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Política digital: los desafíos del próximo gobierno

Pablo Bello
Por : Pablo Bello Ex Subsecretario de Telecomunicaciones
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Persisten en sectores urbanos de bajos ingresos y en zonas aisladas, déficits importantes de cobertura, calidad y competencia. El sistema de regulación e incentivos actual, es insuficiente para lo que viene.


El domingo 13 de diciembre fue nuestra primera elección en la era Twitter. Muchos de nosotros nos sentimos -por un rato- un poco reporteros, un poco comentaristas, compartiendo alegrías y decepciones. En mi caso, desde un local de votación en Santiago Centro, “informé al mundo” (#chilevota) el resultado de la primera mesa en cerrar.

Días atrás, cientos de usuarios de Twitter convertidos en fiscalizadores en línea, nos informaban del corte de servicio de una empresa de telefonía móvil, desde diversos rincones del país. Gracias a ellos, pudimos actuar con mayor prontitud en terreno, se sancionó a la empresa y se establecieron devoluciones y compensaciones para los consumidores.

Esta es la nueva realidad de la inmediatez, de la comunicación directa, de la participación, que es posible por el cambio que se está produciendo en el mundo de las telecomunicaciones. Las personas han cambiado su cotidianeidad, estableciendo nuevas formas para comunicarse, informarse y relacionarse, en nuestro caso, entre un organismo público (Subtel) y los ciudadanos.

El éxito de las redes sociales en Chile (estamos entre las 15 naciones más grandes del mundo medida en usuarios de Facebook), encuentra una parte de su explicación en la masificación del acceso a plataformas tecnológicas, que permiten a miles de chilenos y chilenas conectarse a Internet en sus trabajos, hogares, escuelas, centros comunitarios, o desde sus celulares y notebooks como algo habitual.

Miro hacia atrás y el entorno era distinto. Hace 10 años la cantidad de teléfonos celulares era ínfima en Chile y solo servían “para hablar”. Hoy tenemos 16 millones y muchos con capacidad para transmitir datos (3G). Hace 4 años, las conexiones a Internet no superaban las 800 mil. Hoy son 2 millones, con una velocidad promedio 4 veces superior. Solo un 18% de la población usaba frecuentemente Internet el 2000, un 40% el 2006 y ahora el 60% es usuario activo. La expansión de las telecomunicaciones ha sido dinámica, creciendo cerca de 50% desde el 2006 hasta hoy, con cifras históricas de inversión, penetración y reducción en los precios promedio de los servicios.

Somos un país más conectado, más comunicado, pero con tareas pendientes y grandes retos por delante. La distribución del acceso a Internet entre los distintos segmentos socioeconómicos sigue siendo  fuertemente inequitativa. Mientras en los segmentos de mayores ingresos se navega con calidades del primer mundo, la mayoría de los hogares sigue sin estar conectados o lo hace con calidades deficientes. Además, estamos hablando de un mercado en evolución, así que por cada paso que avanzamos, surgen nuevos y complejos desafíos.

Por eso, debemos ser más ambiciosos y compararnos con quienes han sido más exitosos, especialmente con la OECD; si de verdad creemos (como yo creo), que las Tecnologías de la Información deben ser un pilar de nuestra estrategia de desarrollo.

Mirando hacia el Bicentenario, tenemos que discutir en serio sobre el futuro de las telecomunicaciones y su rol en el desarrollo de Chile. Sin populismos ni recetas copy&paste.

Lo primero es entender este sector. Las nuevas tecnologías rompieron los conceptos tradicionales con que se regulaban las telecomunicaciones. Las fórmulas de ayer no son las soluciones del futuro.

[cita]El mercado no entregará todas las soluciones. Se requiere un rol más fuerte y activo del Estado, tanto para incentivar las inversiones y la competencia, como para proteger a los consumidores.[/cita]

La tendencia es imparable: la conectividad inalámbrica en los próximos 3 años va a redibujar complemente este mercado. Así como la telefonía (voz) se fue desde las redes fijas a las móviles, Internet está migrando en la misma dirección.

Al mismo tiempo, la inversión en redes alámbricas se orientará hacia la fibra óptica más y más cerca del hogar, para convertirse en redes convergentes multiservicios 100% basadas en IP.

