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Un gabinete de clase mundial para un país desigual

Alonso Barros
Por : Alonso Barros Abogado y Antropólogo. Investigador asociado de la London School of Economics (LSE)
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Resulta penoso constatar que existiendo gente tan productiva, capaz e inteligente en Chile y sus regiones, sólo se haya encontrado a gente ABC1 para tomar las riendas del Estado.


Las estadísticas del Panorama Social de América Latina, elaborado por la CEPAL en el año 2009, permiten remontar la extrema desigualdad en Chile a la sociedad de castas colonial. Ésta se aprecia en los prejuicios racializados y de clase que caracterizan la historia mental chilena, remontada magistralmente por Óscar Contardo en su “Siúticos”, como una de morenos acomplejados con aspiraciones sociales rubias.

El gabinete de Piñera corresponde a esta cromatografía social que por desgracia estratifica también el resto de América Latina: mientras más moreno, más pobre. Cabe precisar que en Chile, semejantes prejuicios excluyentes se basan más en criterios de apellido que de tono de piel (hay morenos millonarios, lo que no equivale a decir movilidad social).

[cita]Resulta penoso constatar que existiendo gente tan productiva, capaz e inteligente en Chile y sus regiones, sólo se haya encontrado a gente ABC1 para tomar las riendas del Estado.[/cita]

Siendo Chile un país mestizo, es notable que estemos en presencia del gabinete con mayor número de apellidos europeos recientes, en la Historia de Chile -y si me apuran un poco, el más rubio (algunas oxigenadas): Hinzpeter, Kast, von Baer, Schmidt, Fontaine, Larroulet, Parot, Ravinet, Solminihac, Golborne, Rainieri. Sin duda que esto refleja la excelente capacidad de integración de nuestro país… cuando se trata de personas de origen europeo o blancas. Es evidente que Piñera no tomó en cuenta los criterios de representatividad y diversidad al nombrarlos, salvo, tal vez, en el caso de von Baer, claramente vinculada  a círculos regionales anti-mapuches.

La composición del gabinete encarna, ingenuamente, las discriminaciones de edad, de género, raciales o de clase que atentan históricamente contra la democracia propietaria en el país, y que tanto dividen a los chilenos en cuanto a sus oportunidades educativas, laborales y de ingresos. Uno de los problemas de nuestro país dice relación, precisamente, con el sentido de superioridad de casta que muchos de sus líderes consideran como “natural” cuando no lo atribuyen a una suerte de programa social divino como el que se imparte en la Universidad Católica de Chile (la mayor formadora del gabinete).

Un gabinete como el nombrado por Piñera no es incluyente ni diverso. Sus miembros no han conocido en carne propia lo que es la marginación, la exclusión, la cesantía, la injusticia, el miedo a quedar en la calle -con hambre y enfermo-, la censura, el racismo, la tortura, la humillación de tener que recibir un sueldo menor por tener piel morena o apellido mapuche, o aymara, o simplemente a no tener voz alguna en nuestro mundo político cruzado de intereses venales. Y eso condiciona a sus miembros, como para no entender -peor, para negar interesadamente- la discriminación y el abuso de poder sistemático cuando se trata, por ejemplo, de acceder a un medio ambiente libre de contaminación, o a las riquezas derivadas de la explotación de recursos naturales, por nombrar solo un par de área críticas.

Visto así, el nuevo gabinete es parte del problema, no de la solución: su accionar ahondará las diferencias de clase y raza hacia una nueva espiral de violencia civil y esto será producto de la ceguera prepotente de los que están demasiado acostumbrados a mandar, sin escuchar.

No trato aquí de revivir las odiosidades de clase en clave marxista, o de prejuzgar y denostar a personas por sus fenotipos y pigmentos; todo lo contrario, quisiera que en Chile no hubiera “rotos”, “flaites”, “indios”, “cholos” o “cuicos” como en las bocas despreciativas de demasiada gente, sino que ciudadanos satisfechos con su representación política. Si se trata de enfrentar los verdaderos problemas que dividen a los chilenos, resulta penoso constatar que existiendo gente tan productiva, capaz e inteligente en Chile y sus regiones, sólo se haya encontrado a gente ABC1 para tomar las riendas del Estado. Un gabinete de clase mundial.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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