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Cuatro puntos para el debate del PPD

Carolina Tohá
Por : Carolina Tohá Cientista política, académica, investigadora, consultora y política chilena
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La candidata a conducir el Partido por la Democracia llama a los dirigentes de la oposición a hacer un mea culpa por la derrota en la elección presidencial y a refundar la Concertación. “Tenemos que hacernos cargo de lo que no fuimos capaces de hacer y responder a ello. Nuestra vida política se ha encerrado en los pasillos de nuestras sedes partidarias y se ha ido volcando cada vez más a las disputas internas en lugar de tener como centro nuestro diálogo con la sociedad. Lo que estoy planteando implica desprenderse de un excesivo poder de un pequeño grupo de dirigentes. Significa prescindir de prácticas políticas que inhiben la participación”.


El Partido por la Democracia deberá renovar próximamente todas sus autoridades internas. Estas elecciones son particularmente importantes dado que estamos enfrentando un nuevo ciclo político en que la ciudadanía ha resuelto ponernos en la oposición.

El día que di a conocer mi candidatura señalé que tanto la competencia como el acuerdo son caminos válidos para resolver la conducción del Partido siempre y cuando se den determinadas condiciones. La competencia debe ser democrática y realizarse en un clima de debate y no a través de descalificaciones ni levantando temores infundados. El acuerdo, por su parte, debe contener definiciones sustantivas que permitan establecer qué tipo de política se impulsará y no limitarse a la repartición de cargos entre los distintos sectores.

El día sábado, el senador Jaime Quintana me envió una carta proponiendo las bases para un acuerdo político expresadas en cuatro puntos. El texto había sido conocido y apoyado por el senador Guido Girardi y por el diputado Pepe Auth. Dicha carta se conoció parcialmente por los medios de comunicación y me parece que lo serio y transparente es que demos a conocer los puntos que dicha carta pone en discusión. Sobre esas materias plantearé mi visión:

1. La carta propone “seguir potenciando un proceso de autocrítica riguroso y valiente, iniciado por la mesa directiva del partido en los últimos meses”.

No creo, sinceramente, que el Partido haya realizado con consistencia dicho proceso. Al contrario, lo que hemos visto ha sido un incipiente debate lleno de caricaturas y fantasmas, donde abundan las descalificaciones y hay cero disposición a asumir nuestras responsabilidades que son ciertamente colectivas y extendidas en el tiempo.

Asumir  la derrota electoral obliga a nuestro partido y a la Concertación en su conjunto a hacer una inflexión, asumiendo que la pérdida de mayoría es la culminación de varios factores que deterioraron nuestra capacidad de representar a la mayoría de chilenos que se siente parte de la centro izquierda.

No creo que sea posible hacer dicha inflexión si seguimos buscando explicaciones de la derrota que son endosables a los demás. Hubo múltiples factores en el resultado electoral, tenemos que asumirlos todos y hacernos cargo especialmente de aquellos que son de nuestra responsabilidad.

[cita]Es un error pensar que la conformación política que nos permitirá recuperar la mayoría será un frente entre los sectores que están a la izquierda de la Concertación y una parte de ésta que se considera más progresista[/cita]

Creo, además, que esa reflexión debe hacerse en diálogo con nuestros aliados y, especialmente, con la ciudadanía, a través de reuniones, foros, salidas a terreno, visitas a las regiones, con participación de las organizaciones de la sociedad civil y del mundo académico.

2. En la carta se plantea la ¨necesidad que el partido fortalezca su vínculo social, tanto en el ámbito de la representación como en su relación directa con estas organizaciones”.

Comparto este punto y creo que está profundamente ligado con el mejoramiento de la calidad de nuestras prácticas. Nuestra vida política se ha encerrado crecientemente en los pasillos de nuestras sedes partidarias y se ha ido volcando cada vez más a las disputas internas en lugar de tener como centro nuestro diálogo con la sociedad y nuestra representación de la ciudadanía progresista. La autoreferencia se ha transformado en un signo de la crisis de los partidos que la ciudadanía subraya con énfasis en todas las encuestas y para recuperar la credibilidad de la política hay que salir del ensimismamiento en que hemos caído.

Además, el hecho de ser por largos años un partido de gobierno hizo que la relación con la ciudadanía se traspasara mayoritariamente a nuestra labor gubernamental y fuera subsumida en el debate de la contingencia en lugar se proyectarse a las visiones de futuro. Perdimos de perspectiva que nuestra labor como fuerza política no se limitaba a sostener la tarea de gobierno y que era necesario mantener nuestro vínculo y nuestro diálogo con la sociedad.

El punto de partida para abrirnos a la ciudadanía es que nuestra política vuelva a centrarse en la ideas, en actualizar la promesa que tenemos para el Chile del mañana. En estos días he visto que esa inflexión aún no se ha producido. El debate en torno a las elecciones internas ha estado lleno de reacciones y polémicas que son un obstáculo para que volvamos a acercarnos a la gente. Se han levantado dilemas falsos, se ha caricaturizado el debate, se han hecho críticas ácidas y destructivas.

Nuestras elecciones partidarias deben convertirse en una oportunidad para mejorar nuestras prácticas, para ampliar sustantivamente la participación abriendo los procedimientos a los ciudadanos más allá de la militancia. En el futuro debemos considerar las posibilidades de las nuevas tecnologías, como el voto electrónico, para facilitar que la gente pueda participar fácil y libremente, sin presiones ni acarreos. Tenemos que asumir que Chile cambió, en gran parte, lo cambiamos nosotros mismos y la política debe evolucionar decididamente en sus formas y sus estilos para vincularse de nuevo con la ciudadanía.

3. Se propone en la carta ¨fortalecer un PPD claramente progresista, como parte de una coalición de centro izquierda¨.

Creo que el PPD nunca ha perdido la nitidez progresista en sus definiciones programáticas. Los problemas que tenemos en este ámbito son otros: primero, que nuestra agenda progresista cada vez se parece más a un conjunto de consignas y menos a una mirada de país integral y de largo plazo. Segundo, que nuestra convicción progresista no se ha traducido en una forma de hacer política y de hacer partido que sea coherente con esos valores.

Nuestro debate de ideas debe enriquecerse, debe convocar más actores, debe ser más abierto a la ciudadanía y debe sintetizar una mirada profunda al Chile que tenemos hoy, a sus nuevos desafíos, a sus viejas y nuevas inequidades, a sus avances y rezagos.

Nuestras propuestas no se pueden limitar a la reiteración de consignas altisonantes. El verdadero progresismo se mide por la capacidad de transformar la realidad y abrir nuevas perspectivas de futuro para la sociedad chilena. Los temas de la igualdad, de una urgente redistribución del ingreso, de los derechos de la mujer, del medio ambiente, de la participación ciudadana, de la multiculturalidad, de la inclusión social, de los derechos humanos, de la descentralización, de la protección de la infancia, de la no discriminación, del acceso a la cultura y tantos otros, se enfrentan construyendo mayorías sociales que respalden una visión de país que les dé respuesta.

En el partido hay personas que piensan que nuestro auténtico perfil progresista pasa por tomar distancia de la obra de la Concertación durante los últimos 20 años. Creo que esa visión denota una negación de nuestra historia y una gran confusión respecto a dónde y cómo se juega el verdadero progresismo.

La obra de la Concertación es la obra del PPD. También es la obra de nuestros aliados y de la mayoría ciudadana que nos respaldó. Son 20 años de grandes avances sociales, democráticos, libertarios, económicos y culturales. No es, en ningún caso, una obra perfecta. Tiene falencias y contradicciones. Tenemos que hacernos cargo de lo que no fuimos capaces de hacer y responder a ello en nuestras propuestas de futuro.

No vamos a ser más progresistas por renegar de lo hecho en estos 20 años. Vamos a serlo si tenemos la honestidad intelectual y política de reconocer que fuimos protagonistas de ese ciclo histórico nítidamente positivo, pero también autores de las limitaciones que ese proceso tuvo. Desde ahí podemos sacar algo en blanco. Desde la renegación sólo sacaremos inconsistencia y desdibujamiento de nuestra identidad.

Así también hay que asumir que nuestro progresismo debe expresarse en una agenda audaz y consistente para reformar nuestras formas de hacer política. Hemos hecho avances que hay que valorar, especialmente en la forma de definir nuestros candidatos, pero estamos lejos de lograr n estándar democrático adecuado.

En el partido hay que apostar a una mayor distribución del poder, a una mayor participación de los militantes, a una apertura decidida a la ciudadanía. Lo que estoy planteando no es anodino, implica desprenderse de un excesivo poder que hoy tenemos un pequeño grupo de dirigentes, significa darle más protagonismo a las instituciones y menos a los grupos y a sus líderes, significa prescindir de prácticas políticas que inhiben la participación más amplia y autónoma de cada uno de los militantes. Sin estas reformas, nuestro progresismo será incompleto.

Debemos asumir que el PPD no le pertenece a sus fundadores, no le pertenece a los grupos que lo constituyen ni a ninguno de sus militantes o dirigentes, por más que hayan contribuido a su proyecto. El PPD le pertenece a esa ciudadanía que cree en nuestras ideas. Los partidos son instituciones de la democracia que no pueden ser monopolizadas por determinados grupos o personas sin desnaturalizarse y eso es parte del problema que tenemos en la Concertación: nuestros partidos han dejado de ser percibidos como bienes colectivos abiertos a la ciudadanía.

Hay millones de chilenos que son concertacionistas, que no militan en los partidos y a los cuales no les hemos dado el protagonismo político que se requiere. Hacernos cargo de esto para crear una nueva Concertación con ciudadanía también nos hace más progresistas.

4. Por último, en la carta se habla de “ampliar la Concertación, desde el interior de ella, hacia los sectores políticos y ciudadanos que han sido críticos a la forma como ésta ha gobernado en estos 20 años¨.

Los principales críticos a la forma en que la Concertación ha gobernado están en la derecha y en el mundo social y cultural que ésta representa. No hay que olvidar eso nunca. Lo que debemos recuperar, en cambio, es la mayoría ciudadana que se siente parte de la centro izquierda y que dejó de votar por nosotros e incorporar, a la vez, a millones de chilenos que no se inscriben y no votan porque no confían y no se sienten convocados.

Esos sectores ciudadanos están hoy dispersos y desencantados. La última elección mostró que esos ciudadanos no reconocieron con nitidez nuestra propuesta de futuro o no percibieron que esta representara un nuevo proyecto, más avanzado, que el nuevo período requería. Estos mismos ciudadanos se manifestaron muy críticos respecto a la calidad y los estilos de nuestra política. Recuperar la mayoría ciudadana requiere, antes que nada, responder a esa realidad.

No hay ninguna orgánica ni movimiento político que hoy tenga la representación de esos sectores. Pensar que a través del acuerdo con algún grupo o sector recuperaremos la mayoría perdida obedece a una visión organicista que no se condice con la realidad. No es por la vía burocrática sino por la vía ciudadana que recuperaremos la confianza de los chilenos.

En vez de hacer una sumatoria aritmética hay que recuperar la vocación de ser mayoría y apostar a esos 3 millones de nuevos electores que van entrar al padrón electoral. Hacerlo con una nueva promesa de futuro, que actualice nuestras propuestas con el Chile de hoy y ponga al día nuestra práctica política con los estándares más altos de democracia, transparencia y distribución del poder.

Debe haber diálogo político con los que se alejaron de la Concertación. Debemos abrir las puestas para que ellos también tengan un lugar en la nueva Concertación, así como debemos abrirlas a todas las expresiones ciudadanas que sintonizan con las ideas del progresismo y la democracia.

Es un error pensar que la conformación política que nos permitirá recuperar la mayoría será un frente entre los sectores que están a la izquierda de la Concertación y una parte de ésta que se considera más progresista. Esa teoría, que está detrás de la formulación del llamado Frente Progresista, niega los fundamentos que dieron lugar a la Concertación, que es el encuentro entre el centro y la izquierda para construir una mayoría. Esa mayoría democrática incluye a sectores políticos y ciudadanos y ha sido el fundamento del desarrollo, la estabilidad y las transformaciones de Chile durante los últimos 20 años.  Perder eso tendría como efecto volver a los tres tercios en la política chilena, lo que sería una involución respecto a lo que aprendimos de esa experiencia en el pasado.

La Concertación debe refundarse como una coalición política y ciudadana, como lo fue en su origen. No nos basta con la Concertación que hoy tenemos. El entendimiento de nuestros partidos es condición fundamental pero no suficiente para volver a ser mayoría, se requiere también nuevos espacios para que otras expresiones ciudadanas y políticas puedan participar.

No lograremos esto debilitando nuestra coalición sino fortaleciéndola, renovándola y abriéndola a la ciudadanía. Garantizando primarias para definir candidatos. Haciendo una Convención anual donde todo ciudadano concertacionista pueda aportar al debate. Convocando a los movimientos sociales y ciudadanos que adhieren a la Concertación a conformar un Consejo transversal donde actuar juntos. Asegurando candidaturas paritarias para hombres y mujeres. Esa es la propuesta que debemos llevar a nuestros aliados.

En este tema, tenemos que cohesionarnos en torno a ideas claras, no eludir el debate sino asumirlo y llegar a conclusiones colectivas. La disciplina como recurso burocrático no es lo que nos ordenará sino la claridad de las ideas que le dan sentido a nuestro colectivo. La posibilidad de un acuerdo está condicionada a que despejemos en forma nítida y clara los temas políticos en que hay diferencias. Defiendo el derecho de nuestros militantes y dirigentes a discrepar de la política partidaria y a plantear visiones distintas, pero debe ser claro cuáles son nuestras visiones como partido y cuáles son las discrepancias.

Mi disposición es a conformar una conducción partidaria inspirada en estas ideas. Confío en que éstas representan a la mayoría del partido y ojalá sean compartidas por todos sus sectores. Tal como dije el día que anuncié mi candidatura, estoy conversando con todos los grupos del partido, considerando sus distintas opiniones y voy a proponer un equipo de conducción que dé garantías de una gestión eficaz e institucional, que opere para todo el partido y que sea coherente con las definiciones políticas que adoptemos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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