Publicidad

El verdadero y profundo conflicto de interés del gabinete de Piñera

Patricio Hales
Por : Patricio Hales Embajador en Francia
Ver Más

Las contradicciones profundas de estos nuevos ministros, con el interés de la mayoría de los chilenos, residen en su alma libremercadista, privatizadora, desreguladora y despectiva hacia el rol promotor y protector del Estado.


Los ministros de Piñera no son un gabinete de técnicos sino un gabinete empresarial. Su excelente currículum, su inteligencia y su pasión  los han forjado para producir buenos negocios , pero no están formados para producir políticas públicas para las personas de Chile entero.

Su conflicto de intereses no se restringe a las posibilidades  de corrupción por las relaciones de negocios personales que tiene cada ministro. Por el contrario nadie puede asegurar que   usarán su cargo para aumentar su patrimonio. Eso está manchado por la duda de  la demora excesiva del propio presidente electo para desarmar sus propios negocios en áreas donde su gobierno  tendrá que dictar políticas. Pero es sólo una duda. Por ahora.

[cita]Su corazón y su razón siempre los tironeará hacia el amor de sus amores a la hora de definir una política pública. No basta  que vendan sus acciones y renuncien a sus directorios para apartarse del compromiso de sangre que tienen con las políticas de las grandes organizaciones empresariales.[/cita]

Lo que estos ministros  no podrán borrar de lo profundo de su alma es su mirada empresarial de la vida, su fe en el mercado como regulador por excelencia, su  concepción del desarrollo medido reductivamente en el PIB y en el balance de las empresas. Las contradicciones profundas de estos nuevos ministros, con el interés de la mayoría de los chilenos, residen en su alma libremercadista,  privatizadora, desreguladora y despectiva hacia el rol promotor y protector del Estado.

Sus declaraciones  acerca del  Estado no borrarán su historia personal y grupal que marcó a fuego su modo frío de pensar el progreso. Por esto es que creen en un voucher para comprar salud y no en más salud pública, en  un bono para que los padres  vitrineen  colegios en vez de mejor educación del Estado, en la privatización de Codelco, en la bancarización de la deuda en  vivienda social  y en la flojera como explicación de la pobreza.

Los intereses personales de estos ministros y su trayectoria en la gestión empresarial los harían excelentes directores de bancos, conducirían  éxitos financieros, crearían y presidirían empresas , reproducirían eficientemente el  dinero , pero gobernando serán  pésimos distribuidores de riqueza , implacables negociadores sindicales , insensiblemente crueles a la hora de ejecutar las deudas de las pymes y de las personas ,fríos apretadores del cinturón de los trabajadores, indiferentes a los abusos de los carteles empresariales que ahogan al consumidor y a la clase media.

No  podrá  cumplir la promesa de trabajar por el bien de Chile, un gabinete ,que nació acunado en el amor del empresariado . En esto está su más grave conflicto de intereses. Su corazón y su razón siempre los tironeará hacia el amor de sus amores a la hora de definir una política pública. No basta  que vendan sus acciones y renuncien a sus directorios para apartarse del compromiso de sangre que tienen con las políticas de las grandes organizaciones empresariales. Creen en ellas. Y tienen derecho a hacerlo, pero convengamos que ahí están los intereses solo de una parte de Chile.

Con los empresarios está un Chile pujante pero no todo Chile. Son gente de esfuerzo, que ha creado riqueza, que ha dado trabajo y en muchos casos bien remunerado y que han hecho crecer a Chile . Se han dedicado a eso y no a hacer política. Con justo derecho suelen reclamar de la política  o proponer políticas.

Pero los empresarios no son conductores de la política, no  están a cargo de regular las políticas de gobierno, ni menos las que los regularían a ellos mismos. Por eso, en buena hora, debaten con los políticos  las materias que los afectan. Eso se practica en la política. Pero ahora entraron a la política.

Los empresarios no son los que hacen la legislación laboral, no dictan  la regulación del mercado, la sanción a los abusos del mercado, las normas de control de la competencia y los controles a los bancos. Es el gobierno y no los empresarios los que  elaboraran las leyes que les cobrarán más o menos impuestos, las leyes del mercado de capitales, los tratados de libre comercio, la protección laboral. No son los empresarios sino el gobierno el que decide los subsidios a los productores  de azúcar, la protección a las empresas lecheras o un subsidio productivo.

Pero ahora los empresarios tendrán  en el gabinete  gente que viene de sus filas.

Los ministros solo  venderán sus acciones, cambiarán de oficina, prometerán trabajar por el bien de todos los chilenos… pero la realidad, los hechos, la fuerza del cariño, las marcas de una vida haciendo empresa, las relaciones personales, el modo de mirar a Chile desde los negocios, ahora que conduzcan la política, quedarán enfrentados a  un gigantesco conflicto de intereses.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias