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In memoriam: La tía Julia


Julia Urquidi junto a Mario Vargas Llosa en 1961

Como tantos otros lectores en el mundo, no conocí personalmente a la tía Julia, y sin embargo tengo una impresión muy vívida de ella. Julia Urquidi Illanes, fallecida el pasado miércoles 10 de marzo en Santa Cruz (Bolivia) a los ochenta y cuatro años, debido a problemas respiratorios, sirvió de modelo para el personaje que hizo célebre La tía Julia y el escribidor, una de las novelas más entrañables de Mario Vargas Llosa. La novela, publicada en 1977, está basada en el romance y posterior casamiento de un joven Vargas Llosa con su tía boliviana, quien le llevaba once años de edad. En el primer capítulo, el escritor hispano-peruano presenta sin mucho glamour a la tía Julia: «la recién llegada, en bata, sin zapatos y con ruleros, vaciaba una maleta». Luego, en la comida, la tía Julia le pregunta a Marito si tiene novia, «con ese aire cariñoso que adoptan los adultos cuando se dirigien a los idiotas y a los niños… y me aconsejó, con una perversidad que no descubría si era deliberada o inocente pero que igual me llegó al alma, que apenas pudiera me dejara crecer el bigote». Las bromas desembocan en una relación apasionada y secreta, en la que la diferencia de edad y la oposición de la familia se convierten en los obstáculos a sortear.

Julia Urquidi conoció a Mario Vargas Llosa en Lima, ciudad a la que había llegado luego de su primer divorcio. Se casó con Vargas Llosa en 1955. El matrimonio duró ocho años. Posteriormente vivió en Washington y volvió a Bolivia para establecerse en La Paz. Julia recibió con ambivalencia la publicación de la novela, dedicada a ella («a Julia Urquidi Illanes, a quien tanto debemos yo y esta novela»): agradeció a Mario la novela, reconoció que le gustaban partes de ella, pero también se sintió «amargada» de que pusiera su vida «al descubierto». A principios de los ochenta, cuando se enteró del rodaje de una telenovela basada en La tía Julia y el escribidor, todo cambió: según Julia, la telenovela la presentaba como «una seductora de menores». Eso la motivó a escribir su propia versión de los hechos, Lo que Varguitas no dijo, libro publicado en 1983. El libro se enfocaba más en los años del matrimonio y el divorcio, que no narraba la novela -centrada en el noviazgo prohibido, y en la que el relato de la relación termina con la fuga y el posterior casamiento a espaldas de la familia, en Chincha, una ciudad a doscientos kilómetros de Lima–, y provocó la ruptura entre Julia y Vargas Llosa.

Julia Urquidi trabajó durante muchos años como Jefa de Protocolo en la alcaldía de La Paz. También fue secretaria personal de varias primeras damas de Bolivia. Era una mujer guapa, nerviosa, de sonrisa pícara. Su gran debilidad eran los cigarrillos. Eso le provocó problemas de salud que la obligaron a dejar la altura de La Paz para trasladarse a Santa Cruz. Cuando le preguntaban sobre Vargas Llosa, contestaba que lo había dicho todo en Lo que Varguitas no dijo. Allí recuerda que con Vargas Llosa transcurrieron «los años más felices de mi vida”, pero “también los momentos de mayor tristeza». En una de sus pocas entrevistas, al periódico El Deber (Santa Cruz) a principios de la década pasada, afirmó: «Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío. Me costó mucho. Sin mi ayuda no hubiera sido escritor. El copiar sus borradores, el obligarlo a que se sentara a escribir. Bueno, fue algo mutuo, creo que los dos nos necesitábamos».

¿Ha muerto Julia Urquidi? Sí y no. Gracias al genio de Vargas Llosa, algo de ella vive cada vez que un lector abre un ejemplar de La tía Julia y el escribidor.

(El País, 12 de marzo 2010)

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