hay un predominio de lo adulto sobre lo joven, no sólo a nivel simbólico, sino en diversos ámbitos de la sociedad, como su menor participación en la toma de decisiones en lo político y su precaria inserción laboral.

Por lo tanto, en la violencia hacia mujeres jóvenes se expresa un doble ejercicio del poder: de un varón sobre una mujer, y de un adulto sobre una joven. Esto implica el cruce de dos ejes sociales de diferenciación y de ejercicio del poder: relaciones de poder basadas en diferencias por edad-generación; y, relaciones de poder fundadas en el género.

En definitiva, la violencia hacia las mujeres jóvenes tiene importantes elementos socioculturales relacionados tanto, con el orden desigual de género predominante que legitima su ejercicio en contra de las mujeres, como con elementos de jerarquías etarias adulto-joven. Esto significa que su lectura y significado no puede desvincularse de la matriz cultural de la sociedad, las jerarquías y las desigualdades sociales que ella implica. Resulta importante considerar las relaciones de poder entre varones y mujeres, así como las relaciones jerárquicas involucradas entre generaciones adultas y generaciones jóvenes.

*Heidi Fritz, Observatorio de Género y Equidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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