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Cabezas en la guillotina

Manuel Riesco
Por : Manuel Riesco Economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda)
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Ahora, les ha dado por pedir la cabeza de los jefes de partido de la Concertación. En realidad les interesa principalmente uno. Precisamente el dirigente más izquierdista de la coalición. El mismo que ha sido el puntal más sólido del gobierno de Michelle Bachelet. No quiso repetir la triste experiencia de su partido con Allende.


Frei va a ganar las elecciones. La amplia mayoría de centro-izquierda se impondrá a la minoría de derecha. De nuevo.

El resultado será estrecho. La gente no quiere a Frei, aunque no es nada personal. Todos reconocen que es un hombre sencillo, honrado y decente, mucho mejor persona que su contendor. Y más vale diablo conocido. Adicionalmente, su gobierno no fue el peor de la historia de Chile ni mucho menos. Incluso, los garrafales errores para enfrentar la crisis mundial que le cayó encima al final, no provinieron principalmente del Gobierno sino del Banco Central. Éste es autónomo y de hecho, uno de los principales asesores económicos de Piñera era entonces jefe de estudios de esa institución y respaldó entusiastamente esas monumentales metidas de pata.

Sin embargo, dicen con razón, tuvo seis años para gobernar y el maltrato a la mayoría siguió más o menos igual. Al mismo tiempo, los privilegios de la minoría -especialmente las diez empresas que se apropiaron entonces de tres cuartas partes del cobre- se acentuaron aún más. No olvidan tampoco que su gobierno trajo a Pinochet desde Londres.

Tendrá una segunda oportunidad porque es un político práctico y no un ideólogo. Ha asumido antes que muchos que el Estado tiene que intervenir de modo enérgico para corregir estas cuestiones. Ha dado las señales más claras que tiene que mejorar su programa con algunas ideas de aquellos cuyo apoyo requiere. Ayudó a perforar la exclusión abriendo la lista parlamentaria e incluso ha insinuado abrir la coalición de gobierno misma.

Va a ganar. Especialmente porque la gente no es nada de lesa y está bastante bien informada. Intuyen que con Frei van a poder desplegar su influencia en mejores condiciones. Saben a ciencia cierta que con Piñera van a estar mucho peor. Igual que en las anteriores segundas vueltas, van a haber más votos válidos que en la primera. A nadie le da lo mismo.

[cita]Ahora, les ha dado por pedir la cabeza de los jefes de partido de la Concertación. En realidad les interesa principalmente uno. Precisamente el dirigente más izquierdista de la coalición. El mismo que ha sido el puntal más sólido del gobierno de Michelle Bachelet. No quiso repetir la triste experiencia de su partido con Allende.[/cita]

Lo más insólito, es que va a triunfar a pesar del impresentable nivel de deterioro que muestra la coalición de gobierno. No se ha detenido después de la primera vuelta. Siguen peor que antes. Sin recato alguno. No se refrenan ni siquiera por el espíritu navideño o las fiestas de fin de año. Menos por la segunda vuelta. Varios parecen haberla dado por perdida de antemano.  O aparentemente desear que así ocurra, en algunos casos. Un connotado rector concertacionista y columnista de El Mercurio ha declarado de frentón que es mucho mejor que pierdan ahora. No tienen remedio.

Siguen haciendo las delicias de la derecha. Durante la campaña no necesitó atacar ella misma a Frei. Le bastó con dar amplio espacio a los díscolos que hasta hace poco pertenecían a la Concertación. Fueron su peor cuchillo. Le volaron las plumas día tras día. En los peores términos. Adicionalmente, contaron en todo momento con la complicidad de otros que permanecían adentro.

Ahora, les ha dado por pedir la cabeza de los jefes de partido de la Concertación. En realidad les interesa principalmente uno. Precisamente el dirigente más izquierdista de la coalición. El mismo que ha sido el puntal más sólido del gobierno de Michelle Bachelet. No quiso repetir la triste experiencia de su partido con Allende. Al mismo tiempo, es el que aparece menos ligado a intereses especiales, al menos que se sepa. Por lo menos, no se cuenta entre los lobbistas mejor pagados de Chile, como algunos que promueven movimientos telúricos.

Lo atacan con nombre y apellido. Ese es el que les interesa que se vaya. La operación fue digitada desde los díscolos, que pidieron que se fueran todos. Sin embargo, el propio ME-O en una entrevista bastante potable en La Tercera el domingo 20 de diciembre, no vuelve a mencionar el tema. Adicionalmente, dice bastante claramente que va a votar por Frei. Otros de sus partidarios, como Vivienne Bachelet, en una magnífica entrevista concedida a El Mercurio del domingo 20 de diciembre, en la cual llama a votar por Frei, ha declarado:

«Soy contraria a pedir cabezas, porque no ayuda a la construcción de confianzas que necesariamente tenemos que abrir para poder generar una opción progresista encabezada por Frei.»

