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Jóvenes y trabajo: develando los prejuicios

Álvaro García
Por : Álvaro García Sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado y director de Estudios de Genera
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Chile sigue sin abrir las puertas. El desempleo juvenil en el país es 3.2 veces el adulto, superando el promedio regional según Cepal. El signo más visible de discriminaciones y abusos de los y las jóvenes.


En vísperas de una nueva elección presidencial y a pesar de los maquillajes comunicacionales, el debate político no ha hecho otra cosa que seguir la tendencia de los últimos 40 años: los y las jóvenes no son tema. No se habla de la juventud, ni se le habla a la juventud. Y es que pese a que algunos candidatos dicen llevarla por dentro o por fuera, o de los cosméticos intentos por atraerla, lo cierto es que hay una generación que Chile parece estar desaprovechando.

Se trata de la generación más educada de nuestra historia, una generación que ha demostrado que quiere ser parte de las grandes transformaciones sociales. Basta recordar la Revolución Pingüina, la labor de un Techo para Chile, para comprobar que los educados en democracia, los hijos de nuestros progresos sociales, hoy quieren devolver la mano, participar, soñar que pueden cambiar sus vidas y su país.

Y sin embargo, Chile sigue sin abrir las puertas. El desempleo juvenil en el país es 3.2 veces el adulto, superando el promedio regional según Cepal. Es el signo más visible de una cadena de discriminaciones y abusos que sufren los y las jóvenes en el campo laboral. Y en esa cadena, como casi siempre en Chile, no entran todos. Es la juventud de menos recursos, y especialmente las mujeres, quienes encuentran más dificultades para acceder a un empleo, a quienes les cuesta más conseguir un contrato y son además los peores pagados del mercado del trabajo.

Esta es una realidad suficientemente estudiada y constatada, sin embargo, sigue sin convertirse en una preocupación de la clase política y la ciudadanía. En nuestro estudio “Jóvenes y Trabajo, juicios y perjuicios” buscamos indagar en el aspecto cultural, allí donde descansan los estereotipos respecto del desempeño laboral de la juventud. Por ejemplo, un 58% está “de acuerdo” o “más bien de acuerdo” con que “no se puede esperar que un joven tenga el mismo grado de responsabilidad que un adulto”. Desde esta predisposición hacia los y las trabajadores jóvenes, por cierto, será muy difícil aprovechar su creatividad, energía y habilidades.

[cita]Basta recordar la Revolución Pingüina, la labor de un Techo para Chile, para comprobar que los educados en democracia quieren devolver la mano. [/cita]

Más grave todavía es la constatación de que estos prejuicios terminan justificando las discriminaciones y los abusos, haciéndonos creer que la situación de la juventud en el trabajo es “natural” y no un problema que afecta el desarrollo personal y nacional. Por ejemplo, un 58% señala que considera que siempre es necesario “pedirles que se corten el pelo, que no usen aros o que no muestren tatuajes en el trabajo”, cuando es evidente que para la gran mayoría de los empleos este no es un factor relevante en el desempeño. Sin embargo, esto no sólo es considerado normal, sino que necesario.

Por eso, estamos convencidos de que la ciudadanía en su conjunto requiere revisar sus prejuicios para desnaturalizar los abusos y discriminaciones que enfrentan los y las jóvenes en el trabajo. Y para ello es urgente que nuestros líderes políticos incorporen esta temática no sólo en sus discursos sino como una preocupación real.

Pero esto no será efectivo si no viene acompañado por políticas concretas que empoderen a los y las jóvenes respecto de su desempeño laboral y su capacidad de ejercer derechos. En el contexto de nuestra campaña Mas Respeto a los Derechos Laborales de l@s Jóvenes hemos elaborado una estrategia de políticas públicas para mejorar la situación de los derechos de la juventud en el campo laboral. Son medidas concretas y necesarias, tan necesarias como que cada uno de nosotros se detenga un minuto a recordar sus primeros pasos laborales y se pregunte si hay algo que pueda hacer para que quienes construirán el futuro del país, puedan por fin sentirse parte de él.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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