Para avanzar en este camino, hay que asignar más espectro radioeléctrico para el desarrollo de servicios intensivos en datos, pero regulando que se use eficientemente, con sentido convergente y asegurando que todos los actores, actuales y potenciales, puedan acceder a él.

Es por ello que dimos una dura pelea judicial para tener dos nuevos operadores en el mercado de la telefonía celular. Su incorporación dinamizará la competencia no solo en servicios de voz, sobre todo en conectividad inalámbrica.

Al futuro Gobierno, por tanto, le corresponderá asignar el espectro para el despliegue de redes de cuarta generación (LTE), en las bandas de 2.6 Ghz. y 700 Mhz., con servicios de conectividad avanzada. Hemos actuado responsablemente para que ese espectro esté disponible.

Será una meta culminar con éxito la implementación de la portabilidad numérica que ya iniciamos el 2009 y que tiene un calendario definido, en curso, hasta fines del 2010.

Hay que continuar cerrando brechas en el acceso. Nunca se avanzó más en integración territorial, democratización del acceso y cobertura rural que en este período, con proyectos e inversiones de alto impacto que seguirán mostrando frutos en los próximos dos años. Sin embargo, persisten en sectores urbanos de bajos ingresos y en zonas aisladas, déficits importantes de cobertura, calidad y competencia. El sistema de regulación e incentivos actual, es insuficiente para lo que viene.

Un modelo de inversión público-privada, con redes abiertas a todos los operadores, y competencia en la solución de acceso final, me parece un camino adecuado. A ello hay que agregar un subsidio a la demanda muy focalizado en hogares de bajos ingresos con niños en edad escolar.

Aún con estos cambios no será suficiente. Los estudios que hemos realizado indican con claridad, que amplios segmentos de la población desconocen o subvaloran la importancia de la conectividad.

Se requiere un mayor esfuerzo en el desarrollo de contenidos y aplicaciones que sean de utilidad para la ciudadanía. En Gobierno electrónico hay un gran reto.

Chile será en enero miembro de la OECD. Ello implica ponerse pantalones largos en la forma de hacer políticas públicas. A partir de mi experiencia, se requiere modificar institucionalmente el órgano donde se construye y aplica la regulación, de tal forma de darle más autonomía ante los intereses de corto plazo y estabilidad en el tiempo.

De los países de la OECD, solamente Japón y Corea no tienen reguladores independientes. Me parece valiosa, por ello, la propuesta que ha hecho pública Eduardo Frei de crear un órgano regulatorio independiente, de carácter colegiado: la Comisión Nacional de Comunicaciones Electrónicas, que reemplace a la actual Subsecretaría de Telecomunicaciones.

Hay más desafíos. El círculo virtuoso de un mercado transparente y competitivo no está completo sin consumidores empoderados, exigentes, informados y con derechos claros.

Esperamos que antes de marzo se apruebe la Ley de Internet, incorporando principios de no discriminación o neutralidad de la red, que sean implementados durante la próxima administración, garantizando a los internautas un acceso libre y abierto, con calidad de servicio. Lo propio con la Ley de Protección de Datos Personales, adecuada y necesaria.

El mercado no entregará todas las soluciones. Se requiere un rol más fuerte y activo del Estado, tanto para incentivar las inversiones y la competencia, como para proteger a los consumidores.

El principal mérito de nuestra política de telecomunicaciones ha sido aprovechar al máximo los beneficios que puede entregar el mercado, y al mismo tiempo focalizar esfuerzos en sectores de la población que tienen mayores necesidades, donde el mercado por si solo no llega.

Porque en cuatro años dimos pasos importantes, es que podemos ahora exigir más, debemos fijar metas más audaces y, sobre todo, demandar del mundo político, económico y social, una reflexión más profunda sobre el rol de las nuevas tecnologías en la estrategia nacional de desarrollo.

Si creemos que la educación, la salud, la cultura, la productividad, la participación ciudadana, el pluralismo, la innovación, la integración, deben ser los sellos del nuevo siglo que iniciamos como República, debemos asumir que las Tecnologías de Información son el factor decisivo que marcará la diferencia entre el éxito y la decepción de nuestra Nación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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