Sin embargo, la idea rápidamente tuvo acogida al interior del conglomerado de gobierno y especialmente en el propio partido de la Presidenta. Ha habido reiteradas y generosas ofertas de renuncia que nadie había pedido. Al mismo tiempo, vociferantes exigencias que se vaya Escalona, que provienen de diputados, senadores y hasta un «cientista político» de su propio partido. Remató la cosa nada menos que uno de los miembros más connotados del comando de Frei, que en su blog el sábado 19 de diciembre pide un «terremoto» con fecha fija: antes de Pascua. Si no, gana Piñera, amenaza. Al día siguiente aclaró que el «terremoto» era la cabeza de Escalona; con las otras de yapa.

Tienen líos internos. De eso no cabe duda. Es lo normal en todos los partidos. Es un problema de ellos y lo tendrán que resolver. Posiblemente, además, el dirigente bajo asedio ni se ha inmutado precisamente porque sabe que cuando quiera puede dar buena cuenta de sus críticos. Es parte del juego y nadie tiene por qué meterse. El problema es que ahora están complicando seriamente a todos los que quieren derrotar a la derecha en segunda vuelta ¡Que les cuesta aguantarse un poco antes de desenvainar los cuchillos! Tres semanitas no parece mucho pedir.

Las cabezas de partido no son demasiado populares en general. En ninguna parte del mundo. Menos éstos. Especialmente en estas condiciones. Responsabilidad les cabe en la debacle. Sin duda, no es menor. Sin embargo, de ahí a echarles la culpa del brutal derrumbe de la Concertación hay mucho trecho.

De hecho, la principal responsabilidad no recae sobre ellos porque no son los que han mandado realmente en los últimos veinte años. Su responsabilidad ha consistido más o menos en mantener la unidad de la coalición y lograr sostenidas victorias presidenciales y parlamentarias. Hasta ahora, lo habían logrado. En la orientación política principal de los gobiernos, sin embargo, han tenido más bien poco que ver. Ésta se ha resuelto en corredores del poder que no son precisamente los que ellos transitan.

Llama la atención que los más vociferantes críticos de los jefes de partido no provienen hoy de la izquierda de la Concertación. Los más responsables de aquellos se retiraron con dignidad y se dedicaron con singular éxito a reconstruir la unidad de la izquierda. Durante la campaña nunca equivocaron al enemigo principal y lograron un muy buen resultado para la izquierda en su conjunto. Hoy día cuentan con un prestigio inmenso en las filas de la propia Concertación y un extendido aprecio de la ciudadanía, simbolizado en la persona de Jorge Arrate.

Otro que se ubicaba usualmente a la izquierda fue arrastrado a la aventura de su hijo, en parte contra su voluntad. Aquella claramente no fue digitada ni sostenida desde la izquierda, aunque varias personas de este sector simpatizaron con ella. Al contrario, varios de los posibles personeros de recambio a los actuales jefes de partido -que la derecha promueve con entusiasmo- representan el ala más «liberal» dentro de la Concertación. No se sabe de ninguno de los posibles recambios que se haya jugado especialmente por el acuerdo contra la exclusión, por ejemplo. Más bien al revés en algunos casos connotados.

Con el curso que están tomando los acontecimientos de un modo vertiginoso, el problema principal dentro de la Concertación lo tienen precisamente aquellos que tuvieron una influencia decisiva a lo largo de todos estos años. A falta de un respaldo político significativo en los partidos, han contado en cambio con padrinos poderosos fuera del conglomerado. Éstos provienen tanto de la derecha política que tiene derecho a veto sobre las acciones gubernamentales, como del empresariado; inicialmente fueron sostenidos asimismo por otros de los llamados «poderes fácticos».

Sin mencionar la abierta simpatía de potencias externas y organismos financieros internacionales que han influido determinantemente en la transición chilena; los que cuentan con una red poderosísima de influencias. El clima ideológico que predominaba en todo el mundo hasta antes de la crisis brindaba asimismo una atmósfera general favorable a su influencia desmesurada. En las más variadas materias, representaban poco menos que la verdad revelada.

Tal como ha dicho el propio ME-O en la entrevista antes referida:

«Todo es responsabilidad de una connivencia con la derecha, propia de una política del pasado, de unos acuerdos ramplones».

Todo eso se ha venido al suelo estrepitosamente. No se puede seguir gobernando como hasta ahora. Las cosas van marchando en otra dirección. Por eso, muchos «liberales» de la Concertación prefieren la derrota de Frei.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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