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Construir asísmicamente con tierra

Pedro Serrano
Por : Pedro Serrano Director Unidad de Arquitectura Extrema, UTFSM; Presidente Fundación TERRAM, socio del Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso
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Las tecnologías de tierra y barro debidamente confinadas, debidamente protegidas y mantenidas, han logrado mantenerse en pie por siglos de uso y varios terremotos.


La tierra que cubre los valles y cerros de la patria es el material más noble de manejar, barato, bajo en consumo de energía, de la menor huella de carbono, reciclable, fácil de mantener, sustentable y duradero para construir. Es al final el material de construcción que más conocemos y del cual tenemos la mayor memoria colectiva en la humanidad. Comparada con el cemento y el acero del hormigón, o comparada con el costo energético de un ladrillo, la tierra tiene una huella de carbono envidiablemente baja, sumado esto que en la mayoría de los casos no requiere energía de transporte, está cerca o allí mismo.

Usar la tierra en la construcción puede hacerse además de un modo técnicamente asísmico, sobre todo cuando se trata de viviendas y obras menores. Las viviendas asísmicas más antiguas que conozco en Chile están hechas con alguna de las técnicas mixtas conocidas que usan el aplicar y preparar mezclas con agua, tierra y paja.

[cita]Las tecnologías de tierra y barro debidamente confinadas, debidamente protegidas y mantenidas, han logrado mantenerse en pie por siglos de uso y varios terremotos.[/cita]

Por ejemplo las clásicas casas de dos o tres pisos, cubiertas con planchas de lata de rodón delgado que hay en los sectores patrimoniales de Valparaíso están allí enteras después de  cuatro o más terremotos. El asunto de por qué no se han caído, cuando todo lo demás se cae, radica en la tecnología. Una tecnología mixta cuya estructura está diseñada en madera bien trabajada y cuyo relleno es barro y paja en la forma de adobillo.  El Balloon Frame llegó el siglo pasado para quedarse. Usado en Iquique como estructura ligera, llegó a Valparaíso y al ser rellenado con adobillos largos y delgados y luego recubierto de modo impermeable por las antiguas calaminas cincadas, resultó bioclimáticamente estable y muy firme. Esta notable tecnología dio como producto una arquitectura elegante y notablemente resistente en los cerros de Valparaíso.

También casi todas las antiguas casas de Avenida Libertad, en Viña del Mar, que tuvieron que ser finalmente demolidas para colocar allí los nuevos edificios comerciales, eran de una tecnología semejante: estructuras de roble y rellenos de barro. Las casas de mi familia, de la misma tecnología, con muchas décadas y terremotos encima,  allí están intactas aún en Villa Alemana. Llevo muchos años, siendo ingeniero, enseñando e innovando sistemas de interés social, construyendo y reparando casas en distintas tecnologías que usan la tierra como material y por lo visto hasta el día de hoy, la única forma de terminar con ellas es desamarlas. En un gran terremoto, pueden sacudirse barro y estucos, la casa no se cae, pero su reparación usa sólo tierra, incluso la misma que se desprendió.

Distinto ha sido el destino del adobe. Entendiéndose en este artículo al adobe como el bloque de barro y paja usado en Chile en muros masivos desde los tiempos de la colonia. Una tecnología distinta a las otras con tierra, tales como el tapial, la quincha o la quincha mejorada. El adobe amontonado uno encima de otro, de gran volumen y sin refuerzos, con un techo pesado se viene cayendo con cada terremoto desde los inicios de la nación.  El adobe ha acumulado tanto desastre  y víctimas que ha llegado a ser prohibido su uso en las normas chilenas de la construcción, traspasando su mala impronta a las otras técnicas constructivas que usan la tierra y el barro. Eso ha ocurrido así porque nuestros  artesanos han olvidado que el adobe simplemente apilado no sirve en un sismo, necesita otras tecnologías para resistir. Partiendo con la forma adecuada de tocar el suelo según el lugar, continuando con los sistemas de trabas, escalerillas, contrafuertes y soleras que logran “confinar” el material en el caso de sismos, siguiendo con la debida protección contra la humedad más una buena cultura de cuidado y mantención.

Las tecnologías de tierra y barro debidamente confinadas, debidamente protegidas y mantenidas, han logrado mantenerse en pie por siglos de uso y varios terremotos, son con mucho social y ambientalmente sustentables. Hay muchos institutos y universidades en el mundo estudiando y trabajando en este tema: me ha tocado estar en universidades de países sísmicos andinos como Perú y Colombia, donde desde hace años la tierra como material recibe aportes de la ciencia y la tecnología para mejorar como material de construcción, en especial de viviendas. También me han tocado conferencias en países tan disímiles como Noruega  o la India, donde el tema se toma con académica seriedad y ciertas urgencias productivas. En el Cairo, Nueva Zelandia o California las innovaciones en tierra se suman y siguen.

Por allí aparecen también casas de fardos de paja y barro, casas de tapial tensado y confinado, bloques prensados con sistemas de traba y armadura, barros sobre malla metálica, tierra en textiles y otros. La tecnología sigue avanzando. En Chile está naturalmente demostrado que estas casas técnicamente asísmicas resisten los 8 grados Richter o más de un gran terremoto. No confundirse con el adobe masivo, sin técnicas de arriostre, que se ha caído durante toda nuestra historia.

Hace poco me llamó un ex alumno de Arquitectura de la U. de Talca, que está trabajando en uno de esos pueblitos de adobe masivo que se cayó completo con el último sismo. Están pensando en usar tecnologías en tierra para reconstruir, puesto que la tierra está en la identidad y la memoria cultural de la población. Mi única recomendación fue salvar las toneladas de adobe caído en las calles, tierra elegida, cernida, con fermentos orgánicos y paja de trigo, aún intacta. Ya no son escombros, constituyen un verdadero tesoro.

En nuestro departamento de Arquitectura hay profesionales arquitectos con conocimiento y experiencia sobre la materia, hay que reconstruir viviendas y patrimonio, el desafío de la tierra tecnificada recién comienza.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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